No podemos soslayar por más tiempo la importancia del tema de las mujeres en el mercado laboral. Si bien es cierto que se ha avanzado mucho, también lo es que la distancia que falta por recorrer es amplia. La brecha de género no es una moda ni una tendencia, es la realidad. La Academia sueca de las Ciencias se hace cargo de la relevancia del tema y ha concedido el premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel 2023, comúnmente conocido como Nobel de Economía, a la estadounidense Claudia Goldin, profesora de la Universidad de Harvard (Massachusetts) por sus estudios en torno a las mujeres en el mercado laboral.

 El galardón es una muestra representativa de la gran grieta que existe entre el reconocimiento que se da al trabajo hecho por las mujeres y lo que falta por hacer.  El premio convierte a Goldin en la tercera mujer en obtenerlo después de 55 ocasiones en las que en 53 fueron hombres los galardonados. No se trata de una cuota, lo que deba ser reconocido no debiera estar sesgado por ningún otro atributo que la calidad del trabajo. Pero, es magnífico enterarse de que los estudios de la profesora Goldin, la primera en ser galardonada ella solita, son reconocidos. ¿A qué se han dedicado sus investigaciones? Se refieren a la infrarrepresentación femenina y los menores salarios de las trabajadoras en el mercado laboral.

Según sus propias palabras: “Pese a la modernización, el crecimiento económico y el aumento de la proporción de mujeres empleadas en el siglo XX, durante un largo período de tiempo la brecha salarial entre mujeres y hombres apenas se cerró”, subraya la academia en el fallo, publicado al filo del mediodía. “Y ella ha proporcionado el primer relato completo de los ingresos de las mujeres y la participación en el mercado laboral a lo largo de los siglos”.

La profesora Goldin es una mujer que ha tenido un profundo entendimiento en torno a las brechas de género en el terreno laboral. Sus esfuerzos han mostrado con claridad lo absurdo que resultan las diferencias salariales y de oportunidades a las que se somete a las mujeres en el mundo. Busca evidenciar que estas diferencias persisten y las desigualdades continúan siendo muy grandes.

Las argumentaciones de la profesora Goldin son muy interesantes. Sostiene que el origen de la brecha de género no se trata nada más de discriminación: “Hay algo más”, dice. Esta monstruosidad, según sus investigaciones, ha crecido de manera sustancial con el incremento de los trabajos administrativos y de servicios, un nicho del mercado laboral en el que los responsables de ciertas posiciones tienden a sobrevalorar —de maneras exageradas— a los colaboradores que pasan más tiempo sentados en su puesto de trabajo y desestimas que no sean necesariamente los más productivos. 

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En esta condición, la profesora Goldin afirma que “Los hombres están desproporcionadamente disponibles para hacer largas jornadas en el trabajo, mientras que las mujeres están desproporcionadamente disponibles para dedicarse a tareas del hogar”. Esa, argumentaba, “es la otra cara de la moneda de la desigualdad en la pareja”. Esa es la historia del desempeño profesional y laboral femenino. Hay un desequilibrio que afecta también el entorno personal.

Una mujer que trabaja fuera de casa cumple una jornada laboral extenuante —física o mentalmente— tiene que llegar a hacerse responsable de las tareas domésticas. Así sucede en todas partes del mundo. Mientras que, es más frecuente que a un hombre se le exenten esas ocupaciones y se le disculpe la participación en responsabilidades de la casa o del cuidado de la familia. Goldin es una defensora de que los permisos de paternidad y maternidad sean iguales, como ocurre en muchos países europeos. 

No se trata de hacer la guerra, más bien hay que equilibrar. La maravilla es que el mundo está cambiando. Muchos hombres quieren participar en el cuidado de sus hijos, verlos crecer y ser parte de esa vida. Goldin ha luchado porque los padres tomen permisos laborales exactamente igual que sus parejas femeninas. El problema es la percepción. Hay empresas que dificultan estos trámites y ven mal que los caballeros quieran solicitar estas facilidades. “Se espera y se asume que las mujeres deben disfrutar una baja de maternidad, pero no se espera lo mismo de los hombres. Es necesario que esta actitud cambie para que deje de pensarse que el hombre que disfruta de una baja por paternidad no es un buen trabajador”, ha dicho la profesora de Harvard.

Goldin es valiente. Es pionera en el tema. En 1990, la hoy galardonada con el Premio Nobel de Economía publicó Understanding the gender gap – An Economic History of American Women (Entendiendo la brecha de género, una historia económica de las mujeres estadounidenses), una obra ya icónica en la que se cuestionan seriamente buena parte de las explicaciones que se habían dado a la brecha salarial entre trabajadores y trabajadoras. El origen de la discriminación concluye en el libro, radica en gran medida en los mecanismos de promoción, con políticas institucionales y empresariales de gestión del personal que han contribuido a perpetuarla aún más con el paso de los años.

Hay que reconocer los avances y seguir poniendo el dedo en el renglón porque falta mucho por recorrer. Las mujeres en el mercado laboral somos un factor importantísimo que abona al crecimiento de las economías tanto a nivel microeconómico como macroeconómico. Lo mismo con proyectos de pequeños y medianos emprendimientos, como con trabajos profesionales en corporativos internacionales. 

Para Goldin, lo importante es ir a la raíz de los problemas y ser claros al momento de plantearlos. Las mujeres hemos tenido menos oportunidades de desarrollo laboral y cuando se han presentado, nos han pagado menos, en términos generales. Es verdad, existen honrosísimas excepciones que no son regla. La mayoría de las historias son las de mujeres que estudiaron una carrera profesional y no ejercieron por dedicarse a la crianza de sus hijos; de mujeres que ejercen, trabajan el doble, siguen trabajando en el ámbito del hogar, son exigidas y se les paga menos.

Por lo tanto, Goldin sostiene que: “Los factores cruciales que han reducido las diferencias de género tienen que ver con lo que está ocurriendo en el entorno de los individuos, más que con los propios individuos. Sobre todo, se debe a cambios educativos que dan a las mujeres el empoderamiento necesario para desarrollar sus carreras profesionales”.

Reconocer estos temas, hablar de ellos con claridad y hacer entender que el papel de las mujeres es crucial, relevante y necesario en el mercado laboral es una forma de atacar el problema, tomarlo por los cuernos y caminar a la solución. El reconocimiento a la profesora Goldin es un paso en la dirección correcta. 

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