Isaac Hernández llega y saluda de beso a todas las personas de la sala que lo esperan para la entrevista y la sesión de fotos para la portada de Forbes México de los Mexicanos más Creativos 2018. Su mirada, fija y sin titubeos, apunta a una sola meta: Impulsar el arte en México y con ello, pasar a la historia del país por hacer algo mucho más grande que bailar. La timidez no es una sensación con la que el bailarín de 28 años, originario de Guadalajara, esté familiarizado. Mientras su equipo trata de facilitarle las cosas, él insiste en cargar su maleta. “¿Qué vestuario quieren que me ponga primero?”, le pregunta al equipo de fotógrafos de Forbes México, toda vez que busca entre los ganchos un traje negro, un esmoquin, unas mallas de trabajo negras, sus zapatillas y el saco de Don Quijote que le valió el Benois de la Danse este año. El pudor es un concepto que no espanta al mejor bailarín del mundo. Su cuerpo es el recurso con el que trabaja todos los días, la herramienta perfecta para hacer maravillas en el aire y girar infinitamente sobre su propio eje. Se desviste y viste sin miramientos, y se vuelve a cambiar sin el menor decoro, pero todo tiene sentido: No hay persona más cómoda en su propia piel que un bailarín. Cualquier salón con espejos cual paredes, linoleum en el piso, barras en los laterales y un piano en una de las esquinas, es su territorio. Ya sea en México, en Filadelfia, Nueva York, San Francisco, Ámsterdam o Londres, el siempre está en su hogar. Una prueba de ello es el lugar que lo vio tomar el camino de la danza: el patio de su casa en Jalisco, donde tuvo lecciones de hasta cuatro horas diarias, impartidas por su padres, ambos bailarines durante su juventud. Sus padres, lo educaron en casa hasta los trece años, tuvo un inicio diferente a cualquier bailarín, artista y, en general, cualquier mortal. La situación económica de su familia no permitía pagar una educación para once hijos, y el sistema educativo de México, no era algo con lo que estuvieran de acuerdo sus padres. Su madre, profesora de la Universidad Autónoma de Guadalajara y su padre, lo tenían bien claro: iban a educar a sus hijos para triunfar. “Desde una perspectiva ajena, tuve una vida que se veía loca por el simple hecho de cómo decidieron educarnos. Mucha gente pensó que nos estaban limitando, pero la realidad es que nos permitieron ser las personas que queríamos ser, con un pensamiento crítico mucho más avanzado a la época en la que vivíamos”, platica Isaac, pegando con los dedos en la banca en la que está sentado, moviendo las manos y jugando con el pie que está sobre su rodilla derecha, inquieto, la muestra de que le resulta difícil no moverse. El bailarín mexicano Isaac Hernández regresa a México para apoyar el talento nacional Mientras que el equipo de Forbes México le acomoda la corbata y le recorta el saco que vestirá para la portada de Los Mexicanos Más Creativos 2018, el bailarín se para en un solo pie y juega a mantener el equilibrio, observa su empeine en el espejo y se coloca, alineando sus hombros, su cadera, sus rodillas y sus talones, en primera posición.  
Forbes México revela su portada de los mexicanos más creativos 2018
“Cada etapa de mi vida ha tenido un denominador común, y ése ha sido la danza. Cada país en el que he vivido me ha complementado como persona. Es hora de regresarle algo a mi México”, cuenta Hernández antes de platicar sobre el objetivo real detrás de Despertares 2018: Impulsar el Arte en México.   Una infancia llena de decisiones Al cumplir los trece años de edad, “con la madurez mínima que tenía en ese momento”, se vio en la necesidad de tomar la decisión de irse a estudiar a Filadelfia, sabía que si aspiraba a una carrera internacional, necesitaba salir del país. “Cuando me fui de México, salí con la idea de convertirme en el mejor bailarín del mundo”, sonríe Hernández con satisfacción, “a pesar de que no sabía medir las consecuencias en ese momento, tenía valor”, asegura. Pero no todo fue ascender en la vida del primer bailarín de origen tapatío. A sus 15 años, cuando vivía en Filadelfia con su hermana Emilia, una lesión de espalda lo dejó en cama por más de un año. A pesar de ello, permanecía seguro de lograr su objetivo, “ lo iba a lograr siempre y cuando trabajara e hiciera lo necesario. No importaba donde estuviera, siempre y cuando hiciera las cosas bien”. Estaba consciente que el tiempo jugaba en su contra. Pero su disciplina hizo que después de su lesión practicara día y noche. Y dio resultados, pues poco después tuvo la oportunidad de bailar en la que en principio era “la compañía de sus sueños”, el American Ballet Theatre (ABT).
