Conoce qué medidas de las implementadas en la apertura del sector energético de Brasil pueden convertirse en una lección de lo que México debe (y no) hacer.   Reuters   Los desatinos en Brasil han ayudado a fraguar un mejor plan petrolero en México. La intromisión estatal, costosas reglas de compra de insumos locales y estrictos límites al control operativo extranjero han frenado el esperado auge del crudo brasileño. Mientras, su rival en el norte ha propuesto una regulación menos estricta y más libertad para la petrolera estatal Pemex. El programa se enfrenta a obstáculos, pero es una receta para aumentar la producción. El descubrimiento de enormes reservas de petróleo en aguas profundas en el 2007 auguraba días de abundancia para el sector energético en Brasil. No obstante, la producción de crudo del año pasado no fue mayor que en el 2010, de unos 2.7 millones de barriles, según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA por su sigla en inglés). Una barrera para elevar la producción ha sido un requerimiento que exige a las perforadoras extranjeras y domésticas comprar cerca de la mitad de sus suministros a fuentes brasileñas. Eso ha incrementado los costos y además ha provocado retrasos. El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, quien está abriendo su país a empresas de energía extranjeras por primera vez en 75 años, propone una regla de un 25% de contenido local que se escalona en una década. Los trabajadores y proveedores locales siguen teniendo una ventaja, pero con un costo de producción menor. La producción en Brasil ha flaqueado también por regulaciones que favorecen a la petrolera estatal Petrobras. La empresa tiene la última palabra en el desarrollo de grandes yacimientos en aguas profundas y se exige que tenga al menos un 30 por ciento de esos proyectos. Eso ha puesto en tensión los recursos financieros y humanos de Petrobras, que ahora tiene más deuda que cualquier otra petrolera del mundo. Según el plan de Peña Nieto, Pemex deberá tener un 20% de los pozos localizados sólo en un área limitada. A empresas extranjeras tecnológicamente más sofisticadas se les permitirá encabezar el desarrollo de complejos proyectos en aguas profundas y campos de esquisto. Brasil usualmente ha pedido mucho a Petrobras, forzándola a construir costosas refinerías e incluso a ofrecer combustibles con pérdidas. Pemex también ha cargado con una mochila pesada, como impuestos muy onerosos. Sin embargo, el nuevo plan relajará la supervisión del Gobierno a su presupuesto y su estrategia, lo que a su vez debería de fortalecer sus operaciones y su capacidad para aumentar la producción. La propuesta aún no ha superado todos los obstáculos y puede debilitarse en el Congreso mexicano. Sin embargo, es alentador ver que Peña Nieto aprendió las lecciones de los errores de Brasil.

 

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