La noche nos sorprendió entre los muros centenarios de lo que fue una fábrica de textiles en la Ciudad de México. El espacio donde hoy convergen creadores de diferentes disciplinas se convirtió en punto de encuentro con The Balvenie, un single malt que preserva un valioso legado artesanal.

El carácter de este whisky escocés de una sola malta es resultado de un proceso fiel a los orígenes de la destilería fundada en 1892 por William Grant que fusiona la alquimia natural con arte y técnicas entrañables.

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The Balvenie
Christiano Prottti, embajador de The Balvenie, durante The Craftsmen Dinner. Foto. Cortesía.

“La destilería mantiene una producción reducida. Es la última joya de la región de Speyside porque es la única en Escocia que cultiva su propia cebada y utiliza piso de malteado tradicional. Además, emplea alambiques de cobre que se fabrican y se moldean uno a uno por un maestro herrero”, explicó Christiano Prottti, embajador de The Balvenie, durante The Craftsmen Dinner.

La experiencia gastronómica en Laguna mostró la afinidad que existe entre los artesanos que han dedicado su vida a producir el excepcional single malt y los artífices mexicanos que reúne el recinto colaborativo: la convicción de forjar algo único y entregar el corazón en ello.

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Acabados en barrica: un espíritu que trasciende

La colección de The Balvenie Cask Finishes que se presentó a lo largo de la cena maridaje, con un menú especialmente diseñado para la ocasión por la reconocida chef Elena Reygadas, es testimonio de ese ánimo creativo. Cada single malt fue elaborado por David C. Stewar, el Malt Master más longevo en la industria del whisky escocés y pionero de los acabados en barrica.

La destilería en Speyside donde, con tan sólo 17 años, David C. Stewar comenzó su trayectoria en el mundo del whisky escocés. Foto. Cortesía.

El procedimiento que inició Stewar en 1983 con The Balvenie Classic y que más tarde sería patentado, se encuentra vertido en whiskies de una sola malta que poseen personalidades distintivas y que, al mismo tiempo, resultan muy sedosos en paladar.

The Balvenie DoubleWood 12 años, se caracteriza por sus notas a miel y castañas, producto de su descanso en barriles de roble americano que contuvieron bourbon. El acabado en barricas de jerez entre 6 y 9 meses se hace sentir con un suave gusto a vainilla y canela.

Almeja reina, tuna roja y xoconostle la composición culinaria para maridar con
The Balvenie DoubleWood 12 años. Foto. Cortesía.

La última recta de su maduración en barriles que alguna vez estuvieron llenos de ron se confirma al saborear las notas frutales The Balvenie Caribbean Cask 14 años. Este single malt resultó ser el acompañante perfecto de una sustanciosa costilla de res wagyu.

A las dos décadas de maduración tradicional en roble americano exbourbon que han templado el espíritu de The Balvenie Portwood 21 años, se suma la complejidad que desarrolló durante meses de reposo en barricas de oporto. El postre de mil hojas de cebada y helado de lavanda acentuó el carácter refinado del whisky escocés con el que concluyó una velada rodeada de artesanías.

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