- Trabaja con la expectativa.
- Se prepara para su acto.
- Provoca a sus audiencias.
- Entre el público siembra gente que le aplaude para hacerlo ver siempre victorioso.
- Es un hombre de espectáculo.
Fanfarrones con pies de barro
El problema de guardar silencio ante los fanfarrones es que se deja avanzar a quien no tiene argumentos. Trump es el ejemplo de moda.
Parece que están de moda ese tipo de personas que gustan de abrir la boca para alardear de lo que son y de lo que no son sin que medie prudencia alguna. Se proponen como seres modélicos en todo terreno. Escupen palabras en crudo, carentes de sustento, sin analizar las consecuencias. Al escucharlos nos parece que algún personaje de Lope de Vega se salió de las páginas de un libro y salió a enseñarnos lo que es la perfección hecha carne. Es preciso recordar que estas representaciones buscaban evidenciar lo ridículo.
Hay muchos fanfarrones con pies de barro que se atreven a usar la voz como arma letal y poderosa. Su estrategia llama la atención por simple y burda: confían en que la estridencia estará de su lado y les ayudará a forjarse una sólida cantera de popularidad. Lo grave es que, efectivamente, les rinde los frutos perseguidos. Sin embargo, la pregunta obligada es ¿por cuánto tiempo?
El pronóstico para un edificio que se cimienta en terrenos arenosos es malo a todas luces. La boca no es un sustento que sea bastante y suficiente; más bien es una seña de negativa que muestra, sin pudor, una imagen desfavorable de a quien se le va la lengua.
No hay de otra, los dichos deben sostenerse sobre bases sólidas para que se transformen en resultados cuantificables y medibles. Lo demás es barro que se resquebrajará tarde o temprano. No obstante, dejar que un personaje despotrique sin ton ni son no es buena idea. El peligro de darle voz a un fanfarrón es directamente proporcional a su radio de influencia. Es decir, un merolico puede estar gritando en una esquina y será escuchado únicamente por quienes vayan pasando; en cambio, un fanfarrón que tiene acceso a un micrófono con cobertura mundial tiene efectos de amplio espectro.
Lo curioso es que a pesar de que sabemos que un merolico es un personaje fársico que atrae a la gente con su verborrea y que quien lo escuche seguramente saldrá estafado, siguen teniendo audiencia. El poder de los fanfarrones se fundamenta en que: