Pasa más a menudo de lo que nos imaginamos. De repente, estamos en un ambiente profesional y hay algo en el aire que nos pone la piel chinita cuando escuchamos la voz de alguno de nuestros compañeros o cuando percibimos su presencia o cuando la oímos hablar. No es difícil que se den romances en la oficina, uno de los ingredientes más efectivos en la receta del amor es la admiración y eso sucede al ver interacciones inteligentes como las que se dan en un terreno laboral. La cotidianidad también ayuda, ver a esa persona especial todos los días, va preparando el terreno a favor del enamoramiento. No se diga si hablamos de trabajo en equipo, de cansancio compartido, de las conversaciones sinceras, y, podemos ir sumando tantos factores como se nos ocurran. Los romances en el trabajo son un hecho y también son un tema complicado. Por eso, antes de actuar sobre los sentimientos que se albergan en el corazón, es importante pensar a través de los riesgos, y hay bastantes. El tema es tan relevante que algunas empresas incluso tienen políticas explícitas en su contra. La sabiduría popular nos regala muchísimos dichos para prevenirnos de mezclar la nómina con el corazón. Entonces, ¿qué hacer si un colega ha estado coqueteando y tal vez ese coqueteo es agradable?, ¿Qué hacer si un jefe nos invita a salir y tenemos ganas de ir, aunque sabemos que no se discutirán temas de oficina? ¿Qué hacer si nos gustaría que la camaradería evolucionara a una relación con intenciones de encontrar algo serio? ¿Deberíamos mantenernos alejados? No hay respuestas fáciles porque, lo que es correcto desde una perspectiva profesional, anula lo que es mejor para la vida personal. Ahí se nos presenta una paradoja complicada desde múltiples puntos de vista: para los involucrados, para los jefes y para los compañeros. Por lo tanto, en temas del corazón hay que usar el cerebro, hay que pensar en lo que puede suceder. Por supuesto, la primera posibilidad que hay es que la relación no funcione, sabemos que habrá sentimientos heridos en uno o ambos lados. También existen posibles conflictos de intereses. Por eso, Art Markman, de la Universidad de Texas, se refiere al principio de doble relación, una “regla Ironclad” en Psicoterapia, los terapeutas no pueden tener ninguna relación con los pacientes más allá de su profesional. Obviamente, la misma regla no se aplica entre compañeros de trabajo — muchas personas son amigas cercanas de gente de su equipo de trabajo, hay compadrazgos, se visitan fuera de la oficina, comparten la hora de la comida— pero, habrá que entender que tener múltiples relaciones con alguien crea potenciales conflictos de intereses que pueden ser difíciles de resolver, mientras más puntos de contacto existan, mayores posibilidades de conflicto aparecen. Por eso, salir con alguien del trabajo no nada más es complicado, es súper riesgoso. Antes de entrar a ese terreno alegremente y sin reflexión, conviene justipreciar los riesgos. Analizar qué tan conveniente es poner primero los intereses del equipo o del individuo. Uno de los riesgos que no podemos soslayar es que al iniciar una relación romántica en la oficina se corre peligro reputacional. El profesionalismo puede ser llamado a cuentas, se cuestiona, es un hecho. Especialmente, si la gente no ve motivos para entrar en la relación como algo positivo —lo que se presenta, especialmente, si la relación es entre jefe y subordinado—. Algunos miembros de equipo pueden pensar que habrá preferencias y tratos privilegiado. Ni modo que no nos demos cuenta de que muchos creerán que tener una relación con alguien más alto en la organización puede crear una explicación alternativa de por qué estás teniendo éxito. No obstante, sabemos que las neuronas del corazón tienden a mandar sobre las del cerebro. Dicen que en el corazón no se manda y si ese es el caso, debemos justipreciar los efectos y las consecuencias de acceder a un romance en el lugar de trabajo. Según Amy Gallo, experta en temas de conflictos laborales, si ya nos flechó Cupido, hay alternativas para manejar la situación de la mejor manera.
  • No escondas la relación, pero, hazlo en el momento adecuado. Es decir, no tienes que avisar desde la primera cita, sino cuando las cosas apunten a convertirse en algo serio y no casual. Si no se abre la situación y los atrapan, las consecuencias pueden ser muy duras.
  • Poner límites. Tener una relación en la oficina obliga a cuidados y a elevar el nivel de profesionalismo. Desde luego los arrumacos y demostraciones amorosas están fuera de proporción en la oficina.
  • Familiarizarse con las políticas de la empresa. Es preciso entender que hay riesgos altos al relacionarnos amorosamente con alguien del lugar en el que trabajamos, especialmente si el clima organizacional se ve afectado. Por lo tanto, es necesario saber lo que piensa la empresa al respecto y saber hasta qué punto nos puede afectar.
  • Tener un plan por si las cosas salen mal. Uno no empieza una relación amorosa pensando lo peor, pero sabemos que no siempre todo es miel sobre hojuelas.
  • Si la relación termina —no todas las relaciones funcionan— hay que circunscribirse a la zona del profesionalismo. La civilidad y la ecuanimidad son elementos importantes. Hay que seguir adelante como si nada malo hubiera sucedido.
Ante las posibilidades del romance, hay que respirar. Pensar, antes de iniciar una aventura romántica en la oficina. Es necesario ser claros, no demos un paso adelante si no es algo serio, jugar con esos temas en el terreno laboral es un signo de falta de profesionalismo. Los romances pasajeros, los coqueteos de una sola vez hay que evitarlos. Tener una relación con jefes y subordinados es poco aconsejable. Ocultar una relación amorosa es muy malo pues puede erosionar la confianza y generar sospechas sin fundamento. Habrá que decir que, en términos generales, las relaciones sentimentales y el terreno profesional son malas combinaciones. Sin embargo, si a pesar de ser consciente de estos riesgos, todavía se quiere seguir adelante, cuidado: hay que tener las mejores intenciones. Sé que la observación parece consejo de abuelita, pero, efectivamente, las intenciones importan. Las reacciones de sus colegas reflejarán lo que creen que son sus motivos, son elemento que conforma el prestigio y el prestigio es un activo que debemos cuidar. Cuando se percibe que el tema es un motivo del ego— es decir, que se busca la relación para servir a necesidades propias, ya sea para salir adelante en la empresa o para satisfacer la propia emoción — los compañeros pensarán claramente en de manera menos favorable. Por otra parte, sabemos que los compañeros de trabajo son generalmente positivos si perciben que el amor es genuino y que a relación se lleva con cuidado.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @CecyDuranMena Blog: Las ventanas de Cecilia Durán Mena Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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