Hace sólo seis días, se entregaba el certificado que acredita un logro histórico: México logra reducir al 4% la población en rezago educativo, y poca o nula difusión se le dio en medio de la transición a tan importante logro. Durante los últimos seis años, se llevó a cabo la CNAARE (Campaña Nacional de Alfabetización y Abatimiento al Rezago Educativo) para los mexicanos dentro y fuera del territorio nacional. La Campaña estuvo bajo la operación del INEA (Instituto Nacional para la Educación de los Adultos); Instituto que en el sexenio de Enrique Peña vio el paso de cinco Directores Generales. Librar a México del yugo del analfabetismo y del rezago educativo no es tarea fácil, hoy, México tiene únicamente el 4% de población en rezago educativo y es tarea titánica mantener y reducir aún más ese número pues año con año en México se aumenta la deserción escolar. Discutir el presupuesto en torno a la educación no tendría lugar en un país en el que la apuesta fuera la educación. La educación que habilita y fortalece, no la que entrega estímulos, pero no vincula. Las políticas públicas del naciente gobierno de México deben perfilar una homologación para que, desde el nivel Municipal hasta el Federal, la educación sea una real prioridad y logre incorporar con esquemas técnico-profesionales a los jóvenes para su mejor desempeño en el ámbito profesional. Abatir el rezago educativo no sólo es luchar contra el analfabetismo (que por definición es la incapacidad para leer y escribir); es luchar contra la creciente tendencia hacia la deserción escolar que frena la incorporación de los jóvenes hacia el sistema de enseñanza media superior. No podemos pensar en abrir más universidades, cuando el rezago está creciendo en la continuidad educativa hacia la preparatoria. La incorporación a las universidades debe ser una meta posterior, una vez alcanzado un grado óptimo de inclusión en el nivel medio superior. La estrategia en línea implementada por la Secretaría de Educación Pública con la Prepa en Línea y la Universidad a Distancia, resultaron ser ejercicios extraordinarios, pero que abrieron otra dimensión del analfabetismo, el digital. Y es que en México, hoy por hoy, sigue habiendo un número muy importante de ciudadanos que, aunque letrados, no han desarrollado las habilidades digitales necesarias para el uso e implementación de las TICs. Desde el ámbito local (municipal) son muchos los retos y muchas las limitaciones que tienen los gobiernos para incidir positivamente en el fortalecimiento de la política pública educativa marcada por la Federación. Al no haber escuelas municipales y tener subsistemas (en algunos estados) federales y estatales de educación, los gobiernos locales poco pueden hacer para promover la continuidad educativa. La oferta de cursos gratuitos de educación media superior (a través de programas de Prepa en línea o Prepa abierta) no son exitosos del todo porque falta la vinculación con la parte laboral. Debemos ser sensibles ante la necesidad de empleo, pero también ante la falta de amor por el estudio. En México, seguimos sin apreciar de manera genuina el valor de la educación. Y, ¿cómo hacerlo si el sistema educativo es el mismo del siglo pasado? Que prepara para trabajar, pero no para emprender; que no desarrolla un sentido multicultural, ni artístico, mucho menos deportivo. Nuestro presidente López Obrador, tiene en las manos la oportunidad de trascender también en el ámbito educativo, más que los nombramientos generales, se le debe apostar a quienes, al menos en el sector educativo, deportivo y cultural, tengan la experiencia y la trayectoria en cada ámbito para que con pasión y no con grilla hagan política pública y no solo administración pública. En México hay talento, sólo hay que darle la oportunidad.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @ArleneRU Linkedin: Arlene Ramírez-Uresti Google+: Arlene Ramírez Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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