¡Inflación, inflación, inflación! Esta es una palabra que hemos escuchado probablemente hasta el cansancio, pero rara vez comprendemos en su totalidad. Más allá de lo que significa técnicamente o de lo que escuchamos al respecto en las noticias o en voz de nuestros queridos políticos, ¿cuáles son las implicaciones que tiene la inflación en nuestra vida diaria?

Este término describe el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios existentes en un mercado durante un periodo de tiempo definido, que suele ser de un año. Dicho de otra manera, cuando los precios suben, con cada unidad de divisas se pueden adquirir menos bienes y servicios. Es decir, la inflación refleja la pérdida de poder adquisitivo de una moneda. Una representación de la inflación es el índice de precios al consumidor.

En México, la inflación se mide sobre una canasta de cerca de 300 bienes y servicios genéricos de distintas industrias representativas del gasto básico de los mexicanos. Si bien la inflación ha estado controlada en el país durante las últimas dos décadas, con niveles constantes por debajo de 5-6% anual, la historia de la pérdida de poder adquisitivo en nuestro país era bastante clara desde las décadas de los 70 y 80, donde llegó a ser inclusive de más de 100% al año.

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Por esta razón, y tal como lo hemos mencionado varias veces, las divisas fiat, como el peso y el dólar, suelen ser malos instrumentos para resguardar valor, pues año con año ven disminuido su poder adquisitivo.

En las últimas 5 décadas, el dólar ha visto caer su valor en más de 84% medido por su poder adquisitivo; en el caso del peso mexicano, la caída fue de cerca del 98%, al grado que fue necesario quitarle tres ceros a su divisa en 1993, con la llegada de los entonces llamados “nuevos pesos”.

Los efectos psicológicos y conductuales que los altos niveles de inflación pueden tener en la gente son muy significativos. Por ejemplo, las generaciones que nacieron entre los años 1940 y 1970 —a quienes les tocó crecer en épocas de inestabilidad económica reflejada en altas tasas de interés— pusieron especial atención a ciertas inversiones que ayudan a mitigar el efecto inflacionario, como los bienes raíces, el oro o incluso dólares, que aunque también se depreciaba su valor en el tiempo, no lo hacía al ritmo de los pesos mexicanos.

Aquí es donde entra nuevamente nuestro protagonista recurrente: las inversiones. La relación entre ellas y la inflación es que las inversiones son la mejor manera de combatir el aumento generalizado de precios.

Lo hace mediante dos tipos de activos:

  • Reales o real assets: por ejemplo, los bienes raíces, las FIBRAS, los commodities como el oro, la plata, el petróleo y hasta el mismo Bitcoin.

Los activos reales te protegen de la inflación debido a su escasez. Los bienes raíces en este sentido cumplen con esta premisa y otros activos, como el oro, tienen ciertas reservas probadas, por lo que es un gran instrumento para resguardar valor. Lo mismo sucede con el Bitcoin.

•         Financieros: ej, acciones o bonos: con los activos financieros ocurre un fenómeno aún más interesante, especialmente con las acciones. Veamos el ejemplo de las acciones de Walmart que pueden ser muy representativas de la economía real y también ejemplifican el efecto de la inflación en su modelo de negocio.

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Supongamos que la inflación es del 5% en 2020 y que Walmart vendió en 2019 $100 millones de pesos (las ventas de Walmart son un par de órdenes de magnitud mayores, pero para efectos prácticos vamos a simplificar los números).

Continuando la suposición de que esto aplica en todas las ventas de la empresa ceteris-paribus (todo lo demás constante), Walmart estaría vendiendo $105 millones de pesos en 2020, sin considerar ningún otro crecimiento en nuevos clientes ni en el consumo.

Por otro lado, es muy probable que los gastos y los costos no hayan aumentado a ese nivel; sobre todo los gastos operativos, que suelen tener niveles muy constantes año a año sin contar mejoras y eficiencias. Esto traería como consecuencia una mejora en sus resultados financieros y probablemente hasta en los dividendos que reparte la empresa. Esto último hace que el valor de las acciones incremente bastante, incluso mucho más de manera general a través del tiempo que la inflación misma. 

De este modo, los activos financieros se vuelven una gran manera de contrarrestar el efecto de la inflación. Y visto de otra forma hasta de beneficiarse de ella…

Como sobremesa les dejo esta reflexión: ¿La inflación es mala? Depende de que lado de la historia estés. Las inversiones no son solo deseables, sino necesarias para poder tener un mejor futuro.

A invertir, pues.

Contacto:

Javier Martínez Morodo, Chief Strategy Officer en GBM*

Twitter: @javiermtzmorodo

LinkedIn: Javier Martínez Morodo

Blog: javiermtzmorodo.com

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