Hoy, durante el marco de la reunión anual del Foro Económico Mundial, en Davos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha aprovechado la asistencia para publicar, en la fase previa al inicio de la que será la cita más importante del año, sus perspectivas de crecimiento para la economía mundial, así como todos los países del mundo, en los próximos años. Un informe que el organismo multilateral hace público de forma trimestral, actualizando así los pronósticos y eligiendo un emplazamiento especial para la publicación de su primera publicación del año.

De acuerdo con las previsiones para la economía mundial, el crecimiento pronosticado por el FMI, tras la actualización pertinente, nos deja un crecimiento pronosticado para el 2020 del 3,3% en el PIB mundial. El peor comportamiento de la economía global durante los últimos meses del año, en un escenario en el que las tensiones, los riesgos y los focos de incertidumbre han caracterizado el año 2019, ha provocado que las previsiones sufran nuevos reajustes que sitúan la tasa de crecimiento una décima por debajo de lo pronosticado en el informe anterior, en octubre del 2019.

Para el 2021, este pronóstico, el cual se ha publicado por primera vez en el reciente informe, nos deja un crecimiento previsto del 1,4%. Un pronóstico que, como digo, situaría la recuperación en un escenario mucho más gradual. Y es que, las economías emergentes, dada la exposición que hacía el FMI, han tenido un peor desempeño del esperado. Este peor comportamiento de aquellas economías emergentes más destacadas, junto a la ralentización de las economías avanzadas, ha obligado al organismo a corregir sus previsiones para los próximos años, realizando reajustes que, pese a ser leves, rebajan el optimismo.

Entre esas economías emergentes con un peor desempeño se encuentra la economía mexicana. A principio de año, el Presidente AMLO, así como su ejecutiva de Gobierno, preveían una tasa de crecimiento para el país del 2%. Una tasa de crecimiento que, con el paso del tiempo, los organismos fueron revisando a la baja, sabiendo que las previsiones del Gobierno se incumplirían fielmente. El FMI, en su caso, situó las previsiones para el país azteca en el 0,4% durante la actualización del informe sobre las perspectivas económicas del pasado mes de octubre; perspectivas que tampoco llegaron a cumplirse.

Y es que, como refleja dicho informe, el crecimiento finalmente previsto para la economía mexicana en 2019 se sitúa en la nulidad. El peor comportamiento que ha tenido a México, sumado al mal desempeño en materia de captación de inversiones -tanto públicas como privadas-, así como otros factores, ha provocado un duro estancamiento de la economía mexicana, provocando así reajustes en las previsiones de crecimiento para los próximos años. Actualizaciones que, en contraste con las publicaciones anteriores del organismo multilateral sitúan a México en un escenario más pesimista.

De acuerdo con las previsiones el organismo multilateral estima que en los próximos años la economía podría remontar su crecimiento. A falta de corregir numerosas variables que podrían hacer peligrar los pronósticos, el FMI prevé que la economía mexicana crezca a niveles del 1% en 2020, así como del 1,6% en 2021. Como digo, una reanudación en los crecimientos que sufre un recorte respecto al informe anterior, pero que podría ir muy encaminado por esa firma de libre comercio con Estados Unidos. Una firma que parte desde una situación en la que el país mexicano se ha situado como el principal socio comercial de Estados Unidos, lo que, con el paso de los meses, podría provocar un fuerte incremento en las transacciones; estabilizando el crecimiento.

Si observamos, por ejemplo, el comportamiento previsto por el organismo para las economías emergentes de América Latina y el Caribe, el informe muestra cómo estas prevén experimentar un claro repunte para el próximo año. A cierre de 2019, el promedio se situaba en el 0,1%, lo que muestra un crecimiento muy similar al de México. Sin embargo, en las previsiones para 2020 y 2021, se ve cómo, impulsada por la economía brasileña, la media sube hasta el 1,6% para este año, así como un nuevo repunte en 2021 que situaría el nivel en el 2,3%. 

Aunque los registros son muy moderados para economías tan emergentes, las tensiones geopolíticas han dañado mucho estas previsiones. Hablamos de una situación en la que los focos de incertidumbre y la exposición a riesgos siguen siendo muy elevados. Este deterioro en el balance de riesgos, a nivel global, podría considerarse el primer causante de este menor dinamismo. Por otro lado, la paralización que vive la economía ante este escenario, podría considerarse el detonante de que, finalmente, estas economías obtuvieran ese menor desempeño en contraste con lo esperado.

México se encuentra ante una nueva oportunidad para crecer. Las políticas aplicadas en el país, así como el desempeño de las mismas, jugarán un papel determinante en la evolución del desarrollo y el crecimiento económico en el país. Es tarea del Gobierno de México, así como de su Presidente, el reforzar todas esas vulnerabilidades que acechan la confianza internacional del país, pues, como vemos, la necesidad de captar inversión en una economía emergente como la mexicana es una necesidad para remontar los crecimientos. Inversión que, ante el nuevo tratado y con las previsiones del organismo en la mano, podría comenzar a fluir de forma más activa.

 

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