“El barco en el cual volvieron desde Creta Teseo y los jóvenes de Atenas tenía 30 remos y los atenienses lo conservaron hasta la época de Demetrio de Falero, ya que retiraban las tablas estropeadas y las reemplazaban por unas nuevas y más resistentes, de modo que este barco se había convertido en un ejemplo entre los filósofos sobre la identidad de las cosas que crecen. Un grupo defendía que el barco continuaba siendo el mismo, mientras el otro aseguraba que no lo era”. ​

La paradoja del barco de Teseo nos enfrenta a la pregunta: ¿nos encontraríamos en presencia del mismo barco si se hubieran reemplazado cada una de las partes de la nave?

Reconstruirse, adaptarse y crecer son algunas de las principales virtudes que encuentro en un inversionista exitoso. Esto no es sencillo porque, en la mayoría de los casos, nadie nos ha enseñado a invertir. Teseo en su paradoja planteaba la idea de seguir siendo los mismos, pero sin dejar de transformarse. Cambiar para ser mejores.

El inversionista se encuentra regularmente ante la disyuntiva de mejorar la gestión de su dinero, pero en muchas ocasiones se topa con pared porque quiere encontrar resultados diferentes haciendo lo mismo.

  • “Don Edgar, quiero mejorar mi inversión, pero no encuentro cómo hacerlo”.

Don José me mostraba hoja tras otra hoja (como si buscara algo que hubiera perdido) los rendimientos que los pagarés bancarios de diferentes instituciones le habían prometido.

  • “Todos me ofrecen lo mismo, el mismo rendimiento a 28, 90, 180 y 360 días. ¿No existe otra manera de invertir?”

La respuesta que Don José quería encontrar no estaba en el lugar donde él buscaba. En efecto, sí existe un lugar y no es nuevo, el mercado de valores mexicano tiene más de un siglo de existir. La primera bolsa de valores regulada en México inició operaciones en octubre de 1894 y desde entonces se ha ido robusteciendo y perfeccionando. Actualmente el inversor mexicano puede acceder a un abanico muy amplio de activos de inversión que se adaptan a cada perfil.

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Hace poco más de 20 años obtuve mi primer trabajo en el medio financiero en un pequeño equipo comercial que pertenecía a una casa de bolsa que se ubicaba en la calle de Río Amazonas en la céntrica colonia Cuauhtémoc de la Ciudad de México. Eran años en donde los teléfonos celulares eran un lujo y no una necesidad, por aquel entonces el precio del barril de petróleo era más importante que los ingresos por remesas y pocas personas teníamos una cuenta de correo electrónico.

No era fácil encontrar información sobre el mercado de valores, había pocos medios de información que la replicaban y eso volvía muy difícil tomar decisiones de inversión.  Los instrumentos para invertir también eran escasos, por ejemplo, aún no existía el Sistema Internacional de Cotizaciones que hoy permite que cualquier inversionista mexicano adquiera una acción de cualquier parte del mundo sin sacar el dinero del país y las FIBRAS (Fideicomisos de Infraestructura y Bienes Raíces) aún no salían a la luz.

Los fondos de inversión en la actualidad le permiten al pequeño y mediano inversionista diversificar prácticamente en cualquier activo financiero, pero en aquel entonces los pocos fondos que existían se concentraban en comprar bonos mexicanos de corto plazo, había algunos fondos en dólares y los fondos de renta variable solo replicaban al Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores. Pero todo eso está evolucionando.

Percibo un cambio. Esto me motiva y me inquieta. Especialmente durante los últimos meses noto que muchos ahorradores buscan transformarse y reconfigurar su pensamiento construido por décadas bajo un mismo molde, quieren crecer y, como el barco de Teseo, están dispuestos a zarpar, pero lo que me inquieta es que no saben cómo hacerlo. El resultado es que muchos inversores se entrampan en la ilusión de falsos gurús que prometen grandes rendimientos en periodos cortos, anuncios y videos en redes sociales decretan que solo es necesario pasar el dedo sobre la pantalla del teléfono móvil para comprar títulos mágicos que están más allá del entendimiento de los economistas.

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Algo que he aprendido después muchos años es que la inversión es un camino que corre paralelo a la constancia, a la paciencia y al buen juicio. Rara vez en las finanzas y en la vida las cosas rápidas y fáciles tienen resultados exitosos. Invertir no es una carrera de velocidad, sino de resistencia y quienes afirman lo contrario, casi sin excepción, son prestidigitadores de la economía, vendedores de ilusiones y en la mayoría de los casos son bribones disfrazados de asesores.

Mi recomendación es simple, porque es lo mínimo necesario que un ahorrador debe de hacer antes de canalizar su patrimonio a una institución: hay que informarse, preguntar hasta la saciedad y comparar hasta que no haya vestigio de alguna duda. Todas las instituciones que ofrecen un servicio de inversión profesional y serio deben de estar empadronadas en el registro de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y cualquier asesor de inversiones debe tener un registro ante la Asociación Mexicana de Instituciones Bursátiles (AMIB).

El filósofo griego Heráclito a partir de la visión de la paradoja de Teseo afirmó que “ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos”. De igual forma, puedo afirmar que ninguna persona que haya invertido en el mercado de valores es la misma y el mercado tampoco es el mismo, ambos provocan una sinergia positiva: para que el mercado de valores crezca, necesita el capital del inversor; y para que el capital del inversor crezca, necesita al mercado de valores.

¿Sientes que ya estás preparado para crecer y mejorar tu inversión? Como exclamara Arquímedes ¡Eureka! Descubriste cómo hacerlo.

Contacto:

Edgar Arenas Sánchez es economista, gerente comercial en una casa de bolsa en México, profesor de economía bursátil en la UNAM, blogger de Rankia México y autor del libro “Invirtiendo y entendiendo”, reconocido por la Universidad Anáhuac, universidad de Cantabria y Santander Financial Institute como mejor asesor de inversiones 2020.

Twitter: @garoarenas

LinkedIn: Edgar Arenas

Email: [email protected]

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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