Finalmente se llevó a cabo la consulta sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y la opción de Santa Lucía resultó ganadora. Este ejercicio ha dejado muchas lecciones valiosas para el futuro del país. La primera, es que la gente quiere ser escuchada, quiere discutir los asuntos públicos y quiere incidir en las decisiones relacionadas con el desarrollo del país. Ningún tema puede ser ajeno a la sociedad con base en argumentos excluyentes como los de quienes creen que un proyecto de infraestructura de estas dimensiones solo compete a pilotos, a controladores aéreos o a expertos en aeronáutica. Por poner un ejemplo, en mayo de este año Suiza llevó a cabo una consulta para que la sociedad decidiera si se mantenía el esquema de financiamiento público a medios de comunicación. No tenían que ser expertos en finanzas, en ciencia política, ni en medios de comunicación ¿por qué? Porque se trata de recursos públicos, del modelo de país que quieren y un derecho fundamental como el acceso a la información. La segunda lección es reflexionar sobre el rol de los medios de comunicación y el periodismo en el proceso democrático del país; pues después de varias semanas de intensa discusión en televisión, radio, medios impresos y medios digitales pudimos conocer datos, cuentas, beneficiarios, problemas y ventajas de un proyecto de infraestructura muy significativo, no solo en términos de inversión sino de futuro. En ese sentido, resulta ineludible preguntar en dónde estuvieron esos analistas y periodistas que en días recientes han ocupado cientos de espacios para criticar la consulta, cuando debían indagar este proyecto desde su inicio para proporcionar datos a la sociedad y exigir cuentas sobre el mismo. La tercera, la falta de seriedad en los mecanismos para garantizar la confiabilidad de la consulta y la incertidumbre sobre la viabilidad de la alternativa de un aeropuerto en Santa Lucía podían evitarse. Como ha señalado Lorenzo Córdova, la autonomía de las instituciones organizadoras de elecciones, sí importa. También en estas consultas. La falta de experiencia de los organizadores y las fallas tecnológicas debieron ser previstas. La cuarta es la visible pérdida de puntos de encuentro para el diálogo entre distintas visiones. Esto no es menor, pues lejos de disminuir la polarización tras la campaña electoral, va incrementando. De no generarse esos puntos de diálogo, la profundidad de la división será cada vez más irreversible y riesgosa para nuestra democracia. La consulta está lejos de ser lo que López Obrador prometió, pero tampoco puede decirse un fracaso cuando logró despertar el interés de la sociedad y 1 millón de personas acudieron a votar a solo tres meses de la elección presidencial, sin mayores incentivos. ¿Hubiera sido más alta la votación con una organización más confiable y sin la descalificación permanente que muchos medios y líderes de opinión hicieron de la consulta? Seguramente sí. ¿Existe la posibilidad de que el propio López Obrador no haya querido un ejercicio completamente transparente para poder tener margen de maniobra sobre el resultado? Puede ser. Algunas cuestiones para la reflexión:
  • Para quienes tienen inversiones en proyectos tan grandes como el aeropuerto, la agresiva avalancha de descalificaciones a consultas como esta es una apuesta para evitar que se repitan en otros temas en donde sus intereses económicos también están en juego. Eso es natural, pero lo que no es comprensible es que la sociedad se autoexcluya de esta participación por una retórica que no necesariamente representa sus intereses, ni que los medios masivos renuncien a hacer su trabajo para asumir una postura a favor de una opción.
  • Si López Obrador, Morena y su equipo, siguen por la vía de ejercicios tan cuestionados técnicamente, muy probablemente pagarán el costo en las elecciones intermedias o antes, con la pérdida de confianza nacional e internacional, y
  • La democracia representativa ha mostrado estar en crisis desde hace años y las consecuencias están a la vista. Quienes creen que defender las instituciones y el Estado de Derecho es seguir apostando todo a una representatividad que en los hechos no lo es, se equivocan, pues esa es la mejor forma de seguir debilitándola. La democracia participativa puede fortalecer los vínculos entre la sociedad y el ejercicio del poder; por lo que revisar las leyes que la regulan, mejorarlas y usarlas en temas de interés público, nunca en temas de derechos humanos, será tarea fundamental del próximo gobierno y su partido.
  • Mucho se habló sobre la incertidumbre para inversionistas en caso de ganar Santa Lucía, pero nada se habló de los pueblos afectados directamente y las vías legales o sociales que ellos también podían seguir conforme al derecho a la consulta previa. Esa asimetría en la discusión refleja la asimetría de poder que sucede en este tipo de proyectos.
Sin duda habrá impactos y es importante que el presidente electo ofrezca certidumbre una vez que se realizó la consulta. Ponderar consecuencias: eso sí es una decisión de Estado que estará asumiendo López Obrador desde hoy mismo. Que haya quienes siguen utilizando metáforas como “el piloto que deja en manos de sus pasajeros las decisiones del vuelo” para descalificar la participación social en las políticas públicas, refleja nuestro déficit de ciudadanía, desnuda nuestra idea de democracia, reivindica decisiones cupulares y dice mucho sobre nuestra propia responsabilidad en el destino del país.   Contacto: Twitter: @fer_salazarm Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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