La seguridad es una de las mayores preocupaciones de las y los mexicanos. Vivimos una ola incesante de inseguridad y homicidios, la intensificación de su crueldad y su dispersión en todo el país. Como ya lo han señalado diversos especialistas, esto se nutre de impunidad. Es la falta de justicia la que hace sentir a la sociedad absolutamente vulnerable y la que hace sentir todopoderosos a los delincuentes, igual al ladrón del metro que al narcotraficante más sanguinario. La atrofia institucional en la procuración e impartición de justicia a nivel federal y estatal es contundente y el escenario no mejorará si las decisiones no cambian. Por eso, es preocupante que, frente a diagnósticos tan claros como el incremento de la violencia aún con la presencia de las fuerzas armadas en buena parte del territorio nacional (como lo ha señalado, entre otros, Ernesto López Portillo), el próximo presidente de la República haya insistido, en Tlatelolco, en crear una guardia nacional y un ejército de paz, mezclado con una extraña idea que recuerda la estrofa de nuestro himno nacional: “un soldado en cada hijo te dio”. Es claro que el 1 de julio la mayoría de las y los mexicanos votaron por una transformación profunda, sí, pero no por la improvisación. En su discurso en Tlatelolco, López Obrador se refirió a su diagnóstico. Señaló que la Policía Federal había sido creada para poder regresar al Ejército a sus cuarteles y que no había funcionado, que ni siquiera había infraestructura en los estados para que pudiera desempeñar sus funciones y que había caído en lo mismo. Por ello, refirió el presidente electo, no hay muchas opciones y el Ejército debe continuar en las calles porque de lo contrario la gente quedaría en la indefensión. Aunque algunos argumentos son ciertos, los especialistas han señalado que sí hay alternativas, e incluso sostienen que la peor idea es continuar la ruta de la seguridad militarizada. La presencia del Ejército en estados y municipios no ha reducido de manera sostenible la delincuencia, es decir, la gente sigue en la indefensión aún con las Fuerzas Armadas. Además, los controles civiles de su actuación son débiles y esta situación impide generar soluciones de largo plazo. La organización Causa en Común ha documentado las circunstancias en que viven y se desempeñan las policías del país: bajos salarios, ninguna seguridad social, a veces pagan por su equipo, sus familias están desprotegidas. Muy diferente a lo que ha sucedido para la Defensa Nacional que ha venido incrementando su presupuesto, salarios y prestaciones. El nuevo sistema de justicia penal, que tuvo un plazo de transición para su implementación, presenta fallas por la negligencia de las autoridades responsables en todo el país y el mal uso de recursos. La fiscalía general de la República y el sistema nacional anticorrupción están estancados por falta de interés en que la institucionalidad del país trabaje para el bien común. La crisis de desapariciones forzadas, tortura, feminicidios y otras graves violaciones a derechos humanos no pueden ser investigadas y atendidas por esta falta de recursos y capacidad institucional. ¿Por qué se ha decidido financiar más la vía militar que la construcción de un verdadero Estado de Derecho con todas las transformaciones urgentes que ello implica? ¿A quiénes han escuchado los presidentes y sus gobiernos? ¿A quién conviene esa decisión? A la sociedad mexicana, no. Si queremos una verdadera transformación democrática como la que propuso López Obrador, la seguridad no puede ser militarizada; la seguridad pública en manos de policía civil es una de las características básicas de los Estados Democráticos de Derecho. Los Ejércitos, por definición, no son de paz y mucho menos son democráticos, pues su operación es jerárquica e inapelable, contrario a la característica de los gobiernos democráticos. Por eso, el Ejército debe cumplir la función para la que fue creado y tener controles civiles. Dice la multicitada frase de Einstein que la locura consiste en hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes. Si López Obrador sigue escuchando las mismas voces que escucharon los presidentes anteriores, la cuarta transformación fracasará, pues no hay nada más urgente para la sociedad mexicana que acabar con la violencia e inseguridad en que vivimos.   Contacto: Twitter: @fer_salazarm Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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