Las criptomonedas llegaron para quedarse en el mundo. La tecnología blockchain que ha impulsado las criptodivisas es, para muchos, revolucionaria. Su poder de transacción descentralizado, entre pares y sin un tercero en el medio, ha atraído la atención de inversionistas, industrias enteras y gobiernos. Sin embargo, su volatilidad y regulación siguen poniendo en duda cuál será el papel de esta herramienta financiera de cara al futuro.

Tan sólo entre abril y mayo de 2021, las remesas enviadas por medio de criptomonedas desde el extranjero hacia países de América Latina superaron los 400 millones de dólares (mdd), de acuerdo con estimaciones de la compañía de software Chainalysis. Este fenómeno ha sido impulsado, principalmente, por los países receptores hiperinflacionarios que buscan salvaguardar el valor del dinero.

“Hoy, un envío promedio de una remesa a México está sobre los 300 dólares, pero el costo que tiene el envío está entre 6 y 10 dólares. Si multiplicas ese costo por los millones de transferencias que se hacen, se ve que hay un intermediario en el camino que se está quedando con todo eso”, dice Gustavo Mendez, socio asesor y líder de Servicios Financieros en Deloitte México.

En el mismo sentido, a medida que más personas recurren a las criptomonedas como alternativa de inversión, eventualmente desearán utilizarlas para las transacciones de su día a día, demanda que está provocando que algunas industrias comiencen a incorporar las criptomonedas en sus operaciones. Apenas en abril de este año, la empresa colombiana Rappi anunció que probaría un nuevo método de pago que permitirá pagar con criptomonedas cualquiera de los productos o servicios dentro de la aplicación.

Una de las principales cuestiones que rodean a las criptomonedas es la regulación. En América Latina, esta situación ha adquirido diferentes matices. Mientras que algunos gobiernos han preferido no dar lugar a normativas, países como El Salvador han abierto los brazos a esta tecnología, siendo ésta la primera nación del mundo en adoptar el Bitcoin como moneda de curso legal (lo hizo en septiembre del año pasado).

En el caso de México, aunque las autoridades han dicho que no van a permitir que las instituciones financieras reguladas tengan criptomonedas en sus activos, a finales de abril la gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez Ceja, dijo que el banco central pondrá en circulación su moneda digital (CBDC) en un plazo de tres años. Este movimiento, agregó, se da con la intención de generar medios de pago encaminados a la inclusión financiera.

­En este camino, México no está solo, pues, actualmente, hay nueve países que han lanzado una moneda digital del banco central (CBDC), entre los que se encuentran Nigeria, Ecuador, Bahamas, Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves y Dominica. Y aunque esto es un paso importante hacia la adopción de activos digitales, Luis González Birlain, gerente de Producto de Activos y Conversiones en Bitso, explica que, pese a que estas monedas tienen “inspiraciones tecnológicas en las criptomonedas, no lo son realmente, al estar centralizadas”. Aun así, agrega, tienen muchos de sus beneficios, al poder habilitar transacciones digitales sin la custodia de un tercero, es decir, de un banco.

Hoy en día, tanto el sector público como el privado son fuerzas que trabajan simultáneamente invirtiendo en sus propias plataformas de blockchain impulsadas por la demanda de los consumidores. Y aunque todavía no está claro cómo se desarrollará esta denominada “revolución en el mundo”, invertir en criptodivisas hoy es algo que cada actor tendrá que evaluar individualmente y decidir si los beneficios superan a los riesgos.

“En los próximos 10 años, alguna de estas fuerzas va a empezar a tomar mayor peso. Por ahora, toda esta disrupción va a mejorar la forma en que movemos nuestro dinero, [pues lo hará] de una manera más fácil y con menos fricción. No tengo claro si los ganadores serán los que hoy están en el status quo o los que están en el lado opuesto. Lo que sí está claro es que, sean unos u otros, vamos a tener algo mejor que lo que tenemos hoy”, dice Gustavo Méndez.

