Por Raciel Sosa* El pensamiento lineal nos lleva a tener una sola forma común, natural o aprendida, de hacer las cosas; es lo que la gente espera de ti. Al contrario, un pensamiento divergente nos ofrece múltiples opciones para llegar a un mismo resultado, abriéndonos a la posibilidad de hacer cosas totalmente nuevas, logrando, además, llegar a nuestra meta de manera más rápida y menos costosa. En este sentido, aunque el pensamiento lineal también suma, a largo plazo es el pensamiento divergente el que nos permite la evolución, desarrollo y un crecimiento acelerado, ya que es un factor multiplicador. Su valor en las organizaciones En el terreno laboral, es de gran valor que los colaboradores de una compañía tengan un pensamiento divergente. Considero que las empresas deberían de promover más que los empleados puedan empezar a generar alternativas que vayan por otro camino, que promuevan la disrupción, la creatividad y la innovación, y que, controladamente, las echen a andar; se trata de “mirar fuera de la caja”. Hay personas que nacen con cierta disposición a tener este pensamiento, pero todos podemos aprender. Aunque las compañías reconocen su importancia, frecuentemente, este tipo de pensamiento genera una discusión interna. Todas las compañías hablan de su importancia, pero, en la práctica, la mayor parte de las empresas lo extinguen o lo apagan porque atenta contra el statu quo. Todos entienden su valor, pero también lo amenazante que es, y es el mismo entorno social lo que apaga estas iniciativas. Empresas exitosas destinadas al fracaso Todas las empresas que demostraron ser exitosas en el siglo XX están destinadas a fracasar en el siglo XXI, a menos que promuevan un nuevo modelo de negocios y para eso requieren un pensamiento divergente, asertivo e innovador; es decir, ya no es conveniente, sino necesario para la supervivencia de su negocio. Asimismo, cabe mencionar que este tipo de pensamiento, actualmente, viene, en buena medida, de la mano de los millennials. De hecho, buena parte de las organizaciones que han sido exitosas en el siglo XX en áreas como la tecnología, por ejemplo, están muy preocupadas porque las startups, que son las empresas nuevas que tienen a lo sumo 5 o 10 años de antigüedad, fundadas, en muchas ocasiones, por recién egresados, con un pensamiento divergente, han desafiado a los grandes monstruos organizacionales que hoy están en riesgo porque saben que les están “arrancando un pedazo del pastel” y que los rebasan con poca gente, mucha digitalización y con una gran orientación al mercado y al cliente. Qué hacer para desarrollar un pensamiento divergente
  • Educar a la gente en este tipo de pensamiento
  • Crear prácticas y procesos que fomenten el uso y la práctica de la divergencia
  • Reconocer, premiar o estimular este tipo de iniciativas; es decir, premiar la divergencia dentro de la organización.
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