Los mitos y realidades en torno al método Agile

Por Mireya Hernández Almazán* He trabajado con Agile por cuatro años, y recuerdo lo grande que fue mi sorpresa la primera vez que escuché que el método ágil implicaba un alcance variable. Como buena y tradicional líder de proyecto, sabía que no podemos empezar uno sin un alcance fijo y claramente definido, así que, si de eso se trataba esta nueva metodología, empezábamos con problemas. Con esta inquietud me di a la tarea de revisar textos, experiencias de nuestra firma en proyectos de esta índole, y por supuesto comencé a estudiar en forma, no solo para aprender, sino también para enseñar el método, ya que de eso precisamente se trata mi trabajo en Deloitte. ¿Qué fue con lo que me encontré? Diversos y múltiples mitos como el del alcance, el cual resultó referirse más a un alcance estimado que se va refinando conforme el proyecto avanza, que uno del tipo totalmente variable. Y es que el contrato, o el enunciado del trabajo cuando se trata de proyectos internos, habla de una funcionalidad mínima requerida la cual es, precisamente, la que se va detallando a medida que avanza el esfuerzo y se conoce a mayor detalle las necesidades. Otro mito fue que en estos proyectos no se requiere documentación, o no hay entregables, concepto también equivocado, ya que Agile requiere de mucho más rigor metodológico que un enfoque tradicional para lograr el éxito del proyecto, todo rigurosamente documentado. Algo muy novedoso, propio de Agile, es la forma de trabajar en equipo, ya que el proyecto se divide en spints o iteraciones para su ejecución, y es justamente el equipo quien define, desde la fase de planeación, la velocidad con la que ejecutará dicho sprint; en ese sentido, nadie se adelanta, nadie se atrasa, nadie lleva su propio plan de trabajo, todos se comprometen a un mismo resultado y eso es justamente lo que se entrega al cliente en un enunciado llamado Definition of done. Interesante ¿no? En relación al cliente, es éste quien juega justamente un papel fundamental en la metodología, ya que sin su participación no se podría aplicar; su rol, denominado product owner, consiste en definir, validar y aceptar las historias de usuario del proyecto que se convertirán en el producto final, su involucramiento es en el día a día para evitar sorpresas, y su voz es la de todo el negocio, por lo que se necesita buen conocimiento del mismo y un total empoderamiento de la alta dirección. Podría seguir hablando desde luego de otros mitos como que Agile es más barato, más fácil, más rápido; sin embargo, lo que quiero hacer es invitar a los lectores a utilizar este método, y a convertirse en un emprendedor de métodos ágiles, los cuales, no son una moda más, sino la respuesta que los negocios están dando a la forma de trabajar en el día a día para hacer un uso más eficiente de los recursos financieros y humanos. En este inter he descubierto que el método no se aplica solo a proyectos de desarrollo de software o digitales, Agile aplica para cualquier tipo de proyecto grande o chico, con soluciones pre-configuradas o a la medida; inclusive, existen cursos de verano para niños con métodos ágiles; eso, en definitiva, es muy innovador. Actualmente doy talleres sobre este método prácticamente cada semana, tanto a clientes internos como externos, ya que el interés y la demanda de las empresas en torno a Agile ha crecido exponencialmente. Además, me he convertido en una fiel creyente de que esta forma de operar propicia, no solo la flexibilidad cuando definimos y operamos un proyecto, sino que además facilita la innovación constante y la posibilidad de emprender todo lo que sea necesario para alcanzar la plena satisfacción del cliente, siendo esto finalmente el objetivo que todos buscamos. ¿Está lista tu empresa para aventurarse a operar con métodos ágiles? *Senior Manager en Deloitte.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.