Desde siempre, existe en el mundo de los negocios un gran debate sobre cuándo es el mejor momento para invertir. Para algunos el mejor momento para invertir es cuando la economía va bien, las expectativas están altas y se viven buenos momentos. En esas condiciones existe certidumbre, se asegura que las inversiones rendirán frutos y el retorno de la inversión está de alguna forma asegurado. Para otros, paradójicamente, esto es justamente al revés. Los mejores momentos para invertir son cuando la economía está en desaceleración o se enfrentan situaciones inciertas que pueden ocurrir como oportunidades para cambiar las reglas del juego, o conseguir gangas que serían impensables en tiempos de bonanza. Los adversos al riesgo consideran que los momentos de crisis son justamente momentos en los que no se deben asumir riesgos, pues el retorno no está asegurado. Con frecuencia se dice que en chino la palabra crisis está formada por dos caracteres que corresponden, por un lado, a peligro y, por el otro, a oportunidad. Cierto o no, lo que sí podemos decir es que inherentemente todo cambio o crisis trae implícita una oportunidad. Los tiempos que vivimos con los cambios observados a nivel internacional como el Brexit, el surgimiento de movimientos de extrema derecha en países como Francia, y el triunfo de Trump en los Estados Unidos tienen y/o tendrán un impacto directo en el statu quo de la política, la economía y el comercio del mundo. En el caso de México, las preocupaciones van por las afectaciones al TLCAN y la relación con Estados Unidos, con la depreciación del peso mexicano, el repunte de la inflación y el aumento reciente en los precios de los combustibles. Esto, en una forma natural y pragmática, y también automática, cuestiona a las empresas a implementar iniciativas para reducir sus costos. Sin embargo, si bien esto ayuda y es algo que hace sentido, la reducción de costos también puede impedir que veamos otras oportunidades que se abren si somos capaces de asumir opciones no conocidas. Diversificar nuestros mercados de exportación y buscar nuevos clientes para nuestros productos, fortalecer nuestro mercado interno para apoyarnos más en nuestra demanda nacional, así como de darle cierta preferencia a los productos mexicanos, son algunas de estas opciones.   Reinvención del rumbo Los tiempos en que íbamos en “piloto automático” y en los que dependíamos de qué tanto crecían nuestros vecinos del Norte han quedado parcialmente atrás. Nos enfrentamos a un reto completamente nuevo: ya no se trata de “administrar el negocio”, sino de reinventarnos. Es tiempo de reinvención. Y la reinvención requiere la participación de nuestra gente en el diseño de novedosas estrategias para hacer frente a estas circunstancias.   ¿Pero qué oportunidades hay realmente?
  • La depreciación cambiaria, que generalmente obtiene poca atención, puede ser una de estas ventajas. Abre una oportunidad para aprovechar nuestra capacidad manufacturera y atraer la producción de muchos productos de otras regiones hacia México. Nuestra competitividad en costos, aunada a nuestros tratados comerciales que nos dan ventajas arancelarias, hacen que seamos bastante competitivos y podamos establecer operaciones completas en nuestro territorio. La oportunidad de reubicar y traer a México líneas de producción de manufactura es importante.
  • Igualmente, la revisión de nuestros costos logísticos, de nuestros portafolios de productos y el replanteamiento de nuestra cadena de suministro vienen inmediatamente a la mente.
La sustitución de importaciones con productos nacionales y la integración de mayor contenido nacional en nuestros productos
  • En el tema de servicios, la producción de contenidos a los costos actuales representa una gran ventaja para toda nuestra región de habla hispana. El talento e ingenio mexicanos son reconocidos y éste puede ser el empujón para darnos a conocer en forma más contundente. Requerimos posicionarnos y mostrar de qué estamos hechos.
  Otra mirada, otras conversaciones Ahora, la verdadera reinvención está en nuestra forma de ver las cosas y en nuestra forma de trabajar. Aprovechar oportunidades implica salirnos del día a día, de la inercia de siempre con la que hacemos las cosas. Implica despertar, tomar con el corazón nuestro trabajo y transformar los productos y servicios que producimos. Implica también desaprender mucho de lo ya aprendido y de trabajar más que nunca en equipo. Necesitamos redefinir nuestro rumbo dentro de las empresas permitiendo que -desde nuestra propia gente- surjan ideas que impulsen esta reinvención. Es necesario crear un espacio seguro para la reinvención en el que exista la participación de la gente, que haya las estructuras de trabajo que permitan probar las ideas, incubarlas y, sobre todo, movilizarlas dentro de la organización para convertirlas en estrategias y proyectos que reditúen en alternativas de crecimiento importantes. Al interior de las empresas es necesario tener las conversaciones que nos permitan convertir las posibilidades en oportunidades concretas para generar resultados específicos. Convertir una posibilidad en oportunidad requiere crear proyectos con estructuras concretas para echarlos a andar. Implica pensar fuera de la caja. Tomar el control en la forma de responder y encarar las situaciones. De hecho, si uno mira las encuestas de los especialistas sobre la marcha de la economía y los pronósticos para 2017 y 2018, lo que se observa son estimaciones más negativas sobre el futuro que nos espera. Bajar costos es un enfoque de escasez para obtener un resultado. Pero es sólo un enfoque. Y hay otras opciones. ¿Reinvención o piloto automático?   Contacto: Correo: thecatalist@thecatalist.org Twitter: @MxPiensaMas Facebook: JFloresKelly Páginas web: México Piensa Mas / elcatalista Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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