Japón, Islandia, Escocia, Sudáfrica….Volver a Italia, ¡ay, la Toscana!… ¡Nueva York!, El Caribe (¡se va de presupuesto!), ¿Será este el año de Egipto? Nos podemos pasar soñando horas… pero mientras esperemos cumplir esos deseos, proponemos unos cuantos destinos por tierras de ¡España!

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Y, como el verano está aquí, un estupendo objetivo sería conocer, o visitar, aunque sea por encima, la enorme extensión de casi 7.700 kilómetros de costa de la Península Ibérica, desde Finisterre (Galicia) a Cabo Gata (Almería), desde el Cabo de Creus (Cataluña) a Ayamonte (Huelva).

¡Descubre!

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Finisterre, España
Vista del Faro de Finisterre, Finisterre. Foto: Sergio Vilas/Unsplash

Siempre quedan destinos por descubrir. Hay islas idílicas, playas bañadas por el cálido Mediterráneo, el bravo mar Cantábrico o por el Océano Atlántico, costas agrestes, frondosos prados conviven cerca de páramos exhaustos de sol, naturaleza en estado casi puro, ciudades llenas de historia y lugares donde perviven las huellas de un pasado monumental que nos recuerda y evocan otros tiempos.

Empecemos con una breve lista de destinos por España muy escueta, porque el “top ten” lo establece cada viajero.

Gran Canaria, Tenerife, tranquilidad y magia

Quién no ha pensada alguna vez que el tiempo se detuviera por un día. Canarias es el lugar ideal: una excursión al Puerto de Mogan, desde Playa del Inglés, Meloneras, Amadores, una de las urbanizaciones más bellas edificadas alrededor de un antiguo pueblo de pescadores, un precioso rincón construido con terrenos ganados al mar.

Maspalomas, destinos verano
Dunas de Maspalomas. Foto: Unsplash

Lugares paradisíacos no van a faltar… Aunque hay imprescindibles: las dunas de Maspalomas y Roque Nublo, Teror y Vegueta y el barranco de Guayadeque. Recorre sus calles peatonales estrechas hasta llegar al Puerto. Recréate en sus casas de arquitectura colorista y de estilo mediterráneo, que no sobrepasan los tres pisos de altura y que están adornadas con pequeños jardines florales, sobre todo de buganvillas.

Tenerife o La Palma, tras la sacudida del volcán Cumbre Vieja el pasado otoño, es un lugar que conquista por su gran riqueza natural y su gente.

tenerife canarias
Isla Tenerife, Canarias. Foto: Unsplash/Fausto García

Asturias

Volando a más de 2.000 kilómetros al norte de la Península, está la costa cantábrica de Asturias, pueblos de antiguos de pescadores como Luarca, Candás, Llanes, Lastres, el recóndito Cudillero, todos cercanos en su curvilínea costa.

Muy próximo está la sorprendente Ruta del Cares, unos 22 kilómetros de recorrido por los Picos de Europa… una senda abierta por la brecha rocosa de 2.000 metros de profundidad bajo la vertiginosa vista del barranco del Bulnes.

Picos de Europa, Asturias
Picos de Europa, Covadonga, Asturias. Foto: EFE/Amalia González

La naturaleza de Asturias apabulla, entre montes y bosques que se rinden ante la arena de la playa o cuando caminas en medio de esas grandes moles de piedra que son los Picos de Europa, Covadonga, con sus lagos y toda la gama de verde, el esplendor del parque natural de Somiedo, y a la otra cara, Babia, un macizo lleno de picos de más de 2.000 metros.

Y de Asturias a Galicia, sus Rías Altas donde el mar Cantábrico se convierte en Océano. Las rías cantábricas son cortas, estrechas y sin ramificaciones. Vicedo, Foz, Ortigueira o Finisterre, punto más septentrional peninsular, ‘el Fin de la Tierra’ de los romanos, la “costa la norte”, bajando a Corcubión, Malpica, Camariñas… a las Rías Baixas, Arosa (Muros y Noya y Pontevedra), Cambados (con su famoso vino), a la península de O Grove, zona marisquera, de percebes, mejillones… que a raíz del redescubrimiento de sus aguas termales de La Toja se convirtió en un lugar de explotación turística, igual que la bella y turística Sanxenxo, repleta de zonas de recreo, veleros y las mejores playas.

