DW.- El escándalo crece en Estados Unidos después de la muerte el sábado en prisión del millonario financiero
Jeffrey Epstein, pues muchos creen que este sexagenario con numerosas conexiones con el poder pudo haber sido asesinado en lugar de haberse suicidado.
El fiscal general de Estados Unidos, William Barr, quien se dijo el sábado “horrorizado”, anunció que se abrieron dos investigaciones, una del FBI y otra conducida por los servicios del Departamento de Justicia, sobre la muerte de este hombre que aparentemente falleció ahorcado y que por mucho tiempo fue una figura del
jetset, antes de ser encarcelado en Nueva York a principios de julio por múltiples agresiones presuntamente contra mujeres menores de edad.
Las dudas se vieron reforzadas el domingo por revelaciones de
The New York Times, el cual reveló que Epstein no fue supervisado como se requería la noche de su aparente suicidio y tampoco contaba con compañero de celda.
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Violaciones en los procedimientos
Epstein, de 66 años, fue hallado colgado en su celda el sábado en la mañana, en la Correctional Metropolitan Center en Manhattan, y se supone que había sido vigilado cada 30 minutos el viernes en la noche por dos guardias, pero ese procedimiento no se siguió, asegura el diario que cita a un oficial con conocimiento sobre el caso.
El periódico recuerda que ese viernes en la mañana se habían publicado cientos de documentos sobre Epstein, que pertenecían a un caso paralelo cerrado contra una mujer que era supuestamente su “reclutadora”. Su muerte ocurrió además luego de que el pasado 23 de julio fuera hallado inconsciente en su celda con marcas en su cuello y las autoridades investigaban si se había tratado de un intento de suicidio.
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Debido a ello se suponía que debía haber tenido un compañero de celda, pero este había sido transferido recientemente, dejando a Epstein solo, una decisión que también violó los procedimientos de la cárcel, indicó además el oficial del orden al
The New York Times, cuyo nombre mantiene en anonimato.
¿Asesinato?
Sin esperar los resultados de las investigaciones anunciadas, muchos quieren creer en el asesinato de este hombre que había invitado a tantas personas poderosas a sus jets o fiestas privadas –incluidos Trump, Bill Clinton o el príncipe Andrés, hijo de la reina Isabel II–, pues durante su proceso judicial algunos de ellos podrían haber sido –quizás no objetivos de la justicia– pero sí al menos blanco de vergüenza.
Trump alentó en Twitter esta avalancha de especulaciones sobre un posible asesinato, reunidas bajo la etiqueta “#EpsteinMurder”: el sábado por la noche difundió el vídeo publicado por el actor Terrence Williams, diciendo que Epstein “tenía información sobre (el expresidente) Bill Clinton” y sugiriendo que eso estaría relacionado con su muerte. Ese retuit que fue denunciado el domingo por varios candidatos demócratas a las presidenciales de 2020, entre los que están el texano
Beto O’Rourke y el senador de Nueva Jersey Cory Booker.
En medio de este torbellino de información e indignación y teorías conspirativas tras la muerte de Epstein en la cárcel, varias presuntas víctimas lamentaron que ello les impida obtener justicia, aunque el fiscal federal de Manhattan prometió el sábado por la noche continuar la investigación y exponer a sus posibles cómplices, sin excluir nuevos cargos.
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Epstein, estaba acusado de hacer que decenas de menores fueran a sus lujosas residencias, especialmente en Nueva York y en Florida, donde las forzaba a hacerle “masajes” que casi siempre se convertían en sexo forzado.
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