En los últimos años, los triunfos de López Obrador en México, Fernández en Argentina, Arce en Bolivia, Boric en Chile, Petro en Colombia y, más recientemente, Lula en Brasil, alimentaron cierto optimismo de una renovada ola de gobiernos progresistas para América Latina. En este contexto, los resultados de las elecciones primarias en Argentina han irrumpido con sorpresa y ponen los reflectores sobre un posible corrimiento a la derecha del espectro político, en torno a la polémica figura de Javier Milei.
Para ubicar estos resultados resulta interesante repasar algunas características del sistema electoral argentino. Ante la crisis de partidos acentuada por la crisis financiera de 2001, la Nación Argentina estableció desde 2009 las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), como el mecanismo para seleccionar a los candidatos a cargos electivos nacionales y, posteriormente, algunas provincias adoptaron mecanismos semejantes.
A diferencia de otros países que celebran primarias, el mecanismo argentino sobresale porque obliga tanto a partidos como electores a participar en los comicios. De no acudir a votar sin justificación, los electores se hacen acreedores a una multa, además de quedar imposibilitados para realizar ciertos trámites. Lo cierto es que las PASO despiertan argumentos a favor y en contra, entre ellos, su utilidad para acotar el número de competidores, así como organizar la contienda al interior de los partidos. En el otro espectro, este mecanismo ha sido criticado por poner en una posición de debilidad a los partidos minoritarios, resultar costoso para el Estado, e inducir una falsa imagen de democracia partidista interna.
Este somera revisión a las reglas electorales ayuda a poner en perspectiva el triunfo de Milei en la “gran encuesta nacional” del pasado domingo, como se suelen calificar a las PASO. Junto con el triunfo de Milei de La Libertad Avanza, se configura la segunda fuerza con mayor número de votos en Juntos por el Cambio, de mano con Patricia Bullrich, una voz que a su vez articula a la derecha argentina atraída por los discursos de orden y mano dura contra la inseguridad. En tercer lugar, quedaría relegado el oficialista Unión por la Patria, con Sergio Massa.
Con estos resultados, se dibuja un panorama político muy distante a las primarias de 2019, cuando Alberto Fernández de Unión por la Patria, se impuso sobre el entonces presidente Mauricio Macri de Juntos por el Cambio, por más de 15 puntos.
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Con Fernández fuera de la contienda, al haber renunciado a su posibilidad de reelegirse, y los resultados de las PASO, el peronismo llega con una derrota histórica a cuestas, a las elecciones presidenciales que se realizarán en octubre de 2023, en las que además de votar por la presidencia, también se elegirán legisladores nacionales y cargos locales de algunas provincias.
De cara a las elecciones presidenciales en octubre, es inevitable no leer estos resultados como el preámbulo de una victoria anunciada de la derecha en Argentina, que incluso podría coronar a una ultraderecha con tendencia similares a las de Trump, Bolsonaro y partidos como VOX, montada en una verborrea racista, autoritaria y antisocial que peligrosamente se normaliza. El triunfo del candidato de extrema derecha, que se ufana de representar el fin de la vieja política, fue recibido con recelo por los mercados y la moneda de Argentina. Paradójicamente, la crisis económica por la que atraviesa aquel país explica en buena medida el triunfo, por ahora, de la figura “antisistema” de Milei.
Contacto:
Maestra en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford y Licenciada en Ciencia Políticas y Relaciones Internacionales, por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Twitter: @palmiratapia
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