Educadoras menstruales llevan sus conocimientos a escuelas marginadas de México, donde casi el 70% de las niñas y adolescentes tuvieron “poca o nula” información antes de su primer periodo y el 20% carece de infraestructura necesaria para gestionar su menstruación, según la Unicef.

La intención “es estar preparadas para prevenir el abuso”, cuenta este sábado Aurora Macías, creadora de la organización Sembradoras, en el marco del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora el 8 de marzo.

“Cuando vamos entendiendo el cuerpo, vamos sabiendo que es nuestro primer territorio, que nos pertenece, porque no crecemos con esa narrativa y por eso el Estado, nuestra pareja, la religión puede decidir sobre él”, indica.

Macías, una de las 70 educadoras menstruales reconocidas en México, trabaja con escuelas de colonias marginadas en el municipio de Tonalá, Jalisco, donde imparte talleres y actividades recreativas con niñas y adolescentes para ayudarles a entender su cuerpo y acercarles productos de higiene.

En el trabajo con las mujeres, la activista ha enfrentado tabúes acerca de la menstruación que suelen repetirse en la familia e, incluso, en las escuelas.

Tanto niñas como adultas sienten vergüenza, incluso, de nombrar este proceso, y reproducen estereotipos sobre los cambios corporales que produce, lamenta.

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“El tabú más importante es el no nombrar la menstruación, y después son todos estos eufemismos, que son formas despectivas de referirse a la menstruación y, por lo tanto, es referirse también al cuerpo de niñas, mujeres y personas que menstruamos”, explica.

Ana Raquel González, psicóloga y creadora del proyecto ‘La revolución menstrual’, afirma que la menstruación no solo es un proceso natural del que no hay que avergonzarse, sino que la sangre es un indicador de cómo está el cuerpo.

“Tu sangre menstrual te dice cómo están tus órganos vitales. Es una poderosa herramienta de autoconocimiento, puedes ir monitoreando tu salud y tus procesos físicos, mentales, emocionales a través de la observación y el conocimiento de tu sangre menstrual”, detalla.

Poco acceso a productos

El 69% de las adolescentes y mujeres tuvieron “poca o nula” información cuando tuvieron su primer periodo, según la Encuesta Nacional sobre Gestión Menstrual publicada en febrero y realizada por Unicef México, la organización Menstruación Digna y la empresa Essity.

Una de cada cinco participantes de siete entidades aseguró no tener la infraestructura necesaria para la gestión menstrual en sus casas, escuelas o centros de trabajo.

El 56% indicó que estos espacios no les proporcionan artículos de higiene menstrual de manera gratuita y 30% tenía problemas para comprarlos.

Las activistas coinciden en que, pese a políticas públicas de salud menstrual que proporcionan toallas, tampones o artículos de higiene, hay pocas estrategias de educación.

“El principal enfoque de la política pública es el acceso a los productos de gestión menstrual. No digo que no sea urgente y que no sea importante, sin embargo, la educación debería cobrar un papel más protagónico porque, justamente, necesitamos crear nuevas formas de entender la menstruación y el cuerpo”, señala Macías.

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Cristina Aldana, educadora menstrual desde hace 12 años, asegura que es importante una guía que ayude a entender lo que implica el ciclo ovárico para el cuerpo de las mujeres, sus emociones y su vida cotidiana.

“Las mujeres saben muchas cosas de su cuerpo porque conviven con él todos los días y van observando, pero a veces necesitas una guía que te ayude a afirmar eso que tú vas entendiendo de tu ciclo. Eso es lo que hacen las educadoras menstruales”, expone.

Activistas y educadoras mexicanas conformaron un ‘bloque rojo’ en las marchas del 8 de marzo en diversas ciudades del país para exigir una menstruación digna para las mujeres y personas de género no binario.

Las actividades las convocó la Red de Educación Menstrual en México a iniciativa de la organización escuela de educación menstrual ‘Emancipadas’ y se extenderán durante marzo y abril para colocar la menstruación en la agenda pública mediante talleres y conferencias.

“El bloque rojo tiene que ver con la necesidad de visibilizar la menstruación en cualquier espacio donde se hable de feminismo, donde se hable de nuestros derechos”, concluye González. 

Con información de EFE

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