Criptomonedas la revolucion digital (P-W pag.52-55)
Foto: © Andriy Onufriyenko / Getty Images

EL AUGE

Para las personas que han estado involucradas en la industria financiera y tecnológica desde la creación de Bitcoin, en 2009, las criptomonedas son lo más revolucionario que el mundo ha visto desde la adopción a gran escala de internet. Según los conocedores del sector, el primer impulso real a las criptomonedas se produjo en medio de la crisis financiera de 2008, un acontecimiento que provocó la pérdida de confianza en el sistema financiero tradicional.

“En aquel momento, mucha gente fue al banco, intentó retirar su dinero y no pudo porque ya no estaba ahí. Así fue como se empezaron a buscar alternativas que permitieran formar parte de la economía digital, mantener la privacidad y la seguridad de la información y, además, sin necesitar un intermediario o un participante centralizado que gestionara todo ese valor. Bitcoin resolvió eso”, dice González Birlain, de Bitso, plataforma mexicana de intercambio de criptomonedas que alcanzó el estatus de unicornio en mayo de 2021.

Estos atributos, particularmente en mercados latinoamericanos, abren una puerta a la inclusión financiera, asegura González Birlain. “Somos de los sistemas financieros más regulados, con las comisiones más altas y con una penetración de servicios financieros muy baja. Con una tecnología como Bitcoin u otras criptomonedas con diferentes usos, la gente puede tener acceso a un sistema democrático, transparente y accesible para resguardar el valor de su dinero ante la inflación e intercambiar su valor”, dice el gerente de Bitso.

“Como latinos, lamentablemente, estamos acostumbrados a que nuestra moneda se devalúe frente al dólar, pero, con estos nuevos servicios, las personas pueden acceder a una criptomoneda vinculada a un activo de reserva estable, como el dólar estadounidense (stablecoins), y lo pueden hacer desde 100 pesos. No tienes que ir con tu banquero o con alguien que te va a pedir una cantidad muy alta de dinero para hacerlo, y eso es lo que le permite ampliarse a una población que desesperadamente busca servicios financieros baratos y sencillos en cuanto a accesibilidad”, explica, en entrevista, Víctor Lau, director en México de Criptan, una plataforma española de criptomonedas que recientemente se incorporó al mercado mexicano.

EDUCACIÓN: LUCHA PRINCIPAL

Como en cualquier revolución que implique una fase ideológica, hay un largo proceso de educación, y esto no es diferente en el caso de las criptomonedas. En primer lugar, conseguir que la gente confíe en un sistema descentralizado y deje su dinero en manos de algo poco conocido por la mayoría en lugar de un banco no es tarea fácil. Además, hacer frente a las ideas erróneas y a las dudas que rodean a estas herramientas financieras es todavía más complicado.

Esto lo saben los impulsores de criptomonedas, quienes ven en la educación su principal arma para cerrar la brecha de entendimiento y confianza en la región. Este proceso, dice González Birlain, no sólo implica explicar qué son las criptomonedas y qué beneficios pueden dar, sino hablar de sus riesgos. “El [peligro] más grande es entrar sin conocimiento y con falsas expectativas de lo que son”, dice González Birlain.

Para Lau, la desconfianza hacia las criptomonedas en Latinoamérica proviene de los fraudes que las instituciones financieras han cometido en la región. Sin embargo, agrega, en México las autoridades han sido muy cooperativas con el sector. “Nunca han dicho que todas las criptomonedas sean un fraude, como otros países que las prohibieron por completo. Al contrario, hablan de los beneficios que tiene cada una y el riesgo de la volatilidad, que es algo que afecta a las personas y sus ahorros”, dice el directivo de Criptan. Pero Méndez es escéptico sobre los beneficios que prometen las criptodivisas.

“Veo aún muchos riesgos. El principal es la conservación del valor. Son activos que tienen mucha volatilidad y que, si bien se han apreciado contra años pasados, si los comparas en periodos más cortos puedes perder 25% y después ganar 10 o 15%; y, al otro día, otra pérdida de 20%. Eso también hace que, entre la gente que está usándolas o invirtiendo en ellas, haya mucha especulación”, dice el analista de Deloitte. Reconoce que no está en el extremo de decir que todas las criptodivisas son una estafa, pero admite que “estamos muy lejos de que sea la panacea que nos venden los que están metidos en este mercado”.

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