La empresa Petróleos Mexicanos (Pemex) pretende recomprar dos plantas de hidrógeno que privatizó el gobierno priista de Enrique Peña Nieto.

Octavio Romero Oropeza, director general de la empresa productiva del Estado, reveló que durante el sexenio pasado, los exdirectores de la petrolera José Antonio González Anaya y Carlos Treviño vendieron las plantas de las refinerías en Tula, Hidalgo y Madero, Tamaulipas.

La razón detrás de la renegociación es que la compañía estatal pagará casi cinco veces más el monto que recibió por los activos durante la vida del contrato por abasto de hidrógeno.

“Esperamos en algún tiempo informarle, Presidente, acerca de esta solución que, creemos, es la adecuada: recomprar estas plantas y evitar este despilfarro a la Hacienda Pública”, declaró el funcionario durante la conferencia matutina de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Las plantas de hidrógeno son fundamentales en una refinería porque eliminan el azufre y nitrógeno del petróleo para producir combustibles más limpios.

En agosto de 2017, la administración de Gonzalez Anaya vendió la planta en la refinería de Tula a la empresa francesa Air Liquide por 52.7 millones de dólares (mdd). En dicho lapso, Pemex ha pagado 94% de esa cifra por el abasto de hidrógeno, mientras quedan 15 años de un contrato que exige un pago por 261 mdd adicionales.

Treviño concretó en abril de 2018 la venta del activo a la firma alemana Linde por 32.5 millones de dólares, mientras que la petrolera mexicana ha desembolsado 85% de ese monto por el suministo del gas, y el contrato de abasto contempla un pago de 146 mdd adicionales en los próximos 15 años.

“Cuando transcurran los 20 años de este contrato, esas plantas seguirán siendo propiedad de ellas y Pemex estará obligado a extender los contratos o construir nuevas plantas”, comentó Oropeza.

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Romero Oropeza recordó que el gobierno anterior tenía la intención de vender todas las plantas de hidrógeno en las seis refinerías de Pemex, incluso vendieron la de Cadereyta, pero la nueva dirección canceló la operación.

Durante el sexenio pasado, González Anaya justificó la venta porque para Pemex operar la planta era más costoso, mientras que otras empresas de refinación en el mundo tercerizaban el servicio con el fin de reducir los paros operativos y generar ahorros.

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