El Salón Tesorería, el mismo en el que en punto de las siete de la mañana de lunes a viernes Andrés Manuel López Obrador dicta la popular “mañanera”, se cubrió de carteles con fotografías y la oración “Se Busca” sostenidos por alrededor de 200 familiares de desaparecidos en México que se dieron cita al Informe de la Comisión Nacional de Búsqueda. Se trataba de un evento enfocado en abordar los avances del gobierno federal en la edificación del Sistema Nacional de Búsqueda, resaltar los hallazgos a casi siete meses del cambio de administración en los procesos de investigación, prometer cambios que lleven a mejores resultados, hablar de las nuevas estrategias para atender la emergencia forense que vive el país; pero nada de ello importó, el protocolo y las palabras de los funcionarios estuvieron opacados todo el tiempo por los gritos de familiares que exigían encontrar con vida a sus desaparecidos. Lee también: Detectan 426 fosas clandestinas; “datos de terror”, reconoce gobierno de AMLO Antes de que los funcionarios arribaran al salón más grande de Palacio Nacional, madres, hermanas, abuelas, padres, tíos, levantaron los carteles hacia las cámaras de los medios de comunicación para llamar la atención en los casos de familiares de los que no saben nada desde hace meses o años.

Informe del Sistema Nacional de Búsqueda. Foto: cortesía presidencia

Primero se escucharon los nombres, después las consignas: “No es un hecho aislado, los desaparecidos son crímenes del Estado”, “Hijo escucha, tu madre está en la lucha”, “En dónde están, en dónde están, nuestros hijos dónde están”, resonaba por las voces de los familiares presentes apoyado por el eco que se produce en ese salón. Una voz en solitario, la madre de Andrés Asunción González, desaparecido en Reynosa, Tamaulipas, hace ocho años, destacó sobre la multitud y sentenció: “¿Qué pasa con nuestros hijos? ¿Se los ha tragado la tierra?”. Y luego se dirigió a los fotógrafos, camarógrafos y reporteros: “Me da mucha pena gritar, pero no soy yo, es el dolor, espero que ustedes nunca tengan que vivir esta pesadilla”. La puntualidad que caracteriza a los funcionarios de la Cuarta Transformación en eventos públicos se rompió esta vez. Alejandro Encinas Rodríguez, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación; Miguel Ángel Riquelme Solís, gobernador de Coahuila y coordinador de la Comisión de Derechos Humanos de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago); Karla Quintana Osuna, comisionada nacional de Búsqueda de Personas; Olga Sánchez Cordero, titular de Segob; y López Obrador arribaron con retraso y entre gritos y consignas al salón. Todo protocolo procurado en los eventos presidenciales se rompió, las madres y hermanas gritaban entre las intervenciones de los funcionarios. El primer turno fue para Encinas, quien reconoció que durante los últimos años se incrementó el número de desaparecidos, los servicios forenses se vieron rebasados, muchos cadáveres fueron inhumados sin ser identificados y hay una seria falta de infraestructura para identificar a las personas que se encuentran sin vida. En el turno de la comisionada nacional de Búsqueda de Personas se pronunciaron las “cifras del terror”: 426 fosas clandestinas, acompañado de las promesas para acelerar los procesos de búsqueda. La madre de Roberto Quiroa Flores, secuestrado en Reynosa en 2014, volvió a romper el protocolo al acercarse al presidente de la República y de rodillas pedir su apoyo, con este acto se reanimaron las consignas, los gritos que se cortaban por el llanto, los carteles se volvieron a levantar hacia las cámaras, hacia los funcionarios.

Asistentes al informe de Sistema Nacional de Búsqueda. Foto: Cortesía Presidencia

Con la intervención de Sánchez Cordero, los asistentes le dieron la gracia de continuar parte de su discurso sin consignas, pero López Obrador no corrió con la misma suerte, antes de tomar el pódium se le acercaron otras mujeres con sobres, retratos, mantas que llevaban en el cuerpo para comunicar de alguna forma la desaparición de los suyos y una vez en el micrófono los gritos no cedieron. Eran gritos que recordaban el nombre de los desaparecidos, la incompetencia de autoridades locales y federales en los procesos de investigación, la rabia de que cada proceso se ha llevado a cabo con lentitud negligente, la exigencia de la presentación de gobernadores como el de Chihuahua o Veracruz que han ignorado a las víctimas. “Cada quien tiene su derecho a expresarse, siempre vamos a garantizar las libertades y el derecho a disentir. Quiero decirles que se está trabajando, se está avanzando. La Subsecretaría de Gobernación de Derechos Humanos tiene todo nuestro apoyo, todo nuestro respaldo”, afirmó AMLO con la intención de calmar los reclamos. El discurso del presidente pronto se encaminó hacia un lugar conocido: la herencia de los sexenios pasados. “Hemos heredado esta violencia, las bandas de delincuentes que actúan en distintas regiones, distintos estados del país. Estamos enfrentando el problema, todavía no podemos decir que está resuelto porque, reitero, es una herencia grave, una mala herencia, pero estamos trabajando”, afirmó el mandatario. Al mencionar lo que su gobierno estaba haciendo ante esta emergencia nacional de inseguridad, violencia y desapariciones; volvió a sus palabras comunes: ofrecer opciones para los jóvenes, programas de becas, apoyo a los más pobres, creación de mejores condiciones de vida y la solicitud a las víctimas de tener confianza en su gobierno. Las palabras del presidente tuvieron que levantarse por encima de la de los familiares de desaparecidos, porque en ningún momento del discurso de AMLO los familiares permanecieron callados.

Informe de Sistema Nacional de Búsqueda en Palacio Nacional. foto: Cortesía Presidencia.

 

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