Primero fue su “camello”. Después, su fotógrafo. “Spanish Tony”, el nombre con el que Keith Richards bautizó a su amigo Tony Sanchez, retrató a los Rolling Stones en sus años de mayor gloria en unas imágenes que ahora se exhiben por primera vez.

Las 28 fotos que expone para su venta la J/M Gallery, en la londinense Portobello Road, recogen algunos de los momentos álgidos, pero también más estupefacientes, de la carrera de sus Satánicas Majestades.

Todos los elementos que cimentaron la leyenda de los Stones se encuentran ahí: desde las descomunales demostraciones físicas de Mick Jagger sobre el escenario a los”‘viajes” psicotrópicos producidos por las drogas.

La exposición no se esconde desde su propio título, “Elegantly wasted”, nombre que toma prestado de un disco de la banda australiana INXS, que vendría a significar algo parecido a “elegantemente colocados”. Drogadictos, sí. Pero con glamour.

No en vano, el propio autor de las fotos era quien a menudo les procuraba las sustancias. Aunque “Spanish Tony”, que murió en el año 2000, era algo más que un simple conseguidor.

Su talento como fotógrafo aparece en las 28 fotos que componen la muestra, que se centra especialmente en el final de la década de los 60 y comienzos de los 70, una etapa en la que los Stones produjeron obras maestras como “Beggars Banquet” y que acaba con su “exilio” en Francia para esquivar sus obligaciones fiscales en el Reino Unido.

Sanchez, que recibió el apodo por sus orígenes españoles, conoció a los Rolling Stones a través del galerista Robert Fraser.

Según Keith Richards,”Spanish Tony” ayudó a Fraser con deudas de juego y se convirtió en su asistente personal, tras haber sido crupier y portero de discoteca.

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‘Spanish Tony’, fotógrafo de los Rolling Stones, revela el apogeo de la banda en su primera exposición

Durante ocho años Tony fue la sombra de la banda, además de su fotógrafo oficial en el festival “The Stones in the Park”, que se celebró en el londinense Hyde Park en 1969.

Un día que llevaba un encargo de cocaína para Jagger y Richards en un concierto, tuvo un encontronazo con un guardia de seguridad y decidió que tenía que frenar su vida de crápula. Dio media vuelta y se fue a una clínica de rehabilitación.

Años más tarde, se reencontró con Richards en un hotel de Nueva York, donde fue sometido a un brusco cacheo por parte de los “gorilas” de la banda, y acabó partido de la risa en una suite con el guitarrista y su mujer Patti.

Todo esto lo cuenta Sanchez en su libro “Up and down with the Rolling Stones” (“Arriba y Abajo con los Rolling Stones”), que en 1979 fue el primero en relatar las intimidades de la banda. 

Jagger y los suyos no acogieron precisamente con alegría las revelaciones que en él se vertían.

“Keith Richards intentó impedir su publicación. En aquel momento era el pico de su adicción a la heroína y Jagger estaba muy metido en la cocaína, y Tony estaba ahí. Solo mostró lo que todo el mundo sabía. Pero era un nivel de depravación que nadie había desvelado”, explica Oliver Bayliss, propietario de Bayliss Rare Books, responsable de la venta.

La sangre no llegó al río, cuenta Bayliss, y tras la salida del libro hicieron las paces y recuperaron la relación.

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Si los secretos de los Stones dieron para un libro (o para cientos de ellos), la vida de Sánchez no fue menos novelesca.

Su hijo Steven fue criado por sus abuelos, quienes le contaron que su padre, Tony, era en realidad su hermano. 

No descubrió la verdad hasta muy tarde en su vida. Por eso, cuando recibió como herencia tras la muerte de su padre en el año 2000 miles de negativos en un desván de su casa del sur de Londres, no les prestó la menor atención.

Las fotos se llenaron de polvo durante años. Ya en su lecho de muerte, hace apenas un par de años, Steven reveló a sus hijos, Nick y Matt Dominguez, quién había sido su abuelo, su relación con los Rolling Stones y el asombroso archivo fotográfico que se guardaba en el ático.

Los nietos montaron la compañía “Spanish Tony Media” para promocionar el material legado por su padre y contactaron con Bayliss para que éste se ocupase de comercializar una cuidada selección de 28 fotografías.

Las imágenes, que van desde las 1,200 libras (1,400 euros) hasta las 4.500 libras (5,250 euros) por las de mayor formato, muestran a un fotógrafo de gran calidad, según Bayliss.

Y, promete, aún quedan muchas más esperando su momento para ver la luz.

Con información de EFE.

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