El informe del presidente Andrés Manuel pasado fue como se esperaba, si hubiéramos quitado su voz y hubiéramos puesto la voz de Enrique peña Nieto o cualquier otro de los presidentes anteriores, habíamos visto que los temas la cifras y el tono no varían en el discurso presidencial. Si bien es cierto que se ha planteado una diferencia con respecto al neoliberalismo y la lucha contra la corrupción, seguimos escuchando triunfalismos, falta de autocrítica y un exceso en el uso de lugares comunes, además de la consabida división entre conservadores y “liberales” que el presidente ha utilizado como base de su discurso. Los aciertos del informe, pueden ubicarse en un conjunto de acciones que se han realizado, que se plantearon como símbolos de la campaña y que han sido trabajados por el presidente en estos primeros meses, particularmente aquellos que tienen que ver con el dispendio, los excesos y las prestaciones que el personal de servicio público tuvo históricamente. Por ejemplo, su continua referencia a la transformación de los Pinos en un espacio cultural, al hecho de que no usa el avión presidencial, que desapareció al Estado Mayor presidencial, entre otros aspectos, marcan esos símbolos de oprobio en los que se encuentran una buena parte de apoyo de las personas al presidente. Sin embargo, y bajo la idea de que las cosas ahora son distintas, el presidente hace un uso parcial del discurso, cuando dice que él ya no interviene en ningún poder y en ningún espacio de decisión política, que no sea el del presidente. Sin embargo, la política se caracteriza, porque los actores buscan influir en la toma decisiones, en las mayor parte de los lugares en que puedan hacerlo, por lo que es previsible que el presidente, sin decirlo y aunque diga que no, interviene de manera activa en las decisiones no únicamente de los poderes otros poderes, a través de sus mayorías en el congreso, o su influencia en el judicial, sino que también lo hace en los órganos autónomos y el resto de la administración pública. Otro de los aspectos que resaltan en el discurso presidencial, tiene que ver con la idea sobre su supremacía sobre aquellas personas, a quienes llama conservadores, montado en el discurso del siglo XIX, utilizando como base los planteamientos de Benito Juárez. Sin embargo, el presidente niega la pluralidad política que caracteriza al país, y tilda de conservador a todo aquello que establece la más mínima crítica en contra de lo que él piensa, aun así, eso venga de sus propios grupos de apoyo. Eso raya en el espacio de lo religioso, donde las personas se ubican en un contexto de un código de conducta, sobre el cual se juzgan las acciones de los demás, ubicando el apego o desapego de los dichos y las acciones de todos los actores, con respecto a los valores que resalta dicho código, por lo que excluye cualquier otra posibilidad de discusión en torno a posiciones contrarias a la suya en la misma lógica que siguen los gobiernos populistas contemporáneos. Tal vez el principal elemento que podemos ubicar en el discurso presidencial gira en torno a la idea del combate a la corrupción como política central de su gobierno, pues es ahí donde tendríamos que centrar buena parte de la evaluación, para entonces ver como el combate a la corrupción ha logrado modificar no únicamente las prácticas gubernamentales. Sin embargo, es ahí, como en otros espacios de discusión, donde no hay información sobre lo que realmente ha ocurrido en estos primeros meses de gobierno, pues con excepción del caso Lozoya y el caso Robles, no sabemos cuántas personas en contexto del gobierno han sido sujetas a procesos administrativos y judiciales por actos de corrupción. En ese sentido, si no se despliega una estrategia para el combate y castigo a la corrupción, que reduzca otro de los temas fundamentales que el presidente recalca como la impunidad, pues entonces podríamos encontrar las deficiencias del discurso presidencial.   Contacto: Twitter: @aglopezm Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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