- Ofrecen un mensaje único para todos, a pesar de la amplia gama de personalidades y necesidades del consumidor.
- La publicidad la centran en el producto y la descripción de los beneficios, pero no el trabajo necesario para obtenerlos.
¿Acaso el marketing nos ha formado obesos?
Años de cultura de dietas y mensajes de mercadotecnia infundados, a menudo han dejado a los consumidores confundidos y rara vez más delgados.
Se acerca la fecha de empezar a hacer promesas de año nuevo. La gente empieza a perder peso y se hace ilusiones, luego en un descuido, todo se desmorona. Un momento de reconciliación reaviva el optimismo. Pero justo cuando comienzan a sentir que va a funcionar, se colapsan y tienen que comenzar todo de nuevo. Los flujos y reflujos cíclicos tienen un nombre en el lenguaje de la pérdida de peso: las famosas dietas yoyo.
En México uno de cada seis niños padece obesidad, mientras que en los adultos 1 de cada 3 es obeso según datos de la OCDE. Con tantos clientes potenciales y tanto dinero en juego, muchas dietas están destinadas a fallar. Al igual que buscar un alma gemela en línea, el encontrar una solución para bajar de peso puede significar analizar muchas ofertas que parecen demasiado buenas para ser verdad, porque en realidad, lo son. Otros, productos legítimos, pueden pasarse por alto en un mercado abarrotado. Los productos efectivos para perder peso deben hacer malabares para sobresalir, ser transparentes y permanecer activos durante todo el ciclo de vida del usuario.
A diferencia de los productos de tipo farmacológico, muchos de los productos y dietas para perder peso no se registran ante la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) por lo que una supervisión laxa y una nación con sobrepeso hacen que el campo sea fértil para las estafas.
Los consumidores tienen una mentalidad de “solo quiero algo que lo haga por mí, porque yo intenté hacerlo por mí mismo y no funcionó”. Es en parte esa desesperación de los consumidores que quieren creer que alguien tendrá la píldora mágica donde los mercadólogos aprovechan esa desesperación de su clientela y hacen su agosto. Los consumidores que han escuchado los mensajes de salud entienden los riesgos de tener sobrepeso y ser obesos. Y realmente son vulnerables a ese tipo de publicidad.
Los marketeros involucrados en la atención médica y sanitaria, están lidiando con un problema doble: