Por Arturo Dominici* Para el año 2050 un 25% de la población mundial vivirá en un país afectado por escasez crónica de agua dulce. Como generador de vida y pilar fundamental del desarrollo socioeconómico, el agua es un tema clave en la agenda internacional y su disponibilidad y saneamiento es parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Organización de las Naciones Unidas. América Latina contiene más de un tercio de las reservas de agua dulce del planeta, un 300% más que el promedio mundial.  Sin embargo, existe poca conciencia sobre la importancia de estos recursos, los ecosistemas que los proveen o el impacto que tienen sobre ellos el desarrollo urbano. Panamá no es la excepción. La posición geoestratégica de Panamá y el papel que su patrimonio hidrológico ha jugado en su economía, así como su vulnerabilidad ante posibles inundaciones, ha llevado a la ciudad a poner en marcha el Plan Nacional de Seguridad Hídrica 2015–2050 “Agua para Todos”, una hoja de ruta en temas relacionados con acceso al agua, saneamiento, crecimiento socioeconómico inclusivo, riesgos hídricos, cuencas hidrográficas y sostenibilidad hídrica. La Ciudad de Panamá se ubica en una zona de convergencia intertropical con altos niveles de precipitación. Uno de los temas principales aquí es la conservación de los Humedales de la Bahía de Panamá (HBP), compuestos principalmente por manglares y fangales que recorren 139 km desde la ciudad de Panamá y hasta el límite con la provincia de Darién. Para los panameños esto trae varios beneficios como la absorción del carbono en una tasa anual mayor que la que ofrecen los bosques, o ser refugio de peces y camarones para la actividad pesquera. Si estos beneficios se traducen en ganancias económicas, éstas ascienden a 33.4 millones de dólares anuales. Sin embargo, los humedales enfrentan amenazas como el cambio climático, regímenes hidrológicos cambiantes y una mayor acidez oceánica. La flora y fauna de esta zona corren riesgos que derivan de la contaminación de las vías fluviales y la conversión de los humedales para otros fines. La sobreexplotación de especies como el camarón blanco y concha negra también pone en peligro la conservación del lugar. Para resarcir estas amenazas, la participación de la sociedad civil, entidades de gobierno e iniciativa privada, son fundamentales. Además de los ecosistemas costeros debemos proteger y recuperar los humedales continentales, así como sus lagunas y lagos. Son un recurso elemental para el aporte de agua dulce, pero muchos aún están contaminados. La Dirección de Resiliencia de Panamá, apoyada por la organización 100 Ciudades Resilientes, auspiciada por la Fundación Rockefeller, trabaja en el desarrollo de una Estrategia de Resiliencia que articule dichos esfuerzos para mejorar todos los recursos hídricos de la ciudad. A través de una serie de estudios, buenas prácticas, programas y recomendaciones de políticas públicas, esta Estrategia impulsará un mayor entendimiento del ciclo del agua entre la población, consolidándose como una hoja de ruta que abonará al aumento de la resiliencia hídrica. Los gobiernos deben crear conciencia sobre el uso eficiente de los recursos hídricos. A través del establecimiento de una estrategia de resiliencia hídrica a largo plazo, los ciudadanos podrán aprovechar efectivamente las grandes reservas de agua con las que cuentan. En este sentido Panamá surge como un referente en la aplicación de los nuevos mecanismos de administración hídrica. Para cualquier ciudad el uso y aprovechamiento eficiente del agua es fundamental para su supervivencia. *CRO de Panamá   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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