Después de cenar en un restaurante con vistas magníficas, un turista decide salir de la estación que recibe al Sky Tram de Jasper para observar las montañas nevadas del horizonte, sin vidrios de por medio. De frente a él, un manto blanco se posa en la silueta del sistema montañoso que rodea a Jasper, poblado célebre por albergar una riqueza natural única en su tipo, pues, por las noches, se extiende, literalmente, hasta el infinito.

Esto piensa el viajero tras repasar en su memoria algunos conceptos básicos del destino; en su cabeza, una voz en off le indica: “Aquí se ubica la segunda reserva de cielo oscuro más grande del mundo, lo cual, aunado a una política gubernamental que reduce al mínimo la contaminación lumínica en los asentamientos urbanos, favorece el estudio y la observación del universo”.

Suscríbete a nuestro newsletter semanal aquí

Con mayor ceterza del prodigio natural en el que se encuentra, decide caminar a través del pasillo de madera que rodea la estación, hasta llegar a la parte trasera, justo al pie de un sendero de tierra apenas perceptible. Y duda un momento: ¿Será seguro caminar entre las rocas? Pero el temor se disipa cuando observa a algunas personas recorriendo el sendero. Entonces se tranquiliza por completo.

Al cabo de unos minutos de marcha, detiene el paso y gira muy despacio (como si mantuviera en equilibrio una cámara invisible en la cabeza y temiera su caída) y completa una vista panorámica de 360°. Así confirma que, frente a él, se encuentra el paisaje más insólito que ha visto; uno que le hace recordar tanto imágenes de alunizajes capturadas en blanco y negro, como algunas ilustraciones que observara
siendo un niño en libros infantiles que recrean la superficie lunar con una buena dosis de fantasía en sus páginas.

Donde vive el viento
Pocos espacios retan la capacidad de asombro tanto como lo hace el “patio trasero” del Sky Tram de Jasper. Aquí se abre paso un sendero de rocas bordeado por un precipicio, de frente a un horizonte magnífico, cuyas cimas nevadas delatan la presencia del invierno. El silbido incesante del viento es capaz de acallar hasta los pensamientos más arraigados en la mente.

El regreso a la realidad ocurre al percatarse de la cercanía de un precipicio que se abre paso a pocos metros de distancia; recobra el aliento después de unos segundos, para perderlo de nuevo, por un instante, cuando una nueva perspectiva del horizonte montañoso que lo rodea se revela.

Ahora avanza con el aplomo de un auténtico explorador para adentrarse en aquella geografía de tintes espaciales, mientras cree observar una estela de viento que roza sus oídos y alborota su bufanda. Anticipa la llegada de la noche cuando voltea levemente a la izquierda y nota que el manto nevado, que hace unas horas cubría la silueta de las montañas, se torna oscuro, mientras el último rayo solar del día lo recorre hasta entregar su brillo postrero.

Tras observar esa maravillosa puesta de sol, camina de regreso a la estación, donde ahora una luz rojiza susituye al Sol para iluminar el pasillo de madera donde caminara minutos antes. Al llegar, se forma detrás de dos personas que aguardan su turno para mirar a través de un telescopio monumental.

Las Montañas Rocallosas canadienses lucen imponentes desde la cima del Sky Tram, espacio turístico que, durante el Jasper Dark Sky Festival, pone en contacto a los astrónomos con viajeros entusiastas del universo y sus misterios.

Un vistazo al cielo desprovisto de tecnología le hace ver que éste es el firmamento más estrellado que recuerda haber visto. Un astrónomo advierte su entusiasmo y, cómplice, le indica los puntos a los que debe mirar para acercarse al entendimiento de aquel mapa celeste que se despliega, colosal, ante sus ojos. Y así pasan dos horas. El regreso a la base de la montaña le permite apreciar la silueta perfecta de Jasper, breve y cálida, aguardando, quizá, nuevos encuentros.

¡Descubre!

El Pueblo Mágico que conquista a los amantes de la aventura

5 experiencias extremas para vivir en pareja

DE DÍA

El resplandor que desprende el lago cercano parece colarse a través de la persiana de la cabaña. El vidrio de la ventana, ligeramente empañado, devela la presencia de los vapores propios de un amanecer bajo cero. Después de unos minutos, nuestro viajero se despabila y sale de la cama para preparar un café y alistarse por completo.

Minutos después, abandona su cabaña, ubicada en el Fairmont Jasper Park Lodge, para caminar al pie del lago, ansioso por conocer la cara diurna del destino. Y aunque la perspectiva del día que inicia lo llena de entusiasmo, anhela regresar a la cima del Sky Tram para caminar una vez más en el “patio lunar” que se niega a salir de su cabeza.

A su debido tiempo, el día le revela nuevos motivos para enamorarse de Jasper. El primero de ellos arriba cuando un grupo de borregos cimarrones toma el asfalto y detiene la marcha de un camión especialista en propiciar avistamientos de fauna salvaje. Y, desde la ventanilla, todos admiran aquel andar despreocupado, sin prisas y en total libertad.

Después, el camión toma otra ruta cerca de un lago, que duplica, con gran fidelidad, el tamaño de una fila de pinos a través de sus aguas, creando una bella estampa. Finalmente, un paseo a bordo de una motocicleta le inyecta una dosis de adrenalina a la jornada. Y, sentado en el asiento lateral de copiloto, toma clips de video que siguen una secuencia estratégica, pues habrán de alimentar un reel que verá la luz en su cuenta de Instagram más tarde.

Después de esas vivencias en medio de la naturaleza, regresa al hotel, a tiempo para descansar un par de horas y ponerse cómodo para disfrutar el evento estelar del Jasper Dark Sky Festival: el concierto bajo las estrellas de la Orquesta Filarmónica de Edmonton.

Con los acordes de la orquesta en la cabeza, el viajero mira hacia el lago cercano, buscando el reflejo de las estrellas. Es inevitable que aquella estampa lo traslade a 2,263 metros sobre el mar, a ese lugar de aspecto espacial, donde todos los días el atardecer oscurece el manto nevado de las Rocallosas para centrar la atención del mundo en la belleza misteriosa del cielo.

Con esta nueva fantasía en la mente, el viajero cierra los ojos para imaginarse en la cima de la montaña, pero esta vez con los acordes de la orquesta de Edmonton sustituyendo al sonido incesante del viento. Y sonríe, divertido, al pensar que alguien del público, al observarlo, asuma que está dormido, no como en realidad se encuentra: feliz como nunca y soñando despierto.

Síguenos en

Instagram

Facebook

Twitter

 

Siguientes artículos

Nueva-York-inmigrantes
‘Día de San Valentín’: ¿Qué hacer en Nueva York?
Por

Disfruta con tu pareja de una de estas actividades en Día de San Valentín que sin duda romperán la monotonía.