Activistas de México aplican por primera vez en el país la “terapia comunitaria integrativa”, un modelo de intervención social que se usa en las favelas de Brasil desde la década de los años 80 para dar esperanzas de una vida mejor a las personas marginadas.

La organización Movimiento Raíz implementa en el país esta herramienta, inspirada en el pensamiento del sociólogo brasileño Paulo Freire, quien desarrolló una teoría para evitar la desesperanza.

Pensador criado en la pobreza, Freire priorizaba la forma en la que las personas salían adelante y su capacidad de reconstruir sus vidas.

Su pensamiento inspiró la terapia comunitaria integrativa (TCI), creada y aplicada desde hace más de 30 años por la Universidad Federal de Ceara en Brasil.

En México este método nunca se había implementado hasta que surgió la iniciativa del Movimiento Raíz, de la mexicana Paola Cassaigne Ramos, la española Andrea Zardoya y la guatemalteca Guisela Hernández Morán.

Las activistas y sus compañeros habían centrado sus esfuerzos en formar cuadrillas para los miércoles en la madrugada ir a la central de abastos, donde piden donativos para alimentar a los más desfavorecidos.

También conectan a productores agrícolas locales con los consumidores para crear una cadena alimentaria sin transgénicos ni químicos mediante el proyecto “Canasta raíz”. 

Pero buscaban una manera de “hacer comunidad”, dar “una esperanza eficaz” a los desfavorecidos, explica Cassaigne a EFE, por lo que importaron de Brasil las TCI.

En menos de un año, han realizado 33 terapias a 10 distintos colectivos y casi 500 personas.

El desgaste emocional en las tres es evidente. Desconectar de los conflictos y tragedias que atienden es necesario, pero “imposible cuando en un día dan hasta tres terapias a grupos distintos”, confiesa Zardoya a EFE.

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¿Cómo funcionan las terapias comunitarias?

Acompañar a Movimiento Raíz en sus terapias comunitarias implica subir a las colinas y montañas de Ciudad de México, donde sobreviven los olvidados, muchos en extrema pobreza.

En las laderas del Ajusco, en el sur de la capital, donde las calles asfaltadas desaparecen y en su lugar hay caminos de tierra, se ubican barrios sin escuelas ni centros ambulatorios.

Allí está el centro social San Juan Bautista Ajusco, que ofrece alimentos, educación y cuidados a niños y adultos mayores. Es el único espacio del área donde se reciben estos servicios básicos.

En el San Juan Bautista un grupo de personas mayores se reúne en una sala para ser parte de la terapia. 

Hay reglas: no hablar de los otros ni de religión, y no juzgar.

El objetivo es escuchar y encontrar en las vivencias de los demás una luz para los problemas propios. La dinámica la marcan las preguntas de las educadoras sociales, quienes son las primeras en contestar.

“¿Qué tienen para celebrar? ¿Por qué es importante hablar por la boca? ¿Qué les preocupa?”, inquieren.

Para Sara, es un embarazo de alto riesgo de su nieta. Bernarda es amenazada por vecinos y un líder comunal, quienes pretenden quitarle un terreno en el que vive. Inés y Juan sufren ceguera. La diabetes es común en estos habitantes que tienen más fácil acceso a las bebidas azucaradas que al agua.

Tras la ronda de preguntas, votan y determinan “hablar de la impotencia por no poder solucionar los problemas con otras personas”.

Bernarda de nuevo, angustiada, cuenta la disputa por un pedazo de tierra.

De manera espontánea una mujer mayor narra que hace muchos años su marido le pegaba. Entre risas explica que la solución fue simplemente irse. 

Esta historia genera una esperanza en Bernarda y su marido. Así se tejen los grupos de apoyo. 

El estudio “Las Repercusiones de la Terapia Comunitaria en el Cotidiano de sus Participantes” realizado en Brasil en el año 2006, “verificó” que los asistentes a las TCI reportaron “cambios personales en su relación consigo mismos y en la relación con otras personas significativas en su vida”.

La meta de Movimiento Raíz es “facilitar” 60 terapias y crear 10 redes de apoyo mutuo para “generar una red de redes”, incrementando el tejido social, con lo que “disminuirá la violencia”, asegura Hernández a EFE.

Con información de EFE.

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