Por Víctor Rosales Aranda*

A 11 años de la primera emisión de un fondo verde, han ocurrido una serie de acontecimientos que han fortalecido esta iniciativa financiera surgida como una idea del Banco Mundial (esta institución emitió en los 2000 el Fondo de Bonos Verdes Nikko/AM para inversionistas tradicionales).

A esta iniciativa le siguieron otras del Fondo Monetario Internacional (FMI), el G20 y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organismos que reconocieron formalmente el potencial del mercado de este tipo de fondos; la Agencia Internacional de Energía y la propia OCDE recomendaron a los gobiernos del mundo, en ese entonces, considerar este tipo de fondos para financiar soluciones que contribuyeran a contrarrestar el cambio climático.

Poco tiempo pasó para que los fondos verdes se hicieran acompañar de bonos verdes. De hecho, fue en 2013 cuando surgió el primer bono verde corporativo y, poco después, el primero de ellos soberano; esto, mientras al mismo tiempo en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se ponían en marcha los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), convirtiendo a estos instrumentos financieros en una gran herramienta para llevar a cabo dichos objetivos.

De acuerdo con el propio Banco Mundial, esta institución ha recaudado más de 13,000 mdd de inversionistas institucionales y minoristas de todo el mundo a través de casi 150 bonos verdes en 20 monedas. Reporta también que, al cierre del ejercicio de 2018, había 91 proyectos admisibles y compromisos por un total de 15,400 mdd.

De esos compromisos, se asignaron y desembolsaron 8,500 mdd por concepto de importantes bonos verdes para financiar proyectos en 28 países, y aún faltaban por desembolsar otros 6,800 mdd. Los fondos verdes han marcado la ruta para los inversionistas, que pasaron de no interesarse por los proyectos que financiaban, a dar seguimiento puntual a los ODS. La nueva agenda urbana además del conjunto de desarrollo sostenible, está enfocado en el objetivo 11 que promueve la generación de comunidades y ciudades sostenibles

Seis son los sectores más importantes en la cartera de los bonos verdes, según información de la ONU: energía renovable, transporte, agricultura y recursos ecológicos, abastecimiento de agua y aguas residuales, infraestructura y entorno edificado, y gestión de desecho sólidos.

Al día de hoy, más de 250 instituciones financieras, incluidos bancos, aseguradoras e inversores, trabajan con ONU Medio Ambiente para comprender e intervenir en los desafíos ambientales, así como entender su importancia y conveniencia para ser financiados.

El potencial de estos fondos verdes se guía por factores que van más allá de los que se consideran en fondos tradiciones, por ejemplo: experiencia del equipo, track record, estrategias de negocio o inversión que planteé y, ahora un indicador indispensable, core alineado con los ODS de la ONU y los principios de la Nueva Agenda Urbana.

Existen varias organizaciones internacionales como UNIAPRAVI y smart cities, que han suscrito una carta de intención promovida por ONU Habitat para impulsar un ecosistema de fondos de inversión que estén orientados a generar soluciones urbanas integrales en las ciudades de América Latina.

El tema aquí es que a nivel regional se cuentan con los dedos de la mano los fondos alineados al concepto formulado por ONU Hábitat conocido como Ecosistema de Fondos para el Desarrollo Urbano Sostenible, además de que pocos son reconocidos por Naciones Unidas como aliados a nivel Latinoamérica, como el brasileño Infrapar Capital o el mexicano Zima; éste último busca integrarse a este esfuerzo con la finalidad de cumplir con su filosofía de negocio, buscando generar una prosperidad urbana

Está vinculado al sector bienes raíces y cuenta con presencia en la Riviera Maya y la Ciudad de México. Busca reducir la huella de carbono en todos sus proyectos a través del diseño y utilización de sistemas de energía eficientes basados en tecnología, emprendimiento de acciones de participación y colaboración comunitaria para incrementar el sentido de pertenencia e identidad colectiva, la promoción junto con la comunidad de mejoras e incrementos en los espacios públicos y urbanos.

El escenario ideal para México y el mundo es que más fondos verdes se alineen a los objetivos de la ONU para realmente impactar positivamente en la comunicad, con un desarrollo ambiental y urbano sustentable, y hacer realidad el derecho de vivir en mejores ciudades, convirtiéndonos en un ejemplo global sobre cómo el sector privado responde y asume su responsabilidad para enfrentar el cambio climático.

*El autor es empresario, inversionista e impulsor de proyectos de emprendimiento y de sostenibilidad en el sector de bienes raíces de México y Latinoamérica.

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