Iniciaba el mes de agosto de 2016, cuando Mariana Costa recibió una llamada inesperada. Del otro lado de la línea estaba una mujer que se identificaba como Danielle, empleada del Departamento de Estado de Estados Unidos. Mariana se preocupó. Se tranquilizó cuando le dijeron que la llamada era para invitarla a participar en un panel del Global Entrepreneurship Summit, en Silicon Valley. La conversación entre ambas marchaba sin sobresaltos, hasta que preguntó quiénes la acompañarían en el panel. Estarían una emprendedora de Egipto y otro de Ruanda, además de Barack Obama, entonces presidente de Estados Unidos, y Mark Zuckerberg, creador de Facebook. Se quedó perpleja por un segundo y no supo qué decir; mantuvo la conversación con la mujer por varios minutos y, cuando finalizó la llamada, explotó en emoción ante su pequeña hija Lucía, recién nacida. Y, en efecto, el viernes 24 de ese mes se encontraba sentada junto a dos de los personajes que más la habían inspirado en su vida.   El esposo y un amigo ¿Qué la llevó a poder dialogar con estos dos hombres? un emprendimiento social–tecnológico que puso en marcha junto a su esposo Herman y su amigo Rodulfo a principios de 2015, meses después de terminar con ellos una maestría en Administración Pública en la Universidad de Columbia. El proyecto que la ha llevado tan lejos se llama Laboratoria y nació luego de que Mariana se dio cuenta de lo cerrado que era para las mujeres el mundo de los desarrolladores web y, en general, el de la tecnología. “Lo que queríamos, en un inicio, era abrir una agencia digital, enfocada en desarrollo web y de software; pero, al sondear el mercado, nos dimos cuenta de dos cosas: era muy poco el talento capaz de participar en un proyecto como el que queríamos y aun menor el número de mujeres involucradas en el tema”, explica en entrevista. Mariana señala que siempre se enfrentaban al mismo patrón, por lo que la situación se convirtió en un reto, tanto para ella como para su esposo y su amigo. fue entonces cuando empezaron a preguntarse cómo podían revertir esta situación.   La condición: ser mujeres La alternativa fue poner en marcha, a la par que operaba su agencia digital, el piloto de una pequeña escuela de desarrollo web, la cual recibiría únicamente mujeres, primordialmente de bajos recursos, que quisieran desarrollar una carrera. “Recibimos a 15 estudiantes para nuestro piloto y nos dimos cuenta de que el proyecto podía resultar muy enriquecedor, no sólo para nosotros, por el talento que podíamos obtener, [sino] también para las jóvenes, que podían mejorar sus ingresos y apoyar más a sus familias”, menciona. A dos años de distancia, el piloto ya dio lugar a cuatro escuelas, dos ubicadas en Perú (en Lima y Arequipa), una en Chile (Santiago) y otra aquí, en la Ciudad de México. Te puede interesar: Mujeres y tecnología, un largo camino por recorrer Durante este tiempo, explica Mariana Costa, han sido ya 400 las estudiantes egresadas de Laboratoria, de las cuales, 75% presta sus servicios en el mercado laboral, gracias al plan de inserción con el que cuenta el proyecto. A escala regional, la compañía mantiene relación con alrededor de 500 empresas para posicionar a sus estudiantes. “A través de Laboratoria, estamos logrando empoderar a un grupo de mujeres cuyas oportunidades de crecer eran muy reducidas; hoy, ellas están ganando, en promedio, 700 dólares, que les permiten cambiar, de manera importante, su vida”, comenta.   4Novedoso modelo de negocio Pero ¿qué están haciendo para que Laboratoria sea rentable? el emprendimiento social cuenta con un modelo de negocio que privilegia dos aspectos básicos: la enseñanza de las alumnas y un reducido gasto para ellas. Mariana explica que su eje principal es la estrategia de desarrollo, la cual se compone de tres etapas: la primera es un espacio intensivo de enseñanza de seis meses continuos; posteriormente viene la inserción laboral y, finalmente, un lapso de año y medio de refuerzo en línea. De esta manera, para acceder a la parte inicial de los estudios, las jóvenes únicamente necesitan cubrir una cuota de alrededor de 20 dólares (unos 350 pesos), que le sirven al emprendimiento para fondear el comienzo del periodo. Después de esta etapa y de que ya se les dio empleo, Laboratoria retira de su sueldo un pequeño porcentaje que les sirve para costear sus gastos de operación y poder invertir para seguir creciendo. Para finales de este año, los objetivos de la emprendedora son conseguir 400 egresadas más y que el porcentaje de inserción laboral pase de 75 a 85%; además, tiene en mente la apertura de una nueva unidad de enseñanza, que estará ubicada en Guadalajara, México.   Obama y Zuckerberg, encuentro definitivo Las palabras que Mariana cruzó con Obama y Zuckerberg fueron un aliciente positivo. pero hay muchos más y ella ya ve a Laboratoria no sólo como una organización capaz de aportar a la cuota de 1.2 millones de desarrolladores que, se estima, necesitará américa latina de cara al año 2020, sino como un mayor agente transformador. “Nuestra misión social pasa por cambiar para bien la vida de estas jóvenes; conseguir que sean capaces de aspirar a más”, comenta. Te puede interesar: La equidad de género como estrategia empresarial Asimismo, de cara a la reestructuración en el empleo que se está viviendo a nivel global por el desarrollo tecnológico, costa quiere que este emprendimiento ayude a las mujeres a ganar representación en los trabajos del futuro. “Por cada 17 empleos que las mujeres pierdan en los próximos años, se estima que ellas sólo ganarán uno, por lo que tenemos que prepararnos en áreas relacionadas con la tecnología para poder equilibrar la balanza”, finaliza.  

 

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