La playa el Tunco, ubicada a 42 kilómetros de San Salvador, está prácticamente vacía, al igual que sus coloridas calles, pero cuando las olas comiencen a crecer, poco a poco llegarán los surfistas que han hecho de El Salvador uno de los enclaves a nivel mundial más atractivos para practicar este deporte. Lo ocurrido en este lugar parece un reflejo de lo que sucede en todo el país, que de manera gradual y con una oferta integrada por volcanes, islas, mar, zonas arqueológicas, arquitectura y áreas naturales empieza a llamar la atención de los viajeros internacionales que, de acuerdo con datos oficiales, en 2017 atrajeron 2.2 millones, 9.5% más que en 2016. No obstante, la incipiente infraestructura turística y física, la falta de una marca país perfectamente identificable en el mundo, y una reducida oferta de actividades hacen que el peso que tiene esta industria en el desarrollo económico del país diste del que existe en Panamá, Costa Rica y Guatemala. Puedes leer: San Salvador quiere aprender de las buenas prácticas de la CDMX Pero el crecimiento es más que evidente al comparar los años previos. En 2017, el gasto turístico total realizado por los turistas y excursionistas extranjeros fue de 1,265 millones de dólares (mdd), 6.9% más que en 2016, según cifras gubernamentales; a este monto hay que sumar aproximadamente 220 mdd procedentes del mercado interno. Como referencia, el generador de recursos número uno del país todavía son las remesas, que en 2017 representaron 5,000 mdd, de acuerdo con los indicadores del Banco Central de Reserva de El Salvador. En más datos que permiten dimensionar la evolución de esta actividad, en 2009 aportó el 2.5% (516.6 mdd) del PIB del país, mientras que en 2016 contribuyó con el 4.4% (1,183.4 mdd) y está previsto que llegue a 5%, aunque el anhelo del gobierno central es que algún día alcance el 10%. Tras la gran ola Estos números están soportados por una estrategia gubernamental que consiste en desarrollar el turismo “de adentro hacia afuera”, para lo que se implementó el programa Pueblos Vivos, que pretende incorporar a las alcaldías a la dinámica de esta industria. Este proyecto está integrado por comités de desarrollo turístico locales en los que participan gobiernos, empresarios, organizaciones no gubernamentales, grupos religiosos, etc. De este modo, las localidades inscritas reciben promoción turística con recursos públicos, al igual que capacitación para los prestadores de servicios; por ejemplo, han notado que en zonas como el departamento de San Miguel, donde se practica el surf, necesitan aprender portugués, por encima del inglés, debido a la fuerte presencia de brasileños. “Hay mercados específicos y los hemos empezado a manejar de acuerdo al producto turístico que nosotros tenemos, antes no se manejaba así”, recuerda Roberto Edmundo Viera Díaz, viceministro del Ministerio de Turismo de El Salvador (Mitur). En un principio había alrededor de 30 o 40 alcaldías en el programa de Pueblos Vivos, y tras casi una década del programa, el año pasado alcanzó las 256. “Fue creciendo poco a poco [el turismo], con esas estrategias se incorporaron los municipios y eso ha generado un impacto muy fuerte en el país a nivel local, entonces todo el mundo ahora en las alcaldías habla del turismo como un componente para tenerlo en cuenta para el desarrollo de los locales en el país”, explica Viera Díaz. Esto también ha fortalecido el turismo interno, que el año pasado registró 10.9 millones de viajes, hecho que ha detonado micro, pequeñas y medianas empresas en las rutas turísticas: “Se ha generado un valor intangible en la economía; los jóvenes que empiezan a invertir y a meterse en un negocio, piensan más en el sector turístico que en otro sector para arriesgarse, creen que el turismo va a ser más rentable”, opina el viceministro. Para captar un mayor número de visitantes extranjeros, el gobierno central ha puesto énfasis en fortalecer la marca país “El Salvador, grande como su gente”, la cual es promocionada por el Organismo Promotor de Exportaciones e Inversiones de El Salvador (Proesa). El objetivo es que, incluso, todo el sector privado la utilice como lema en las ferias internacionales y con los operadores. Los esfuerzos poco a poco han tenido resultados. Por ejemplo, la reciente Feria Internacional de Turismo (FITUR), celebrada en Madrid, entregó en enero a El Salvador el Premio de Mejor Stand, en la categoría de países, una competencia en la que participan 165 naciones. Esto fue un reconocimiento a la recreación del Pueblo Vivo de Suchitoto, ubicado a 47 km de San Salvador. El mercado emisor más importante de turistas hacia El Salvador es Centroamérica, (57.8%), seguido de Norteamérica (35.3%), Sudamérica (3.3%), Europa (2.5%) y otros (1.2%). El número de viajeros del Cono Sur ha aumentado en los últimos años, a tal grado que han rebasado a los de Europa, con una marcada presencia de españoles, alemanes e ingleses; este hecho, en gran medida, se debe al esfuerzo realizado para mejorar las vías de comunicación y al constante cabildeo para que lleguen más líneas aéreas y cruceros. Pero la realidad es que su nivel todavía no es óptimo y los números lo demuestran. Por ejemplo, el país obtuvo 2.1 puntos en el rubro de Infraestructura para el transporte aéreo y 3.0 en Infraestructura terrestre y portuaria, evaluaciones que arroja el ranking Viajes y turismo como un habilitador de crecimiento inclusivo y sostenible 2017, realizado por el Foro Económico Mundial (WEF). Panamá logró 4.7 y 4.2 en esos dos rubros, mientras que Costa Rica registró una calificación de 3.2 y 2.6, respectivamente. Mar revuelto Aún así, la realidad es que hay una marcada preferencia de los visitantes internacionales que llegan a Centroamérica en busca de las zonas arqueológicas de Guatemala o las playas y volcanes de Costa Rica. Viera Díaz lo atribuye a que el mundo tiene una mejor percepción del territorio tico, además de que invierte mayores cantidades en promoción: entre 20 y 25 mdd al año, contra 2 mdd de El Salvador. Debido a las diferencias, el gobierno salvadoreño optó por una estrategia de cooperación, en lugar de competir con el resto del Istmo por los turistas: “Somos una región pequeña en el mundo y hemos llegado a la conclusión de que cada país individualmente no sobrevive y no estamos pensando en cómo le quitamos o le ganamos a otros países, sino cómo cooperamos precisamente para que el turismo crezca”, puntualiza Viera Díaz: “Por ejemplo, nosotros estamos ofreciendo a los turistas la oportunidad del surf que Guatemala no tiene. La ventaja nuestra es el tipo de ola que tiene un atractivo especial para los surfistas; entonces nosotros hemos crecido en los últimos años en esto y estamos ahora realizando competencias internacionales de surf en el país, lo que antes no se hacía”, ahonda el funcionario del Mitur. En más de la oferta deportiva, El Salvador comenzó a crecer en futbol de playa e invirtió en la construcción de dos canchas. El viceministro recuerda que hace dos años llegó de visita la Selección Mexicana y en una entrevista el director técnico dijo que en tierras aztecas no tenían instalaciones de ese nivel. Y en este sentido, los países del Istmo, independientemente de sus estrategias particulares, en los últimos años han planeado de la mano de la Secretaría de Integración Turística Centroamericana (SITCA), donde están representados los ministerios de turismo y las cámaras de turismo, para generar estrategias conjuntas para ofrecer paquetes multinacionales. En un viaje rumbo a las playas de La Libertad, a aproximadamente 30 kilómetros de San Salvador, Roberto Caledonio, guía de turistas independiente, dice que cada vez es más común que los extranjeros que van de vacaciones a Guatemala y Costa Rica dediquen algunos días para conocer El Salvador, sobre todo porque en unas cuantas horas es posible ir de un país a otro. “Salgo de Guatemala con un grupo a las 10 de la noche y a la 1 de la mañana ya estoy en San Salvador”, narra mientras camina por el muelle del Puerto La Libertad, sobre el que yace un modesto mercado con puestos tubulares y techumbre de lámina en el que los pescadores descargan el pescado y los comerciantes cocinan y venden los productos del mar. Al continuar por la costa hay hoteles para el sector popular y otros tipo boutique, pero ningún gran hotel: “Eso es bueno para el país, porque significa la posibilidad [de que ingresen] inversionistas nacionales medianos y pequeños, en hoteles de 2 o 6 mdd, dinero que se consigue en parte con financiamiento bancario del país y en parte con inversión propia”, indica Viera Díaz. Agrega que entre 2016 y 2017, en esa pequeña zona, el sector privado invirtió 25 mdd en hoteles. Pero es preciso aclarar que en la capital las cosas son distintas. Sólo en 2016 la cadena Barceló inició operaciones tras comprar el Hilton Princess, mientras que el año pasado Marriott International abrió un hotel de la marca Fairfield, y en el primer semestre de este año Hyatt cortará el listón de un nuevo hotel. De vuelta al turismo nacional, más allá de la playa y la naturaleza, las principales apuestas por el momento son la alta cocina en hoteles boutique, pues no cuentan otros atractivos para retener por más tiempo a los viajeros. No obstante, existe un proyecto para convertir con financiamiento del BID el Parque de Aventura Walter Thilo Deininger, ubicado en el Puerto La Libertad. Esta situación coloca al país en el último sitio de la región de Centro y Norteamérica en el ranking del WEF. “El ranking de competitividad no es de turismo; si sólo tomas lo de turismo no hemos caído, pero cuando meten indicadores sociales, ahí es donde ya se afecta realmente”, defiende el viceministro. El funcionario agrega el factor inseguridad, pues, a pesar de que “ha ido bajando”, lo cierto es que en el extranjero siguen relacionando al país con las maras, un “obstáculo difícil de superar”. San Salvador ocupó el lugar 17 del Ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo, dado a conocer por El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, A.C. El último viaje Los números sustentan el gran paso que el país ha dado en materia turística, tras las directrices de políticas públicas implementadas en años recientes, pero le queda poco menos de un año en el cargo a la actual administración, por lo que Viera Díaz pide al próximo gobierno no retroceder. Sobre todo, hace énfasis en continuar con el programa Pueblos Vivos. El funcionario del Mitur dice que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lo reconoció como un modelo de integración para el desarrollo social y económico. “Incorporamos a los municipios, al sector privado en el turismo, ya no se puede dejar de hacer, lo que hay que hacer es mejorar las políticas indiscutiblemente”, enfatiza.

 

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