Por Nuria Marín Raventós* Hace unas semanas escribí cómo el caso de Harvey Weinstein, poderoso productor de la industria cinematográfica -quien ante decenas de denuncias que desnudaban una vida de acoso y violencia sexual, y fuera despedido de su propia empresa y de la Academia-, podría convertirse en un punto de inflexión en la lucha contra la violencia sexual. Su caso, al igual que el de otros poderosos que han caído, desnudaron una cultura cómplice y de encubrimiento con impunidad, que por muchos años acompañó a poderosos agresores, por lo que el 2017 se recordará como el año en que hombres y mujeres dijeron ¡BASTA YA! Y digo hombres y mujeres porque el llamado a romper el silencio, a escuchar a las víctimas y creerles, si bien beneficia a las mujeres porque son la mayoría de las afectadas también favorece a los hombres, siendo un ejemplo la ruptura de Netflix con el actor Kevin Spacey. Símbolo de ese basta ya son campañas como la de #MeToo, invitación para que las víctimas se animen a contar sus historias, y la avasalladora respuesta que en Twitter fue de un millón en las primeras 48 horas y en Facebook de 12 millones en 24 horas, cifras reveladoras de la profundidad del problema. Lee: Encaminemos el debate al respeto entre hombres y mujeres: Consejeras Forbes Ésa es la razón del porqué la revista Time denominó como personaje del año a “The Silence Breakers”, refiriéndose a todas las que con valentía se han animado a romper el silencio, y el diario inglés Financial Times designó a Susan Fowler como persona del 2017 por ser quien denunció haber sido víctima de acoso sexual en Uber, junto a la cultura cómplice de la empresa. Igualmente 300 actrices, productoras, escritoras, incluidos hombres del cine lanzaron la iniciativa Time’s Up, cuyo objetivo es pasar de la denuncia a la acción con una agenda muy concreta: la creación de un fondo legal de 13 mdd (y aún recaudando) para ayudar a trabajadoras de cualquier actividad, que no tengan medios para acceder a la justicia, reconociendo que la industria cinematográfica es sólo una muestra de una cultura que hay que eliminar y que muchas mujeres no denuncian por no tener los medios económicos o por temor a perder sus empleos. Ésa es también la razón de que en la ceremonia de los Globos de Oro, Oprah en su discurso de aceptación del premio Cecil B. de Mille personificara la denuncia de los asistentes, hombres y mujeres vestidos de negro como un acto colectivo de solidaridad y denuncia contra la violencia sexual. Incomprensible e inaceptable resulta una carta firmada por más de 100 artistas e intelectuales francesas en el diario Le Monde criticando la campaña #MeToo y definiéndola como una “acto de puritanismo y de odio en contra de los hombres”. Ellas también defienden el derecho de los hombres a molestar, tocar, tratar de robar un beso, o el envío de mensajes de texto con contenido sexual como un derecho a la conquista y su denuncia como una cacería de brujas. Te puede interesar: The Silence Breakers, personajes del año de la revista Time Nada más lejos de la verdad, que evidencia además un desconocimiento tanto del principio de inocencia y el debido proceso que priva en todo estado de derecho, como la cultura de impunidad y violencia que apenas se ha empezado a destapar. Como bien lo señaló Caroline De Haas, esta carta “trata de reconstruir el muro de silencio que hemos empezado a derribar.”  Cierro mi columna con las palabras de Oprah: “hay un nuevo día en nuestro horizonte y lucharemos para que ninguna persona pueda decir #MeToo”. * La autora es empresaria y analista política

 

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