En primavera de 2017 un pequeño estudio andaluz publicó en Kickstarter la campaña para financiar un extravagante videojuego de acción, donde tomas el lugar de un penitente en un terrible mundo inspirado en el Siglo de Oro español. Hasta hoy sigue siendo absolutamente difícil pensar en una combinación más extraña e inesperada. El proyecto alcanzó su meta de financiamiento en menos de 24 horas, y terminó recaudando más de seis veces su objetivo.

Ese estudio de desarrollo lleva por nombre The Game Kitchen, y su juego Blasphemous. Fue publicado para todas las plataformas (PlayStation 4 / Xbox One / Nintendo Switch / PC) en septiembre de este año. Este título es una aventura de plataformas 2D de estilo metroidvania, con mecánicas de combate hack and slash, elementos RPG, y exploración no lineal.

En su campaña de financiamiento, The Game Kitchen prometía un videojuego “oscuro y brutal”. Ahora que he podido jugar el resultado final (publicado por Team17), puedo atestiguar que no sólo cumplió las expectativas, sino que las demolió por completo, creando uno de los videojuegos más impactantes que jugado en años.

En Blasphemous tomamos el lugar del penitente, o The Penitent One, que es nuestro protagonista: un misterioso caballero que viste un sanbenito y esconde su rostro detrás de un capirote metálico rodeado de espinas, a manera de coroza (gorro de hereje). Luego de levantarse de entre una montaña de cadáveres, empuña su espada y comienza una encarnizada travesía por el reino de Cvstodia, que es un mundo ficticio inspirado en la Andalucía de los siglos XVI y XVII.

Este mundo es una amarga pesadilla repleta de cuerpos empalados, crucificados, quemados y en demás formas de tortura. Aunque el penitente es un caballero, también es una suerte de nazareno lleno de culpa y aflicciones espirituales, que se enfrenta a un bestiario inspirados en la iconografía católica: nuestros enemigos, en lugar de ser bestias o demonios –como es típico en juegos del estilo–, son monstruosos seres humanos que se encuentran sufriendo brutales condenas dignas de la Inquisición Española.

El sistema de combate se basa en un árbol de habilidades que se van desbloqueando a lo largo de nuestra travesía. Al ser un título hack and slash, lo primordial son los ataques que hacemos con nuestra espada, que se complementa con habilidades especiales y bloqueos, que requieren del dominio del ritmo. Aunque Blasphemous está obviamente inspirado en santo grial de los metroidvania, el aclamado Castlevania: Symphony of the Night (PlayStation, 1997), su sistema de combate comparte elementos con la serie Dark Souls, y sobre todo con su aplaudido hermano Bloodborne (PlayStation 4, 2015).

Al ser un metroidvania no lineal, no hay una ruta única o específica con la que debamos progresar, sino que encontramos caminos que se bifurcan, dando acceso a todas sus áreas de su mundo interconectado. Nuestro calvario nos lleva a visitar catedrales, conventos, catacumbas, túneles, camposantos, pueblos áridos, montañas y hasta una mezquita. Luego de morir, reapareceremos en el último altar donde hayamos grabado nuestro progreso, mostrando una bella animación de querubines que bajan al penitente de los cielos. Entonces podemos regresar al lugar de nuestra muerte, donde se queda una representación de nuestra culpa, de la cual recuperamos parte de la energía y fervor perdidos. El fervor es la fuerza que sirve para realizar oraciones y habilidades especiales.

Las mecánicas y el balance del juego están muy bien diseñados y ejecutados, creando un título que requiere de precisión y paciencia. Sin embargo, el mundo en el que se desarrolla la aventura es excepcional, logrando una riqueza y profundidad igual o mayor a la de series como Dark Souls, e incluso Silent Hill, donde nos adentramos en una pesadilla donde se proyectan la culpa y el dolor psicológico. La decisión de crear un juego en el barroco español, en lugar de los típicos escenarios medievales o góticos es un acierto extraordinario, además de ambientarlos con un soundtrack que va desde misteriosas piezas atmosféricas hasta guitarras flamencas.

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La forma en que Blasphemous se nutre de la iconografía católica, y el folclor andaluz es algo nunca antes visto en los videojuegos, y que menos se esperaría de un proyecto con arte 2D y animaciones estilo pixel art hechas a mano. Por todas partes encontramos innumerables referencias religiosas, históricas y mitológicas, desde santos y leyendas andaluzas, hasta la pintura de Velázquez, Zurbarán, el Españoleto, Goya y Francis Bacon (el pintor). Hay incluso un monstruo que está inspirado directamente en Las meninas.

Desafortunadamente para quienes no tienen la paciencia o el tiempo, Blasphemous será un juego bastante difícil y demandante. Es una lástima que no cuente con distintos niveles de dificultad, ya que su precio es bastante accesible y se encuentra disponible en todas las plataformas. Definitivamente es una de las mejores opciones por menos de 25 dólares, y en general de los videojuegos que han salido este año. Luego de comprar Blasphemous, compré también el libro de arte digital, que es un interesantísimo acompañante, muy útil para entender el juego, y que cuesta menos de tres dólares en Steam.

Blasphemous es, al mismo tiempo, hermoso y absolutamente violento, flotando a la vez entre un imaginario de lo torcido y lo sacro. Hay muy pocos juegos que logren estos contrastes de forma tan natural y efectiva, y que encima de esto tengan mecánicas tan pulidas y funcionales. Me gustaría poderlo recomendar a todos, pero desgraciadamente su dificultad puede ser una barrera que aleje incluso a aquellos que puedan apreciarlo como una pieza de arte. Todos aquellos que estén dispuestos a —al menos— intentarlo, deberían darle una oportunidad, pues un proyecto tan original como éste no volverá a aparecer en mucho tiempo.

 

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