La inseguridad en el país se mantiene al alza durante el primer trimestre de este año, y las inversiones para diferentes sectores han disminuido al grado del estancamiento, por lo que se estima que podría haber repercusiones económicas incluso por encima del 20% del Producto Interno Bruto (PIB). En este sentido, la inseguridad también impacta la vida económica del país, sobre todo de las micro, pequeñas y medianas empresas, cuyas actividades generan empleos en diferentes sectores y, si éstas se ven vulneradas, sufrirán no sólo las compañías sino las propias marcas, que verán como sus consumidores cambian sus hábitos de consumo por productos y servicios distintos o más básicos. Por ejemplo, Coca-Cola tuvo que retirar parte de sus operaciones en el Estado de Guerrero en marzo de 2018 ante el constante hostigamiento de grupos delincuenciales. En esa ocasión, fue la segunda vez que cerró su centro de distribución en ese Estado. La primera vez fue tres años antes, en el 2015. ¿Otras marcas refresqueras habrán capitalizado esta lamentable situación? Seguramente sí. El hecho es que la seguridad no sólo afecta a las personas o a los activos de las empresas, como usualmente se suele pensar, sino que las marcas y la percepción de las mismas se ven mermadas directamente por esto y hay que tomarlo en cuenta cuando se decide abrir o permanecer en un mercado secuestrado por el crimen organizado. Otro ejemplo, Grupo Lala, en una situación similar, cerró su centro de distribución en Ciudad Mante, Tamaulipas a principios de mayo de 2018. Grupo Lala controla el 50% del mercado de leche en México y esta lamentable decisión afectó tanto a su marca / empresa como a sus consumidores, transfiriendo el negocio a productores locales que antes no representaban una competencia real en el sector. No podemos hablar sólo de ejemplos aislados. Hay una generalidad de descomposición social y de crisis de seguridad en el país. Gustavo de Hoyos, Presidente Nacional de la COPARMEX afirmó el año pasado que 67% de sus socios fueron víctimas de algún delito, lo que implica un decrecimiento de 23.3 puntos respecto a los resultados registrados en el 2018. La situación parece empeorar, sin pretender ser fatalistas, y es necesario anticiparse de manera inteligente y costo-efectiva a las condiciones de inseguridad que vive el país para reducir el inevitable impacto hacia nuestras empresas y marcas. Contar con una empresa profesional de seguridad privada que sea una verdadera aliada en el negocio es indispensable para disminuir estos lamentables sucesos, porque si bien es cierto que la vida humana no tiene precio, re impulsar una marca prestigiada en el mercado es una labor que se antoja titánica y los recursos no son siempre ilimitados. De ahí la importancia de contar con una cultura de la prevención a la altura de los requerimientos de cada empresa porque en el campo de la seguridad, siempre será mejor prevenir que atacar las consecuencias. Lee también:  Seguridad privada, una industria con apertura hacia la inclusión femenina

 

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