Forbes Por Christopher Helman Caminar con Michl Binderbauer en su laboratorio de casi una hectárea es casi como hacer un tour con Willy Wonka [protagonista del libro y película Charlie y la fábrica de chocolate] por las instalaciones de su local. En una esquina, Binderbauer, director ejecutivo de TAE Technologies, muestra una nueva máquina que destruye tumores de cáncer con un haz de neutrones. Los ingenieros se apiñan en una sala de control. Más allá de su ventana: Norman. Ése es el nombre del prototipo del reactor de fusión nuclear de Tri Alpha Energy (TAE), de 330 metros de largo, con un magnífico conjunto de recipientes de acero inoxidable, electroimanes y tubos aceleradores de partículas. Una vez cada ocho minutos, Norman emite un ruido metálico, ya que transforma 100 millones de vatios de electricidad en una nube de plasma de 30 millones de grados Celsius que bombardea con haces de protones (la forma más simple de hidrógeno). Éstos son aplastados con suficiente fuerza para fundirse en helio, liberando grandes cantidades de energía en el proceso. “Es una función de la violencia”, dice Binderbauer, de 50 años, con una sonrisa. TAE, conocida hasta el año pasado como Tri Alpha Energy, ha recaudado 600 millones de dólares (mdd) y, recientemente, fue valuada en más de 2,000 mdd. Entre los inversores destacan Capital Vulcan, de Paul Allen; Venrock, de la familia Rockefeller; y Big Sky Capital, del patrimonio familiar del multimillonario comerciante de acciones, Charles Schwab. Ellos están apostando a que TAE domesticará la fusión en una fuente de electricidad. La fisión, que alimenta varios cientos de plantas nucleares, es la división de los átomos de uranio en átomos de tamaño mediano para liberar energía. La fusión, que hace brillar a las estrellas, va por otro lado, combinando átomos pequeños en átomos más grandes para liberar energía. La fusión conlleva el riesgo de un colapso y genera desechos radiactivos que deben ser guardados durante 10,000 años. La fusión promete ser a prueba de colapsos y sin desperdicios. “Con la fisión se da una reacción en cadena: una vez que estás dentro, es como un pacto con el diablo; es difícil salir”, dice Binderbauer, un conversador efusivo que maneja TAE desde un parque industrial rodeado de eucaliptos, al sureste de Los Ángeles. “Con la fusión, no tienes eso. Es difícil comenzar y, aún más difícil, seguir adelante”.

Un brillo poco sano

“El petróleo se agotará en unas pocas generaciones; el carbón, en unos pocos siglos; pero la energía nuclear, al menos en teoría, nunca lo hará. A falta de nuestro aprendizaje para aprovechar la energía solar, a largo plazo no hay esperanza para la civilización humana excepto en la energía atómica”. (“El futuro nuclear”, 1 de mayo de 1974) Tiempo después. Cinco años más tarde se produjo el colapso parcial en Three Mile Island. Desde entonces, el crecimiento en la generación solar y eólica, por no mencionar el gas natural, ha superado a la nuclear. Tan sólo un nuevo reactor se ha abierto en Estados Unidos en los últimos seis años, contra siete cierres y dos más que lo harán pronto.
Difícil… o imposible. Binderbauer compara el proceso de control de una bola de plasma con una bola giratoria de gelatina líquida con bandas elásticas: “Luchamos con una millonésima de segundo, y el material transpira”. Además, 30 millones de grados es, más que nada, muy cool; TAE, eventualmente apunta a [alcanzar] 2,000 millones de grados. Los físicos rusos comenzaron a trabajar en la fusión en la década de 1950. En ese momento, pensaron que un reactor comercial podría estar listo en 15 años. Pero ése ha sido el pronóstico desde entonces. En un rincón del laboratorio, Binderbauer conserva una galería de prototipos de fusión de modelos pasados, ninguno de los cuales produce más electricidad de la que consume. Pero los que confían siguen llegando. “En este momento, la tecnología nuclear es una de nuestras mejores fuentes de energía escalables, de carga base y con cero emisiones de carbono”, dice Bill Gates, en un comunicado. “Pero viene con una serie de desafíos”. Gates está invirtiendo dinero en una nueva versión de una máquina de fusión del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) llamada Commonwealth Fusion Systems, que espera tener un reactor de energía positiva para 2025. Los multimillonarios digitales Peter Thiel y Jeff Bezos están respaldando otros planes de fusión. Todos están compitiendo con un proyecto multinacional en Francia, que está usando 20,000 mdd del dinero de los contribuyentes. Te puede interesar: China crea reactor de fusión nuclear que podría ser el futuro de la energía

TAE ha ejecutado más de 12,000 disparos experimentales a través de Norman, su colisionador de partículas de 100 mdd. Foto: TAE.