Video memoria | Creativos Forbes 2018
Pero no se detuvo y dio un salto riesgoso al San Francisco Ballet. Y luego dio otro 4 años después, cuando renunció para bailar en Europa. De ahí dio pasos elegantes y agigantados, brincó al Ballet Nacional de Holanda, y posteriormente, en su actual residencia, en Londres, al English National Ballet, dirigido por la primera bailarina española en tener el puesto, Tamara Rojo, para convertirse en Bailarín Principal por tres años consecutivos. “Tomé el riesgo de irme de un lugar en el que había invertido mucho tiempo, para poder ir a incomodarme otra vez y así, encontrar inspiración”, cuenta Hernández, para luego explicar que la zona de confort es peligrosa porque “entras a una rutina donde vives bien, pero sin saber realmente cuál hubiera sido tu potencial si te hubieses dado la oportunidad de retarte más”. Todo esto, recuerda Isaac a manera de homenaje y agradecimiento, fue gracias a sus padres, quienes le enseñaron a él y a sus hermanos, a buscar oportunidades con base en su talento. Entendieron a una edad muy temprana que si aspiraban a una educación superior en el futuro, tendrían que conseguirla mediante sus propios méritos, con una beca deportiva, cultural o académica, de otra manera, no sería posible. “Mi mamá lo único que me decía era ‘tienes que decidir’. Eso creó en mí cierta libertad creativa para imaginar que yo era capaz de hacer lo que yo quisiera ser. Muchos jóvenes necesitan esa seguridad para tomar decisiones en la vida”, señala el tapatío.   Los jóvenes, el mejor recurso de México Para el solista del English National Ballet, México es el país de las oportunidades y que, aunque hay muchas realidades que no pueden ignorarse, los jóvenes con sed de aprender son la materia prima de todos los países, desarrollados o no. En este mismo sentido, afirma que las artes, y no solo el ballet clásico, “son el motor de una sociedad sana, porque todos los conflictos y preocupaciones sociales, se comunican a través de ellas”. A 6 años del listado Forbes de los mexicanos más creativos en el mundo Ahora, quiere aportar desde su trinchera. Por ello, este año regresó a tierra azteca para presentar la nueva edición de la Gala Despertares 2018, de la mano de bailarines de talla mundial pertenecientes a compañías de Londres, París, Nueva York y San Francisco, y ‘Despertares Impulsa’, un programa de actividades enfocado en vincular el arte con las nuevas tecnologías, apoyar la difusión del mismo en México, y ser un ejemplo de educación para las políticas públicas del nuevo gobierno. “A todos nos conviene un país con jóvenes educados y creativos”, señaló el primer bailarín en conferencia de prensa en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), junto con la Secretaría de Cultura, el Consejo de Promoción Turística de México y el Instituto Nacional de las Bellas Artes (INBA), el pasado 20 de agosto del 2018. Tiene muy claro que su misión en México no es llamar a los jóvenes a que se conviertan en artistas, sino a lograr que contadores, actuarios, periodistas y en general las personas, complementen su vida con el arte, para que desarrollen una vida con propósito: “Necesitamos conocer las artes para imaginar el futuro como país”, sostiene.   Cargar con el estandarte de la creatividad mexicana, una gran responsabilidad A pesar de la demanda física de su profesión, del compromiso de mantener la disciplina y su nivel técnico al máximo, está consciente de la presión que un Benois significa: “ya no poder bailar mal nunca”. Para alimentar su imaginación tras una rutina que empieza con clase de ballet a las 10 de la mañana, luego con ensayo previo al espectáculo de la temporada, una hora breve de comida y a las 7:30 en punto, una función que termina a las 11 pm,  el pensar en cómo apoyar a los jóvenes mexicanos a través del diseño de programas internacionales mantiene su hemisferio derecho andando. “Los bailarines creemos que solo por ser bailarines somos creativos y no es así, hay que consumir música, obras de teatro, poesía, reinventarnos”, apunta Hernández y asegura que está en el mejor momento de su carrera y que nunca le ha gustado “pensar en la comodidad como la meta final”. Su inspiración yace en el deseo de estar incómodo siempre, enfrentarse a públicos más difíciles, más críticos, “a conquistar desde cero a quien no lo conoce, ni a él, ni a su trabajo”. Domina que, como toda posición, paso, giro y brinco en el ballet clásico, cualquier señal de comodidad es equivalente a que “algo estás haciendo mal”. “La carrera ya se encargó de cumplir mis sueños, ahora me toca incomodarme de otras maneras. No puedo pensar en haber hecho las cosas de ninguna manera diferente”, concluye. El próximo año, el bailarín estará compartiendo escena en la pantalla grande junto con Karla Souza, en el que promete ser el siguiente largometraje del director español, Carlos Saura.

 

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