Los estudios científicos sobre los productos de cannabis se han vuelto más comunes en los últimos años, y los resultados han demostrado que los productos de cannabis pueden ser seguros y eficaces para el tratamiento de una variedad de afecciones médicas. 

Los estudios científicos han demostrado que los productos de cannabis pueden ayudar a aliviar los síntomas de enfermedades como el dolor crónico, la ansiedad, la depresión, la epilepsia, el glaucoma y el cáncer. También se ha demostrado que los productos de cannabis tienen un efecto terapéutico sobre el cuerpo, ayudando a reducir los síntomas de enfermedades crónicas y mejorar la calidad de vida de los pacientes. 

La evidencia científica también ha demostrado que los productos de cannabis pueden tener efectos secundarios, como somnolencia, mareos, náuseas y vómitos. Sin embargo, estos efectos secundarios generalmente son leves y desaparecen con el tiempo; también se ha demostrado que los productos de cannabis no tienen un efecto adictivo, y que no hay evidencia de que el uso de cannabis a largo plazo cause daño a la salud. A pesar de los resultados prometedores de los estudios científicos, todavía hay mucho que aprender sobre los productos de cannabis y su efecto terapéutico. La comunidad científica todavía está trabajando para entender mejor cómo el cannabis puede ayudar a aliviar los síntomas de enfermedades crónicas y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Varios países del mundo han legalizado los productos de cannabis con diferentes fines ya sea médicos, recreativos o dietéticos. Sin embargo, la mayoría de los países solo regulan la cantidad de Δ9-THC en los productos de cannabis, sin especificar una dosis segura para el consumo. La cantidad permitida de Δ9-THC en el aceite de cannabis de las semillas de cannabis y el contenido total en los alimentos en los países europeos, así como en Australia y Nueva Zelanda, es de 5 a 20, de 2 a 10 y de 0,02 a 20 mg/kg de productos finales, pero este valor difiere en la regulación de otros países del mundo. La cantidad debe cuantificarse por cromatografía líquida de alta resolución o mejores técnicas para asegurar el resultado. 

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En 2015, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) estableció una dosis de referencia aguda (ARfD) de 1 μg Δ9-THC/kg de peso corporal (pc). Este límite es para un consumo único como dosis única. La dosis se calculó a partir del consumo de leche y productos lácteos resultantes del uso de materias primas derivadas de semillas de cáñamo. 

En 2022, la EFSA detuvo sus consideraciones con el objetivo de establecer una dosis segura de CBD. En ese tiempo los datos de investigación existentes eran inadecuados para evaluar la seguridad y establecer una dosis segura de CBD, debido a que no había información suficiente sobre el efecto del CBD en el hígado, el tracto gastrointestinal, el sistema endocrino, el sistema nervioso y el bienestar psicológico. Existía falta de información toxicológica adecuada; hasta el momento, ningún país ha establecido un nivel seguro de Δ9-THC o CBD en productos de cannabis que se consumen continuamente como alimento, también conocido como ingesta diaria admisible.

Los desafíos para definir la dosis segura de Δ9-THC o CBD en los productos de cannabis se derivan de la individualidad de las respuestas. Por lo tanto, una dosis específica puede ser beneficiosa para algunos, pero podría ser dañina para otros. Además, para uso dietético, cabe señalar que la cantidad de THC que se libera de los alimentos varía, ya que también depende del proceso de cocción. El cannabis crudo contiene ácido Δ9-tetrahidrocannabinólico A (THCA-A), una sustancia no tóxica que puede descarboxilarse en la sustancia intoxicante THC, y ácido cannabidiolico (CBDA), que podría descarboxilarse en CBD. La exposición a la luz o la cocción con calor pueden activar el proceso de descarboxilación, lo que da como resultado la generación de THC y CBD. Tanto la temperatura como la duración del calentamiento afectan la cantidad de THC y CBD liberados. Actualmente, las leyes para los productos de cannabis en todo el mundo regulan principalmente la cantidad de Δ9-THC, pero no la de Δ9-THCA-A. Dado que la conversión de THCA-A y CBDA en THC y CBD puede variar, es difícil predecir la cantidad real de THC y CBD que realmente consumen los humanos. En consecuencia, es un desafío estimar los riesgos para la salud asociados con el consumo de cannabis a través de los alimentos, siempre y cuando se tengan altas concentraciones de THC.

En la práctica médica, recomiendan no usar más de 30 mg de THC, y esto debe combinarse con CBD para contrarrestar los efectos adversos. Además, debido a la gran variación en la individualidad de las respuestas, no existen dosis definidas recomendadas de THC o CBD para el tratamiento médico. Se recomienda “comenzar con poco, ir lento y mantenerse bajo”, lo que significa comenzar con una dosis baja de cannabinoides y aumentar gradualmente la dosis hasta alcanzar la dosis más baja que proporcione la eficacia deseada, y luego mantener la dosis. Para el uso dietético, la evidencia actual aún es insuficiente para hacer recomendaciones sólidas, pero también se ha observado que el CBD no ha presentado intoxicaciones. Teniendo en cuenta la individualidad de las respuestas, los sujetos vulnerables, como los niños y los ancianos inmunocomprometidos, deben evitar consumir productos alimenticios que contengan cannabinoides.

Además de la dosis, el método de administración es otro punto crucial de preocupación. Debido a su baja solubilidad, metabolismo rápido, escasa biodisponibilidad y farmacocinética incierta, la eficacia de los cannabinoides es errática. Para mejorar la eficacia del consumo de cannabis, han surgido nuevos sistemas de administración por vía oral, transdérmica, pulmonar y transmucosa. Los ejemplos de sistemas de administración incluyen la encapsulación dentro de micelas, profármacos de éster, formulaciones de gel y formulaciones bucales y sublinguales.

Muchos sistemas de administración se basan en el concepto de que la biodisponibilidad oral de los cannabinoides puede potenciarse combinándolos con lípidos. Sin embargo, aún no está claro si nuevas formulaciones afectarán los perfiles de seguridad de los productos de cannabis, se deben realizar más estudios toxicológicos para definir esta premisa.

Dado que la tasa y el grado de absorción pueden aumentar cuando se toman productos de cannabis con alcohol o comidas ricas en grasas o calorías, establecer una dosis segura de uso de cannabis con fines dietéticos también debe tener en cuenta el sistema de administración y las interacciones farmacocinéticas con otros alimentos en consideración.

Es un desafío determinar dosis seguras o efectivas de cannabis para la población general, debido a que cada persona reacciona diferente. Para predecir con precisión la respuesta y las dosis óptimas para cada individuo con eficacia y seguridad, se deben realizar más estudios de investigación por medio de perfiles metabolómicos después de la exposición al THC y perfiles genómicos de quien responde y no responde a varias dosis. Estos conocimientos se pueden utilizar para configurar un modelo de ecuación predictivo que puede ser útil para fines médicos, recreativos y dietéticos.

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