“Entendí las limitaciones de las energías renovables”, dice Michael, el hijo de Charles Schwab, quien, en 2002, invirtió 50,000 dólares en Tri Alpha, cuando tenía 25 años, y ha participado en todas las rondas de financiamiento desde entonces. “Esto podría resolver nuestros problemas energéticos”. ¿Qué hace que la fusión sea más segura que la fisión? El reactor está bajo vacío, explica David Hill, director de un reactor de prueba de fusión en General Atomics, en San Diego. “Cualquier fuga va hacia adentro, y una fuga apagaría el fuego”. Además, dice, no hay nada que derretir. “Si convertiste todo el plasma en un sólido” y lo acumulaste, la cantidad “es menor que un grano de sal”. Tri Alpha Energy comenzó con Norman Rostoker (1925–2014), un canadiense que dio clases en la Universidad de California, en Irvine, y, en 1988, ganó el Premio Maxwell de Física del Plasma. Él y Glenn Seaborg, el Nobel descubridor del plutonio, vieron las limitaciones técnicas del enfoque de consenso para la energía de fusión, que aplasta isótopos pesados de hidrógeno, fusionándolos en helio, mientras está confinado magnéticamente en un recipiente en forma de dona, llamado Tokamak. Gran parte de la energía emitida por esa reacción proviene de neutrones de alta velocidad, que, con el tiempo, corroen el recipiente del reactor. Rostoker, con Binderbauer, de origen austriaco, como estudiante postdoctoral, trabajó en una reacción de cámara de plasma alternativa que consiste en disparar rayos de protones (hidrógeno elemental) a un isótopo de boro. Esta química produce pocos neutrones; en cambio, escupe partículas alfa cargadas positivamente que podrían generar electricidad sin las turbinas de vapor que ahora se ven en las plantas nucleares. En 1997, crearon gran revuelo cuando Seaborg los ayudó a publicar sus avances en la revista Science. Pero fue difícil conseguir subvenciones del gobierno para continuar con su trabajo. Demasiados expertos en plasma habían dedicado sus carreras al Tokamak.

Controlando el caos

¿Qué hacer cuando aparece una fuerza disruptiva (como lo ha hecho TAE Technologies en la industria de la energía)? Como respuesta, Bill Gates sugiere sacar una página de Upheaval, que estudia esa pregunta. Es lo último de Jared Diamond, autor del best-seller: Guns, Germs, and Steel. “Jared no va tan lejos”, dice Gates, “como para predecir que abordaremos nuestros desafíos más serios, pero sí mostró que hay un camino que atraviesa la crisis y que podemos optar por tomarlo”.
En Hollywood, Rostoker conoció al actor Harry Hamlin, hijo de un científico espacial, quien, a pesar de ser nombrado como el hombre más sexy del mundo por la revista People en 1987, se codeaba en cocteles con físicos expertos en plasma. Hamlin cofundó Tri Alpha. Entonces, el caminante lunar “Buzz” Aldrin se apuntó. El cofundador de Google, Sergey Brin, ha realizado una gira y ha prestado su IA de confianza mental para ayudar a procesar datos. Jeffrey Immelt, el depuesto jefe de General Electric (GE), es la última estrella de la junta. La celebridad aporta dólares, y TAE toma muchos de ellos. El edificio y el equipo en Foothill Ranch, California, cuestan 150 mdd (o 250 mdd, incluido Norman) y necesitan otros 50 mdd al año para seguir zumbando. Ahora, Binderbauer quiere aproximadamente 200 mdd para construir el primer prototipo de hidrógeno-boro, último escalón en la investigación de plasma antes de fabricar un reactor de fusión comercial, que opera a temperaturas mucho más altas. Binderbauer fantasea con la economía. Las células solares pueden fabricarse al costo de un dólar por vatio de capacidad de generación, en horas pico. Tal vez, TAE podría bajar el precio de la construcción de un generador de fusión a 1.50 dólares por vatio, momento en el que su electricidad sería más barata que la solar, porque no se dispara por la noche. Pero será larga la espera antes de que los capitalistas de riesgo vean una central eléctrica de TAE. Mientras, para entretenerlos, Binderbauer ha establecido una subsidiaria que produce aceleradores de partículas para su uso en el tratamiento del cáncer. La idea es disparar neutrones a los tumores que han absorbido las moléculas de boro, causando un punto de calor intenso para matar el tumor. El año pasado, TAE recaudó 40 mdd para construir el primer dispositivo, que pronto será enviado a China. GE es grande en equipo médico, y los contactos de Immelt ayudarán. TAE necesitará conexiones, dólares y suerte para lograr la ignición. ¿Dos mil millones de grados? “[Eso] enoja… calienta”, dice Binderbauer. Reflexión final: “En el principio… no había nada que pudiera explotar” | Terry Pratchett

¿Cómo invertir?

Por Mark Finn

La fusión nuclear puede abordar las necesidades energéticas futuras, pero los inversionistas interesados en el aquí y el ahora de la generación de energía limpia deben considerar a NextEra Energy, con una importante participación de Mark Finn, gerente del Fondo de Valor T. Rowe Price, de 25,000 mdd. Antes conocida como Florida Power & Light, NextEra es el mayor productor de energía renovable en EU, con turbinas eólicas en 19 estados y enormes parques solares en 22. También opera tres plantas de energía nuclear. Según la investigación de T. Rowe, la penetración de la energía renovable aumentará, del 20% actual, al 30% en la próxima década. Eso debería proporcionar suficiente combustible para el dividendo en constante crecimiento de NextEra, que actualmente rinde 2.5%.
 

 

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