Día del trabajo-03 Oficios en Extinción. Durante más de 40 años, Ernesto Cisneros Espinosa ha diseñado invitaciones, tarjetas de presentación, notas de remisión y recordatorios funerarios. Sin embargo, en los últimos años la tecnología ha condenado su oficio al olvido y la extinción.   Foto y Video: Julio Hernández Son las 9 de la mañana. La canción “Octopu’s Garden” interpretada por The Beatles suena a lo lejos en el único local abierto en la calle Leandro Valle, en la Plaza de Santo Domingo, ubicada a tres calles del Zócalo. El aroma de café y un par de barrenderos haciendo su labor acompañan a don Ernesto, un impresor con más de 40 años de experiencia en el oficio, mientras espera a algún cliente que, por suerte o casualidad, encuentre su pequeño negocio y le pida un trabajo por el que cobrará hasta 150 pesos. Don Ernesto es parte de los más de 28 millones de mexicanos que trabajan en la informalidad y que no cuentan con acceso a seguridad social ni prestaciones de ley, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Este impresor lleva las riendas de un negocio que —según calcula— lucha todos los días, desde hace dos años, por sobrevivir en una sociedad conquistada por la tecnología y que amenaza su oficio con la extinción. “La tecnología nos ha desplazado. Cada día que pasa nos está desplazando más. Todo el mundo quiere hacer sus tarjetas en computadora, pero no se ponen a pensar que no es lo mismo”, dice Ernesto Cisneros Espinosa.  
  “Para que te ganes un dinero” La historia de don Ernesto en el oficio de la impresión se remonta a 1970. Con 21 años edad, compró su primer negocio a un amigo por la cantidad de 50,000 pesos en abonos. El Padrino, un pequeño local de madera ubicado a un costado de la Iglesia de Santo Domingo, fue la “herencia en vida” que le hizo a su hijo mayor después de comprar El Padrino II, en el que ahora trabaja en compañía de Ricardo Flores y Jorge López. Don Ernesto hace una pausa, cruza los brazos y hace una confesión: “Cuando era joven no pensaba aprender este oficio. No me llamaba la atención.” Recuerda que antes de dedicarse al oficio de la impresión trabajó como impermeabilizador en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y en el edificio de Correo Mayor, hasta que la compañía cambió de domicilio y él dejó la empresa para ir en busca de nuevas oportunidades laborales. El primer encuentro que tuvo con el oficio, que se convertiría en la fuente de trabajo para toda su vida, fue a través de un amigo, quien lo invitó a trabajar en septiembre y octubre, la temporada alta, cuando se imprimían las tarjetas de Navidad para decenas de clientes de toda la República Mexicana. “Cuando me invitó a trabajar con él, le dije que no y él me contestó: ‘Ándale, Ernesto, para que te ganes un dinero. Yo te enseño el oficio y de esto te mantienes’, y así fue como accedí”, recuerda. Con una caja de tipos (letras), un banco de madera y un componedor (aparato para acomodar las letras), don Ernesto bromea al recordar la facilidad que tuvo para aprender un oficio del cual, en sus palabras, renegaba y no le llamaba la atención. “El oficio que no quería, es el que me ha sacado adelante, y a mi familia.”   Cuando la imprenta se detuvo En su mejor época, el maestro impresor asegura que llegó a contratar hasta a 10 trabajadores, específicamente a jóvenes desempleados a los que les enseñaba el oficio. Se dedicaban a hacer invitaciones, tarjetas de presentación, notas de remisión, recordatorios funerarios, entre otros. Con el paso de los años —explica—, muchos de ellos se convirtieron en impresores y establecieron sus propios negocios, aunque en la actualidad se dedican más a la serigrafía, porque “es lo que está de moda ahorita”. El negocio de don Ernesto está atravesando por una crisis que podría ser el golpe final para la extinción de su oficio. Antes, en temporada alta recibía más de 500,000 órdenes de tarjetas de Navidad, pero en la actualidad, en una semana tiene dos trabajos como mucho. “Hay veces que agarras un trabajo, hay veces que no agarras. Ya no es como antes que agarrabas seis o siete trabajos en un día. Ahora agarras uno o dos trabajos a la semana cuando mucho, y hay veces en las que no agarras nada. Sin duda, la computadora nos está desbancando. Nosotros lo que tratamos es de conservar la tradición.” El propietario de El Padrino II es consciente que su caja de tipos y su pequeña imprenta no pueden dar batalla a la tecnología. Los únicos clientes que visitan el local son aquellos que lo conocen desde hace años, pero muchos lo han dejado de visitar porque ya fallecieron.   Hasta que la tinta se extinga Hace 40 años, don Ernesto percibía un salario de 35 pesos diarios. Hoy, si llegan a tener trabajo en la semana, él y sus dos trabajadores obtienen una ganancia de 100 pesos. “Cuando hay trabajo, les doy una ayuda; cuando no, se aguantan igual que yo”, bromea. A pesar de todo, los calendarios mantienen vivo el negocio. La temporada para su elaboración comienza el 20 de noviembre, y en promedio venden a 350 pesos el millar. Su esposa es parte fundamental no sólo del negocio: el impresor asegura que ella ha sido su apoyo en días buenos y malos, en especial cuando “el hambre nos ha pegado”. Cada dos meses, Ernesto recibe 1,160 pesos como parte de la ayuda de la tercera edad que brinda el Gobierno del Distrito Federal, los cuales destina a los gastos del hogar y de sus deudas. Sentando en un pequeño banco de madera, el maestro impresor de 66 años asegura que no piensa retirarse, a pesar de que su oficio está destinado a extinguirse en un par de años porque la tecnología los ha rebasado. “Yo soy de los antigüitos. Soy de los que no se renuevan y se quedan igual. Mi oficio me gustó y aquí estoy todavía… A ver hasta cuándo”, dice don Ernesto, al tiempo que sonríe y bromea con que quizás aprenda a manejar la computadora, pues “para allá va el futuro”. * Dirección y edición: Julio César Hernández Entrevista: Nayeli Meza Diseño de animación: Edgar Cruz Producción: Rubén Betancourt   Oficios en extinción es una serie de historias sobre los guardianes de oficios que están siendo reemplazados por la tecnología, conoce a los otros protagonistas de esta serie elaborada por Forbes México.  Salvador Casas, un sobreviviente de la fotografía artesanal El hombre que lucha por conservar el tiempo

 

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