El uso de petróleo ligero en las refinerías mexicanas favorece la obtención de combustibles de mayor valor como gasolinas y diésel, que contienen un menor contenido de azufre, que se traduciría en mayores márgenes económicos para la empresa productiva del estado.
El directivo detalló que la empresa productiva del Estado tiene dos opciones: invertir en adaptaciones altamente costosas para las refinerías existentes o traer el crudo adecuado para los “fierros” que Pemex tiene. “Nosotros vamos a traer el crudo adecuado. En ese sentido, no solo se trata de la producción nacional, seremos más agresivos en traer crudo o lo que haga falta para maximizar el valor de los fierros que tenemos”, expresó Murrieta.Hoy Pemex enfrenta el nivel más bajo en producción de petróleo del que se tiene registro: 1.9 millones de barriles diarios, bajo la sombra de los 3.4 millones que alcanzó en 2004 gracias al yacimiento Cantarell, que ha venido en declive desde entonces.
La historia de México como importador se remonta al 28 de octubre de 2015, cuando la filial Pemex Comercio Internacional (PMI) recibió una licencia del Departamento de Comercio de Estados Unidos para realizar un intercambio de importación de crudo ligero a cambio de crudos mexicanos pesados.
Un año después, la Secretaría de Energía detalló en su prospectiva de petróleo crudo y petrolíferos 2016-2030 que México contemplaba importar 50,000 barriles diarios de crudo desde Estados Unidos a partir de 2018.
Los hidrocarburos que se traerían, según el documento, serían el crudo West Texas Intermediate (Grados API) y una mezcla conocida como Mars (Grados API 28-30). Dicha mezcla de crudos más ligera se destinaría para las refinerías de Tula y Salamanca en el período 2018-2020.
“(Esta medida) es muy normal en cualquier país. Lo hace cualquier empresa”, justificó Murrieta durante su ponencia. Lee también: ASA lanzará su Fibra E en mayo para modernizar infraestructura