Por Ruth Mata “No importa que los demás piensen que tu idea es descabellada… tú sigue. No te detengas. No pares hasta que llegues a tu destino, y tampoco te preocupes por dónde se encuentre éste. Pase lo que pase, no te detengas”. Éste es el mejor consejo que recibió Phil de sí mismo. Y a esta conclusión llegó mientras corría. El emporio de la marca Nike que hoy conocemos inició a partir de lo que para muchos fue una idea descabellada: importar tenis japoneses y venderlos en Estados Unidos (EU). ¿Una idea revolucionaria? Quizá no. Como a Phil en alguna ocasión le dijeron “lo último que necesita el mercado es una marca más de tenis para atletismo”. Sin embargo, ése era el sueño de Buck, como cariñosamente su familia le llamaba. Buck cuenta en su autobiografía Nunca Pares, cómo todo comenzó en 1962 a partir de un proyecto escolar cuando estaba en la Universidad de Stanford. Este proyecto consistía justamente en una empresa importadora de calzado deportivo. Un viaje le cambió la vida, dejó todo a los 24 años de edad y se embarcó en una aventura que tenía como objetivo conocer varios países y hacer una escala en Japón. Esta parada le permitió enfrentarse a un mundo totalmente distinto y negociar con los directivos de Onitsuka, una fábrica de calzado deportivo. Con todo y su inexperiencia logró convencerlos de ser el distribuidor de sus productos en EU, y en esa misma reunión surgió el nombre de su primera empresa “Blue Ribbon”. Esta fue la segunda gran lección: vencer el miedo, nunca se es demasiado joven o demasiado viejo para negociar con quien sea en cualquier punto de planeta, ¿la cultura? No, tampoco es una barrera. Lee también: Un día de trabajo exitoso comienza la noche anterior La incipiente empresa de Buck pronto rindió frutos, los tenis gustaron en su mercado y las ventas, tan sólo el primer año, ascendieron a 8,000 dólares. Nada mal para alguien que inició el negocio con la venta de 12 pares y llegó a 300. Blue Ribbon inició con la ayuda del padre de Phil, sus ahorros y un préstamo bancario. Él tenía muy claro que el objetivo era crecer, así que todo lo que recaudaba de las ventas lo invertía y cada pedido a Onitsuka era mayor, ¿el resultado? No existía el patrimonio neto, es decir, no había reservas o beneficios generados. Para los bancos era una empresa endeble que fácilmente podría desaparecer y entonces no era sujeto de crédito. La tercera lección: buscar otras fuentes de financiamiento. Buck supo de la existencia de las sociedades mercantiles. Una de las pruebas más difíciles a las que se enfrentó Phil fue el hombre Marlboro, un entrenador de lucha libre que resultó ser uno de los primeros modelos en hacer el mítico cowboy americano, el Hombre Marlboro. Éste, resultó ser también distribuidor de productos Onitsuka y no tardó en enviarle una carta a Buck ordenándole que detuviera la venta de productos porque él era distribuidor exclusivo. Buck, ya con el respaldo de sus padres no se amedrentó y voló a Japón para solucionar el asunto. La cuarta lección: Habrá mil reveses, pero se requiere tomar al toro por los cuernos y actuar. Onitsuka le concedió la exclusividad en la zona oeste de EU. Quinta lección: siempre escucha las reacciones del mercado, y mejora tu producto de acuerdo con lo que necesita. Desde un principio Phil y uno de sus colaboradores, y amigo Jeff Johnson, tomaron en cuenta cómo podían mejorar los Onitsuka Tiger. Las propuestas las enviaban a la fábrica y se aplicaban. Durante los primeros seis años de Blue Ribbon Phil no recibió remuneración de la empresa y trabajó para Price Waterhouse y como maestro en una universidad, entre otros trabajos. Esto no sólo le permitió desarrollar más rápido su proyecto, sino que le permitió conocer a personajes que después fueron clave en el desarrollo de Nike. Sexta lección: diversifica tus ingresos. Buscar a los colaboradores correctos es siempre un reto para cualquier emprendedor. Y quizá Phil no es que tuviera perfectamente definido el perfil de colaborador que necesitaba, pero su entorno siempre se relacionó con el negocio que estaba desarrollando y supo elegir a personajes apasionados que confiaron en su proyecto. ¿Algunos ejemplos? Bowerman, su antiguo entrenador en la universidad, apasionado del deporte y del cuidado de los pies; Jeff Johnson, compañero de escuela, también apasionado del deporte y del calzado deportivo. Esta es la séptima lección. Lee también: De obrero a proveedor multimillonario de Nike, Adidas y Puma Para 1971 Onitsuka ofreció adquirir más del 50% de Blue Ribbon, la negativa de Phil hizo reaccionar a la japonesa y se negó a continuar como proveedor. Este empujón, en ese momento para Buck significó un gran golpe y pensó incluso que sería el final. Pero este fue el inicio de Nike. Pronto Phil, de la mano de Nissho, una sociedad mercantil, buscaron otras opciones de fabricantes. Esto los obligó a buscar un logotipo, que costó 35 dólares, y un nombre, aportación de Johnson, Niké, la diosa griega de la victoria. Octava lección: Los problemas, por oscuros que parezcan, deberán convertirse en oportunidades. La empresa que se encargó de la fabricación de los primeros tenis Nike fue la mexicana Canadá, famosa desde la década de los años 50 y hasta los 90. Sin embargo, esta primera producción resultó ser poco resistente a las bajas temperaturas y decidieron cambiar de proveedor. Eligieron a fabricantes japoneses. Novena lección: No sacrifiques calidad, por precio o logística, busca que tu producto o servicio siempre sea el mejor. Nike, con el paso de los años se convirtió en una empresa innovadora, inyectó aire en sus suelas en 1977 como un sistema de amortiguamiento, también hizo modificaciones basadas en la protección del cuerpo, pero sin comprometer el desempeño en alguna disciplina. No todas las innovaciones surtieron el efecto esperado, pero fueron honestos, incluso retiraron productos que podían dañar la salud. Nunca pares de innovar, décima lección. La autobiografía de Phil Knight, Nunca Pares, de editorial Penguin Random House, puede interpretarse como un manual para emprendedores y empresarios que ya tienen un camino recorrido. Muestra cómo puede vencer el miedo al rechazo de una idea, cómo no perder el entusiasmo en los proyectos propios, cómo atraer a los mejores colaboradores y demuestra que apostar por la pasión es igual al éxito. El final de esta autobiografía garantiza un nudo en la garganta y el uso de un pañuelo.

 

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