Por Dolores Pérez Islas* La inversión en bienes raíces actualmente refleja uno de los principales factores que impulsa el crecimiento económico, a pesar de la conservadora proyección de crecimiento del Banco Mundial del 2.9 % para el 2019, la mejor alternativa es contar con capital disponible para invertir en propiedades que sean viables y rentables en el largo plazo, ya que la predilección en el sector inmobiliario por encima de otros sectores, obedece a su protección contra la inflación, es además un refugio por su estabilidad y se aprecia a largo plazo. A lo largo de mi experiencia, hablar de real estate en México, particularmente en el rubro de la hospitalidad se ha convertido en un punto de atención de inversionistas apasionados que demandan proyectos creativos y cada vez con mayor énfasis en desarrollos inmobiliarios disruptivos enfocados en estilos de vida. Esto representa una coyuntura perfecta para vincularlos con la oferta inmobiliaria existente, actualmente hay un portafolio diverso de proyectos inmobiliarios que ofrecen múltiples opciones para invertir en destinos de playa en México, sin embargo, el gran reto es encontrar la opción ideal con excelente retorno de inversión, innovadora y que garantice su permanencia en el tiempo. Real estate por definición es un activo de capital intensivo con un ciclo de vida largo en términos de uso y de inversión. Aunque puede convertirse en obsoleto con el tiempo, pero funcional y operacional, sin embargo, la introducción de modelos diferenciados y nuevas tecnologías pueden mitigar el impacto de la obsolescencia, mejorando la eficiencia, flexibilidad y residencia, fortaleciendo el valor del activo de la mano con la creación de proyectos que incorporen el concepto de la comunidad como su activo más importante. En nuestro país el precio de la vivienda se ha apreciado poco más del 9% en el primer semestre del año, según el Índice SHF de precios de la vivienda, los destinos por encima del promedio nacional son la rivera de Quintana Roo, Puerto Vallarta, la rivera de Nayarit, Mazatlán, Baja California y Yucatán. Y aunque la demanda es la que determina la plusvalía, si un destino se pone de moda tiende a aumentar sus precios, porque ofrece la ventaja de mayores rendimientos de inversión, se vuelve más atractivo e incentiva a quienes se encuentran en el lugar adecuado justo antes del “boom” inmobiliario, lo cual representa una oportunidad no solamente para inversionistas extranjeros con mayor posibilidad adquisitiva, derivado de los beneficios del tipo de cambio, sino también para mexicanos que no tienen ingresos en dólares o en otra moneda extranjera. De ahí que en este momento se éste viviendo un verdadero descubrimiento en las playas de Puerto Escondido al sur de México, en uno de los estados con mayor representatividad cultural y racial de México, en donde la cultura, el arte y la naturaleza forman parte de la identidad intrínseca de Oaxaca. En lugares como éste es común escuchar a la gente hablar de la conexión con la verdad interna, del vínculo con el origen; es aquí en donde son aquilatan las propuestas de encadenamiento inmobiliario enfocadas en el bienestar en el “dejar ser”, porque más que un hermoso destino con playas magnificas y selvas exuberantes, Oaxaca ofrece un espacio para conectar con los demás, es como volver a ser humanos. Más que un destino de tendencia, ésta surgiendo un replanteamiento a la obsolescencia, se trata de un comportamiento diferenciado en el que se visualiza a las personas unidas como individuo, “yo”, y en donde simultáneamente se convierten en parte de un “nosotros” en una escala mayor. Es entonces, el surgimiento de un destino en el que se redefine el éxito del desarrollo inmobiliario medido por la realización personal, no sólo del resultado final de rendimiento de inversión, sino desde una óptica en donde la comunidad se ve como un catalizador. Se trata de una redefinición, sin etiquetas utilitarias que despersonalizan al ser parte de una estadística, paradójicamente las etiquetas generalizan y abstraen una sola realidad. Tratar a las personas como consumidores o clientes es admitir que dejan de ser humanos para convertirse en un número forzado sin orientación a la empatía, además es poco rentable. No creo que exista mejor alternativa, que priorizar propuestas inmobiliarias donde la línea que guíe el modelo sea una que respete a quien compra, vende, trabaja, estudia, reza, vive…viéndolo pura y simplemente como un ser humano. Es así como la lógica de la demanda del real estate en México en este tipo de destinos se inclina cada vez más a proyectos que ofrecen no sólo un precio competitivo, sino también la oportunidad de generar oportunidades de negocio que muestren la capacidad de los seres humanos de cambiar, de ayudar, de adaptar y liderear sus propias vidas, la de sus familias y la de sus comunidades. *CEO y Directora General de SILMÉXICO Investment Properties.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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