Por Nuria Marín* Éste es el año de la caída de varios famosos. Quizás, una de las más aparatosas fue la de Harvey Weinstein, productor ganador de varios premios Tony y del Oscar, y partícipe en películas como Shakespeare enamorado, El paciente inglés, El discurso del rey y El artista, quien enfrenta acusaciones de acoso y violación por parte de decenas de mujeres, en una industria que conocía de este secreto a voces, pero que, en su mayoría, volvía la vista. Pese a que uno de los recursos de este hombre fue firmar arreglos con cláusulas de confidencialidad con actrices famosas de la calidad de Gwyneth Paltrow, Ashley Judd y Angelina Jolie, algunas han salido valientemente a denunciar y a evidenciar la magnitud del problema. De este modo, el año 2017 se está tornando en un poderoso punto de inflexión contra la violencia de género, símbolo de lo que fue la gran acogida de la campaña con el hashtag #METOO, que obtuvo una respuesta en Twitter de un millón de personas en 48 horas y, en Facebook, de 12 millones en 24 horas. Weinstein fue abandonado por su esposa, con quien tenía 10 años, despedido de la empresa que cofundó, The Weinstein Company, y ha sido expulsado de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Pero el efecto va mucho más allá. Bill O’Reilly, el presentador de Fox, fue despedido cuando se hizo público que tenía un historial de más de una década con seis casos por acoso; el último arreglo costó 32 millones de dólares (mdd), en enero de este año. A pesar de lo anterior, le habían renovado su contrato y mejoraron su salario anual de 18 a 25 mdd. Pero su caída se produjo cuando la casa matriz, la 21st Century Fox, estaba negociando con Sky y éstos señalaron a O’Reilly como una contingencia. Como resultado, el actor fue liquidado con un cuestionable paquete de 25 millones. Un año atrás, la misma suerte había corrido el ex presidente y ceo de Fox, Roger Ailes, ante las denuncias de Gretchen Carlson, a quien le pagaron 20 mdd para negociar. Lo cuestionable es que el paquete de Ailes fue de 40 millones, lo que denota que se avanza contra la violencia de género, pero, cuando se trata de compensaciones, paradójicamente hay agresores mejor compensados que sus víctimas. También están cayendo Mark Halperin, de NBC News, a quien HBO le cancelará la miniserie Game Change, por ser su coautor; Lifetime le hará lo mismo con The Circus (una docuserie); y la editorial Penguin desistió de publicar su libro. En otro ejemplo, Netflix le canceló a Kevin Spacey su participación en House of Cards. Este último suceso evidencia que la violencia sexual se da contra hombres y mujeres. El velo del silencio y de la complicidad por omisión ha dado un positivo vuelco, dado que las empresas rápidamente buscan desasociarse de este tipo de conductas para proteger su reputación y no exponerse a tener que dar compensaciones económicas. Un referente es el caso más cuantioso, a la fecha, en Estados Unidos: Ani Chopourian vs Catholic Healthcare West, cuya indemnización fue de 168 millones. El acoso sexual es una realidad y una preocupación en nuestra región. En Costa Rica, por ejemplo, un ex magistrado de la Corte Suprema de Justicia fue encontrado responsable y destituido de su cargo por la Asamblea Legislativa. En “Why We Fail to Report Sexual Harassment” (HBR 2016) se atribuye el silencio a tres realidades: el temor a las represalias (agresor u organización), el efecto del pasivo observador que, sabiendo, no denuncia, y la aún prevalente cultura masculina. Para que las organizaciones aborden el tema adecuadamente, es importante que, con ejemplos, los colaboradores identifiquen las conductas que constituyen acoso, aumenten la responsabilidad de los observadores, establezcan hojas de ruta claras para la víctima y los observadores, impongan sanciones y respeten la confidencialidad (no revictimizar). De manera paralela, las investigadoras también cuantifican en 22,500 mdd anuales la disminución en productividad de cada empleado cuando hay una cultura organizacional permisiva a estos abusos. Razón adicional para actuar. *Nuria Marín Raventós es empresaria y analista.   Contacto: Twitter: @nuria_marinr Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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