Esta semana iniciaron las clases virtuales en el país. Ello implica que varias decenas de millones de alumnos atenderán lecciones a través de la televisión y, en el mejor de los casos, los salones de clases serán sustituidos por computadoras. En este sentido, el acceso a la tecnología se convierte en uno de los principales diferenciadores de la calidad en la educación.

Es evidente que aun no es el momento para que los alumnos puedan regresar a las escuelas de forma física, ya que, aun y cuando se exacerben las medidas sanitarias, el contacto físico natural entre niños y adolescentes aumentaría drásticamente la cantidad de contagios. La curva de contagios en México ha mostrado estar en una especie de meseta que lentamente va disminuyendo.

Aprende en casa es el programa que anunció la SEP para hacer frente a la contingencia. Se trata de una serie de materiales descargables y en video que servirán para atender a alumnos de preescolar hasta bachillerato mientras dure la contingencia. Estos audiovisuales también estarán disponibles a través de diferentes canales de televisión y a través del portal web del programa (https://www.aprendeencasa.mx/aprende-en-casa/). Además, la SEP anunció que durante las primeras tres semanas se hará un repaso de lo visto en el ciclo anterior.

La experiencia anterior no fue la mejor: contenidos improvisados, jalados de aquí y de allá de diferentes canales educativos de todo Hispanoamérica y con las más variopintas intervenciones, sin que quedara claro cuál era el hilo conductor. Así, para preescolar se pasaba de un cuento narrado rápidamente en ch’ol a una clase de la historia del clarinete que se remontaba a la antigua Roma, para cerrar con una serie de canciones interpretadas por Luis Pescetti.

Se entiende, se trabajó con lo que se tenía y a marchas forzadas. Por ello, las expectativas en los contenidos del ciclo que inicia son altas. No obstante, se enfrentan a varias condiciones que vuelven aun más compleja la situación de la educación a distancia. En primer lugar, la adaptación de planes y programas de estudio a plataformas audiovisuales y digitales no es cosa sencilla, pues se requiere replantear totalmente los objetivos y alcances de la educación.

La capacitación de los docentes en materia de plataformas tecnológicas avanza lentamente y a un ritmo que no es el deseado; pero no sólo eso, la pandemia ha mostrado que, a pesar de que niños y adolescentes tienen una adopción tecnológica muy alta, no necesariamente ésta se da en el plano educativo.

En medio de este panorama, el camino a una mejor calidad en la educación depende de varios factores que no tiene que ver con los contenidos, sino con el acceso a la tecnología, por una parte, ya que el simple hecho de no contar con una conexión adecuada a internet o la infraestructura mínima en casa para estudiar, vuelve imposible el hecho de tomar clases. La posibilidad de pagar por apoyos particulares que van desde tutores, hasta educación especializada en línea crea una brecha profunda y remarcan la desigualdad; e incluso, la supervisión, puesto que muchos padres de familia trabajan y no pueden estar al pendiente de la supervisión escolar, que ahora es mucho más demandante y requiere de una participación más constante de los padres.

Es en este momento que se nota la ausencia de una estrategia digital nacional efectiva en la que pudieran cimentarse tanto la capacitación docente, como el desarrollo de planes y programas de estudio, además del necesario acercamiento y firma de convenios con las plataformas digitales más populares. La educación en línea no es un tema novedoso,  tiene un gran potencial y sus metodologías están disponibles. No obstante, hoy más que nunca las brechas económicas incidirán sobre la calidad de la educación.

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