El problema es que Maduro no es Chávez, lo que fue demostrado en el declive de su ventaja en las encuestas previas a la elección y en los resultados mismos de la votación.   Las elecciones del domingo 14 en Venezuela confirmaron algo que parecía estar en el ambiente de ese país desde que Hugo Chávez entró a la fase final de su existencia, que es el rompimiento de la alianza que lo había mantenido en el poder y que él mismo había tratado de mantener hasta el final, asegurando la continuidad de la misma a través de Nicolás Maduro. El mantenimiento o no de la alianza, también marcará las prioridades del nuevo gobierno. ¿Estará México entre ellas? Muy seguramente no. Maduro tendrá que enfrentar un conjunto de problemáticas que Chávez le heredó y que han sido ampliamente comentadas en diversos espacios de análisis, como los que en este sitio podemos consultar. Por lo que me referiré a aspectos fundamentalmente políticos del gobierno de Maduro y del papel de México en ese contexto. Uno de los aspectos fundamentales que marcaron la elección no es únicamente una Venezuela dividida en dos, sino las condiciones en que esa división se construyó y los efectos que tendrá en el futuro. Una razón de dicha situación tiene su explicación no únicamente en la forma en que los venezolanos votaron, sino en el rompimiento de la alianza que había asegurado para Chávez triunfos electorales en los que prácticamente había avasallado a la oposición, que aún con todas sus problemáticas había encontrado espacios de respiro con liderazgos como el de Capriles. El 51% de Maduro marca su debilidad precisamente con respecto a la alianza que mantuvo a Chávez. Ya desde la última etapa de la presencia de Chávez se habían configurado divisiones importantes en el grupo que mantenía el control del gobierno, por lo que él mismo tuvo que designar en vida y de manera pública a su sucesor, lo que obligó a los grupos a alinearse momentáneamente. El problema es que Maduro no es Chávez, lo que fue demostrado no únicamente en el declive de su ventaja en las encuestas previas a la elección, sino en los resultados mismos de la votación. El problema más grave que tendrá que enfrentar Maduro no es únicamente el tan augurado bache económico, sino el de la confrontación con grupos del chavismo que no lo consideran heredero del liderazgo, capacidad y funcionalidad que Chávez aseguró para dichos grupos durante los últimos 13 años. Es en ese contexto en el que las prioridades del gobierno de Maduro tendrán que construirse. El espacio de alianza que el nuevo presidente logre construir, tendrá que definir el interés de su gobierno por reinsertarse en espacios de negociación internacional que se habían definido con Chávez, así como el contenido de los mismos.   México y Venezuela ¿Qué representa México para Venezuela y viceversa? En este momento poco tanto económica como políticamente. El interés económico de Venezuela está definido por sus espacios de influencia regional, su nueva posición con el Mercosur, la redefinición comercial que hace ya algunos años realizó con respecto a Colombia y Perú, así como su posición con respecto a Brasil y el Caribe. El comercio entre ambos países se redujo sustancialmente desde que Venezuela dejó el Tratado de Libre Comercio con México y Colombia, que había sido firmado en 1994 y en vigor desde 1995, más por la redefinición de la relación con su vecino. Prácticamente desde el año 2000, las importaciones de Venezuela a México han oscilado entre 300 y 800 millones de dólares, en promedio, con una tendencia hacia la reducción de productos. Para México, Venezuela representa un poco más. La presencia de empresas mexicanas en ese país es importante, pero la política selectiva de Hugo Chávez alcanzó a dichos negocios, aunque las exportaciones de México a ese país se han reducido en casi 1,000 millones de dólares, para alcanzar 1,600 millones hace un año. Al final, la relación de ambos países puede reducirse sustancialmente al tema de intercambio en el espacio energético, tanto en productos como en conocimiento. Políticamente, México y Venezuela conformaron espacios de colaboración política regional hasta la llegada de Chávez al poder. Obviamente las condiciones políticas de América Latina son distintas, los polos de poder se han movido sustancialmente, por lo que tampoco se podría prever interés de ambos países por liderar temas de interés para la región. Nicolás Maduro tendrá problemas más importantes que resolver, antes de preocuparse por voltear a ver a un vecino lejano, como México, cuya incidencia en los temas de interés para su gobierno es limitada. La construcción de una alianza que le de viabilidad a su gobierno, la solución de problemáticas sociales y económicas, la construcción de un perfil propio alejado de Chávez y su misma permanencia en el poder, son temas fundamentales. Maduro ganó, pero al mismo tiempo perdió.     Contacto: Twitter: @aglopezm Correo: [email protected]

 

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