Hoy día, se ha convertido en algo normal hablar de «tribus» políticas en lugar de partidos o posiciones políticas. Esto implica un sentimiento de afiliación más profundo, más cercano a la relación familiar y muy difícil de romper. Toda nuestra identidad está definida por esta tribu y, una vez que se es miembro, abandonarla puede acarrear terribles consecuencias.

El auge de las tribus en línea requiere nuevas estrategias para contrarrestar la difusión de información errónea. No basta con publicar información correcta en línea; debe dirigirse a las comunidades que más lo necesitan y hacerlo de una manera que tenga éxito en lugar de alejarlas más.

Pero ¿cómo convencer a la gente para que crea en los hechos cuando sus creencias y dudas personales se interponen en el camino? Este es precisamente el tema sobre el que debatí con el conocido experto estadounidense en demoscopia Frank Luntz en nuestra última conversación de mi serie Garry in lockdown.

Las opiniones y posiciones compartidas por sí solas pueden ser la base de las tribus de hoy

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Observemos la tendencia: los requisitos cada vez más específicos y reducidos para la afiliación tribal. La fidelidad y el fanatismo que antes se reservaban para la familia o un ser supremo ahora se pueden encontrar en los partidarios de un político o en algunas opiniones políticas y sociales.

La pasión que mueve estos grupos tribales puede rayar en lo religioso, lo cual implica un peligro. Cuando alguien cree que sus creencias no solo son correctas, sino que quienes no están de acuerdo con ellas son apóstatas, esto conduce fácilmente a la radicalización e incluso a la violencia.

Gracias a las redes sociales, las alianzas tribales se forman casi al instante, de forma global y sin necesidad de compartir antecedentes más allá de la capacidad de acceder a Internet. Esta gran disponibilidad también hace que las tribus sean vulnerables a la manipulación y la amplificación por parte de personas malintencionadas, desde estafadores que tratan de ganar dinero hasta agentes que buscan difundir desinformación para provocar el caos o debilitar a su adversario.

Las plataformas de las redes sociales alimentan el tribalismo en línea

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Otra característica del tribalismo en línea es cómo lo alimentan las propias plataformas, de una forma automática y algorítmica. Muchos estudios demuestran cómo los sitios de redes sociales actúan como «motores de radicalización», empujando a las personas hacia el contenido más extremista. El sistema está diseñado para crear un vínculo, ofrecer a la gente el contenido que le gusta y mantenerla en el sitio durante el mayor tiempo posible para vender más anuncios. Parece algo inocente, pero veamos los resultados.

¿A esa persona le ha gustado el vídeo o el grupo sobre los riesgos de la inmigración o protestas callejeras? Aquí tiene contenidos parecidos que gozan de popularidad, como contenido racista o de apoyo a un movimiento violento. ¿Ha compartido una publicación sobre un procedimiento médico controvertido? El algoritmo entonces le ofrece más publicaciones, pero estas pueden contener información sin base científica o sugerir que la verdadera causa de la covid-19 son las torres de telefonía 5G.

Si se repite el efecto millones de veces al día o por hora, y solo se necesitará un pequeño porcentaje de personas para crear un potente efecto dominó. Las tribus se forman en torno a estas creencias infundadas y a menudo peligrosas, las cuales se convierten en parte de una identidad compartida. Los creyentes se aíslan más de los no creyentes y se oponen a ellos. El movimiento conocido como «QAnon» o simplemente «Q» nos muestra lo rápido que pueden crecer e influir en el mundo no virtual.

Tribus en línea con efectos nocivos para la salud

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Los resultados políticos de estas tribus en línea los vemos por todas partes, y también se producen otros efectos peligrosos para todos. Un buen ejemplo es lo que suele denominarse «el movimiento antivacunas», personas que creen que las vacunas son peligrosas, o incluso que son parte de una terrible conspiración. Provienen de todos los orígenes, desde las activistas “verdes” que dicen que las vacunas no son saludables o los fanáticos religiosos que no quieren «interferir en la obra de Dios» hasta los antigubernamentales que ven como sospechosa cualquier iniciativa pública.

Llamar a la mayoría de ellos «escépticos» de las vacunas es hacer un flaco favor a la honorable tradición del escepticismo, que se apoya en la evidencia y la lógica para sustentar teorías y afirmaciones. Se trata nada menos de la base de toda ciencia. Las conspiraciones y los rumores sin fundamento de la mayoría de los sitios antivacunas representan justo lo opuesto. Por supuesto, estos grupos ya existían mucho antes que Internet, y antes de que agentes extranjeros hostiles avivaran las llamas. Pero la capacidad que tiene Internet para acelerar las tendencias y unir a individuos dispares no tiene parangón. Lo mismo que la capacidad de los instigadores externos para infiltrarse fácilmente en una tribu en línea.

El hecho de que la mayoría de estos grupos sean ad hoc y estén dispersos no los hace menos peligrosos, especialmente cuando se afilian a una tribu más grande, como una política. Lo estamos viendo ahora en las encuestas en los Estados Unidos, en las que el 50 % de los republicanos que apoyaron a Donald Trump dicen que no se vacunarán contra la covid-19. La mayoría de ellos son los mismos que se oponen al uso de las mascarillas o al confinamiento. (También existe una considerable coincidencia con aquellos que afirman que las elecciones de 2020 le fueron robadas a Trump, una teoría de la conspiración aún más peligrosa).

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La vacunación se basa en inocular a una cantidad personas suficiente para alcanzar la «inmunidad de rebaño» y conseguir la disminución y posible desaparición de la enfermedad. Si una cantidad considerable de ciudadanos se niegan a vacunarse, resultará mucho más difícil o incluso imposible alcanzar ese objetivo. ¡Es como si un grupo de hackers difundiera la teoría de la conspiración de que las VPN y el software antivirus son aplicaciones realmente peligrosas que deberían desinstalarse y evitarse! (Mejor no darles ideas).

Aprendiendo a hablar con las tribus

Promover sentimientos negativos sobre cosas buenas resulta tan malicioso y peligroso como promover cosas dañinas. Estamos inmersos en una crisis, por lo que no basta con anular a los negacionistas. De alguna manera, deben ser convencidos o incentivados, ya que los intentos de coerción solo juegan a favor de sus teorías de conspiración.

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Los hechos no resultan suficientes si el público al que se dirigen es demasiado suspicaz u hostil para escuchar. Una de las principales conclusiones del focus group de Luntz es que la audiencia debe participar de la conversación, en lugar de sentir que los políticos y expertos de los que desconfían le están dando lecciones u órdenes. A menudo confían en sus amigos de las redes sociales o incluso en desconocidos de su «tribu» sin ningún conocimiento especializado sobre la materia. Para ser escuchado, se debe enviar mensajes desde dentro del grupo, no solo desde fuera. Se trata de un procedimiento complicado, pero que debemos mejorar, de lo contrario quedarán al margen más personas, fuera del alcance de los medios de comunicación tradicionales.

La educación, o la desprogramación, no es suficiente y las cosas pueden empeorar si no se realiza correctamente. Es necesario proporcionar el mensaje correcto, y hacerlo de la manera correcta. Teniendo en cuenta esto, tal vez podamos hacer que los algoritmos funcionen esta vez a nuestro favor, encontrando los anuncios favorables a la vacunación capaces de obtener los mejores resultados. Como ya saben, prefiero trabajar con las máquinas en lugar de contra ellas.

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Garry Kasparov, maestro del ajedrez, presidente de la Fundación de Derechos Humanos en Nueva York y embajador de la seguridad de Avast*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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