El mal del plátano: un hongo muestra los límites del monocultivo
Un hongo amenaza la variante de bananos más popular. Su producción industrial en monocultivos genéticamente idénticos la hacen más vulnerable al contagio.
DW.- El plátano en Alemania es más que una fruta. En la Alemania comunista era el símbolo del bienestar de Occidente, mientras en la occidental ha pasado de ser motivo artístico y alusión a Estados fallidos a convertirse en la fruta tropical favorita. El banano, la banana, plátano o cambur, ocupa el segundo lugar entre las frutas preferidas en Alemania, después de las manzanas. Los alemanes comen, cada año, 12 kilos de banano. Y hoy por hoy, esta es “la fruta de los atletas”, gracias a sus azúcares, vitaminas, minerales y fácil digestión.
Pero la masificación de su consumo ha obligado a la producción industrial. “Una producción en monocultivos que depende, en gran parte, de una sola variedad: la Cavendish”, recuerda a DW Gert Kema, profesor de fitopatología, de la Universidad de Wageningen, en Holanda.
La variedad Cavendish, el reemplazo de una variedad extinguida por un hongo, es además una variedad genéticamente idéntica, lo que facilita su producción, a lo largo de 130 países, pero en caso de una enfermedad letal, también arriesga su total desaparición. Así, los factores anteriores han convertido la producción de Cavendish en “no sostenible”, dictamina Kema, quien ha examinado variantes de todo el mundo”.
Factores negativos de la producción de banano que se han unido en Colombia, el principal exportador de banano a Alemania, seguido de Ecuador y Costa Rica. Este 8 de agosto, Colombia declaró, por primera vez en el continente americano, la emergencia nacional por la presencia del hongo conocido como Fusarium oxysporum Raza tropical 4 (TR4) o llamado “Mal de Panamá”.
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En vista de la devastación de cultivos de Cavendish en Asia, Cercano Oriente y África, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) había advertido en 2014 del riesgo mundial de contagio con TR4. Pero en Colombia no parecen haberse tomado las reglas de higiene necesarias en las cuatro plantaciones hasta ahora diagnosticadas. “La contaminación con TR4 es muy fácil, además del agua, los humanos pueden transportar el mal”, resalta Kema: “Las esporas de dicho hongo se pegan a la ropa o a las suelas de los zapatos llevándolas así a otros cultivos”.
¿Cómo llega este hongo letal a Colombia, y de dónde? El científico insta a no especular sobre la presunta culpa de jornaleros extranjeros, porque el mal aún no ha sido detectado en otro país de América.