Por: Juan Carlos Reséndiz y Alicia Moreno

En México, el sector de manufactura representa más del 17% del producto interno bruto (PIB), siendo una de las principales fuentes de generación de divisas e inversión extranjera directa (IED). 

En gran medida, su operación es soportada por el Programa de Fomento a la Industria Manufacturera, Maquiladora y Servicios de Exportación (IMMEX), dentro del cual operan aproximadamente 6,500 empresas que emplean a 3,226,983 personas.

Dada su naturaleza, las operaciones de la industria brindan tanto beneficios sustanciales como desafíos puntuales en diversos asuntos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG), entre los que se encuentran los siguientes:

El sector de manufactura automotriz está enfocando sus esfuerzos en la electrificación y descarbonización, lo que esencialmente permite una reducción sustancial de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI); no obstante, los riesgos de dependencia de proveedores críticos ante la escasez de componentes y la demanda de vehículos eléctricos implican un incremento en el uso de metales y componentes electrónicos, particularmente de minerales en zonas de conflicto y cobalto

Por su parte, los procesos de fabricación de equipos, instrumentos y componentes electrónicos requieren a menudo un uso intensivo de recursos, por lo que se vuelve necesario diseñar estrategias de circularidad, eficiencia energética y manejo responsable de materiales, residuos y sustancias peligrosas.

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Asimismo, la automatización en el sector trae beneficios asociados al incremento de productividad, reducción del tiempo de inactividad y aumento de la seguridad; sin embargo, la creciente sustitución de mano de obra por la acelerada robotización en procesos industriales requiere de especial atención a sus efectos negativos para poder contrarrestarlos y potenciar el desarrollo de capacidades y talento humano; promoviendo el empleo y expandiendo sus beneficios directos e indirectos a la sociedad

En la encuesta de KPMG, Global Manufacturing Prospects 2022, 71% de los CEO perciben desafíos globales, tales como la desigualdad de ingresos y el cambio climático como la mayor amenaza para el crecimiento a largo plazo, y más de la mitad (55%) señala que invertirá entre 1% y 5% de sus ingresos para que el negocio sea más sostenible. 

Actualmente, los CEO indican que un componente social relevante consiste en promover esquemas de trabajo híbrido, además de desarrollar habilidades e impulsar la diversidad, igualdad e inclusión, buscando aumentar la atracción y retención de talento para elevar las capacidades de innovación, digitalización y un enfoque de sostenibilidad para la organización.

En definitiva, la industria manufacturera puede ser más sostenible mediante la consecución de actividades que promuevan un desarrollo que satisfaga las necesidades de las actuales y futuras generaciones, viviendo en condiciones que favorezcan la erradicación de la pobreza, la protección del planeta y el aseguramiento de la prosperidad.

Para lograrlo, se torna estratégico reducir la dependencia a los combustibles fósiles, adoptar prácticas de economía circular, gestionar de manera responsable el uso de recursos naturales y mejorar los enfoques ambientales y sociales a todo lo largo de la cadena de valor (end-to-end).

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Contacto:

Juan Carlos Reséndiz, Socio Líder de Asesoría  en Gobierno Corporativo,  Riesgo y Sostenibilidad, y Alicia Moreno, Directora de Asesoría en  Gobierno Corporativo, Riesgo y Sostenibilidad de KPMG en México.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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