Desde la elección de Donald Trump, se han planteado distintos escenarios para la economía mexicana que indican una preocupación bastante obvia y añeja: la excesiva dependencia a Estados Unidos como socio comercial. En los últimos años, el país vecino del norte recibió el 80% de las exportaciones mexicanas, mientras que Canadá el 7.2% y China el 2.7%. Los primeros días del nuevo gobierno republicano han puesto en la agenda nacional la urgencia de buscar nuevos horizontes, a menudo proponiendo a Beijing como reemplazo parcial de Washington. Sin embargo, esta propuesta debe tomarse con pinzas. A simple vista, parece lógico mirar hacia la segunda economía más grande del mundo si la primera nos amenaza. No obstante, cabe preguntarse: ¿qué coyuntura tenemos para que los negocios entre China y México prosperen?, ¿qué prioridades tiene actualmente el gigante asiático?, y ¿qué tanto convergen o divergen los intereses de ambos países?   ¿Negocios entre China y México? México ha mantenido su posición entre los países más atractivos para invertir en la región al avanzar de la posición 57 a la 51 en el ranking de competitividad del Foro Económico Mundial (WEF). No obstante, las problemáticas estructurales de nuestro país y la falta de una estrategia efectiva para motivar los intereses de China lo han vuelto menos interesante que otros países latinoamericanos como Brasil, Venezuela o Perú. A partir de 2001 y previo a la elección de Trump, la Inversión Directa de China en México fue de 530 millones de dólares (mdd); es decir, sólo 0.13% de la Inversión Extranjera Directa (IED) total del país. En perspectiva, en los mismos años China destinó 31,400 mdd o casi 60 veces más a Brasil, 17,500 mdd a Venezuela y 16,500 mdd a Perú. Las posiciones más endebles en el Índice de Competitividad para México son la fortaleza y certidumbre de las instituciones y el Estado de Derecho. Ya ha habido proyectos de inversión chinos afectados por escándalos de corrupción en el pasado, tal como el cancelado tren de alta velocidad entre México y Querétaro. Si se busca recuperar la confianza de las compañías chinas y motivar la inversión en el país, no deben cometerse errores anteriores, por lo que deberá mejorar la coordinación del sector público y combatir la falta de transparencia en las inversiones. Por otro lado, no debe olvidarse que en toda negociación con China, México debe competir contra países del sudeste asiático como Tailandia, Indonesia o Malasia, región con la que China mantiene acuerdos comerciales. Al acuerdo de libre comercio entre China y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (China-ASEAN), debe añadirse la fortalecida posibilidad del Partenariado Económico Comprehensivo Regional (PECR), que incluye a China, los 10 países de la ASEAN, más Japón, Corea del Sur, India, Australia, y Nueva Zelanda. Desde hace años, China ha impulsado la política del “ascenso pacífico” criticada por la administración de Obama, quien respondió a la potencia ascendente con el llamado pivot hacia Asia. Sin embargo, el desdén de Trump por el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) ha dejado un vacío de liderazgo global que el presidente Xi Jinping se propone llenar, como mostró en la pasada Cumbre de APEC en Lima y en la Reunión Anual del WEF en Davos. A partir de esta coyuntura, y con la apertura petrolera dada por la Reforma Energética, existen nuevas oportunidades en la relación China-México. En la pasada Ronda 1.4, China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) ganó dos de los ocho bloques licitados e invertirá en los próximos años 8,000 mdd en el país, la mayor inversión de una compañía china en México. Esto no es menor: la inversión de la compañía asiática representa más de 15 veces la suma de todas las inversiones chinas en México en lo que va del presente siglo.   Relación China-México: ¿un nuevo amanecer? La relación comercial sino-mexicana no ha sido favorable en los últimos años. México presenta un alto y creciente déficit comercial con el país asiático. En 2015, la relación importaciones – exportaciones fue de 14:1. Del lado de las importaciones desde China, es de señalarse que más del 91% de ellas son bienes intermedios y de capital, y que en muchas ocasiones terminan siendo exportados a EU. El acceso al mercado chino se ha dado principalmente por el sector automotriz con la exportación de vehículos ligeros, donde México es el 7o mayor exportador de autos al país asiático y el sector agroalimentario, con la exportación de carne de res, carne de cerdo, zarzamoras, frambuesas y tequila. La clave comercial está en el tipo de cambio real efectivo de México que se ha depreciado un 26% en los últimos dos años, por lo que los bienes del país son más competitivos internacionalmente. Ya que China ha tenido un promedio salarial más alto que México en los últimos tres años, el reto es incrementar el número de bienes exportados al mayor mercado de consumo del mundo.   Oportuncrisis* ¿un mito genial? Desde Lisa Simpson, a Lorenzo Meyer, hasta John F. Kennedy, se ha repetido que la palabra china que traducimos como “crisis”, 危 机 (wēi jī), se compone de dos caracteres que por separado significan “peligro” y “oportunidad”. Aunque etimológicamente incorrecta, esta interpretación de que en toda crisis existe oportunidad es parte del imaginario colectivo y lingüístico actual. Muchos aseveran que México se encuentra en esa situación de crisis, donde hay riesgo y oportunidad. Así como la palabra china se ha malinterpretado, otros mitos se toman como verdades; entre ellos, que la respuesta obvia ante la tensión estadounidense es un acercamiento total con China. Así como la traducción de “crisis” es imprecisa, asegurar que México encontrará las respuestas a sus problemas en Beijing resulta una verdad a medias. En el corazón de este cálculo debe tenerse una clara idea de proyecto de nación, pues han pasado gran número de administraciones que en lugar de abonar a una estrategia común, tienen la visión estrecha de buscar borrar el rastro de sus predecesoras. La definición de un modelo económico distinto debe superar una simple apertura de mercado, especialmente si el nuevo socio potencial se caracteriza por su competitividad en sectores vulnerables de la economía mexicana. China, como sustituto de nuestra excesiva dependencia comercial con EU, no representa un camino directamente viable. La dependencia que Brasil desarrolló con base en la demanda china de commodities resultó en una severa crisis. La respuesta a la coyuntura actual en México no reside en depender de uno u otro país, sino de diversificar las relaciones comerciales para disminuir los riesgos de un solo mercado. Y ya que estamos en ello, podríamos incorporar los aprendizajes del TLCAN en las negociaciones de nuevos acuerdos comerciales, buscando impulsar el campo, desarrollar mejor las pymes y fortalecer el mercado interno. En la realización de este texto prticiparon David Yao, estudiante de Economía en el ITAM y Arturo Palacios, estudiante de Relaciones Internacionales en El Colegio de México. *Oportuncrisis, palabra usada por Homero Simpson para sintetizar el significado de la palabra china para “crisis”. Palabra supuestamente compuesta por “crisis” y “oportunidad” en “Miedo a volar”, Los Simpson, temporada 6, episodio 11.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @jarreolar Facebook: Javier Arreola LinkedIn: Javier Arreola Página web: Javier Arreola Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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