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Lago en Covadonga, Asturias. Foto: EFE/Amalia González.

COSTA MEDITERRÁNEA Y SUS ISLAS

La costa Dorada, costa Brava, la costa Blanca, la costa Azul y la costa del Sol, de Girona a Huelva, la distancia es de 1.181 kilómetros seguidos de Costa Mediterránea.

Costa Brava, España
Vista de la Costa Brava, España. Foto: Jorge Salvador/Unsplash

Tarragona, la Tarraco romana y Salou.

La costas, Dorada y Brava son destinos perfectos del Mediterráneo. Pegada al mar se levantó la antigua Tarraco romana, con su anfiteatro y los circos. Pero también pasear por el barrio de pescadores de El Serrallo, asomarme al balcón del Mediterráneo y callejear por la plaza de la Font y la del Rei.

Sin salir de la costa tarraconense situada en la Costa Dorada, tiene su nombre gracias a sus anchas playas con arena dorada. Salou, un referente turístico, ofrece un amplio abanico de playas, desde ensenadas pequeñas y rocosas hasta las concurridas playas, un destino popular para practicar windsurf o vela.

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Anfiteatro de la antigua Tarraco romana. EFE/Jesús Diges

Los paseos marítimos y cascos antiguos con arcos y calles estrechas del encanto de la Costa Brava, la más cerca a Francia, pueblos cargados de tradición e historia, antiguos castillos como el de Figueras o el de Tossa de Mar que hacen de este sitio un lugar único.

Altea, entre el cielo y la tierra, entre el bullicioso Levante.

Un paraíso entre la montaña y las playas de la Costa Blaca, más de 6 kilómetros de playas y calas —muchas escondidas entre acantilados— en Altea para disfrutar del buen tiempo, que aquí dura casi todo el año. Cerca, la isla de la Olleta.

Altea, Alicante. Foto: Amos/Unsplash

De Almería, a la Costa del Sol

De San José, el severo y silencioso Parque Natural de Cabo de Gata, Mójacar, muy moruna… y desviándonos en nuestra ruta, Granada, de noches lorquianas que embrujan como su Alhambra…, su catedral renacentista, los cármenes del Abaicín y su gente, y al atardecer, cante y baile flamenco en el Sacromonte.

A su bella Costa del Sol, que abarca desde el sur de Málaga hasta Gibraltar (Cádiz) pasando por Málaga, ciudad que enamora con su catedral y la Alcazaba, por el encanto de su casco histórico, sus museos y su gente. Y las reinas de esta costa: la malagueña Marbella y Almuñecar, granadina, antigua villa de fundación fenicia, cerca de Salobreña y Nerja.

Nerja, España
Nerja, sur de la Costa del Sol. Foto: Dominik Sostmann/Unsplash

Llegamos a Cádiz (pasando Algeciras y Gibraltar) donde sorprende la cercanía a África, que se divisa por muchos lugares, tierra que atrapa como un imán por sus playas, Costa Ballena, Valdevaqueros, Zahara, donde hay que visitar las ruinas romanas de Bolonia, y subir a Véjer para disfrutar de un atardecer. Muy cerca, Tarifa, pico sur de la Península ibérica y punto de encuentro de los amantes del surf.

Rumbo a Huelva, extremo suroccidental, Sanlúcar de Barrameda, donde desemboca el Guadalquivir en el océano Atlántico, rumbo a las Américas…. y Puerto de Santa María, tierra de caballos, toros y bodegas.

Mallorca… donde ¡estuvo el paraíso!

Como empezamos con un paraíso natural isleño, terminamos con otro: Mallorca. Menorca, Ibiza dirán otros, y con razón porque muchos son los que aseguran de haber existido un paraíso terrenal, estuvo en Baleares.

Mallorca, España
Port de Sóller, Mallorca. Foto: Dennis Van Den Worm/Unsplash

De las vistas de Paguera a Port de Sóller, un pequeño y pintoresco pueblo costero de Mallorca. Ha adquirido mucha popularidad gracias sobre todo a su histórico tranvía, su puerto protegido situado en una gran bahía y el bonito paisaje que le envuelve. Antaño fue un puerto pesquero, lo que le convierte en un fantástico lugar para degustar pescado y marisco. Su puerto deportivo constituye punto para iniciar excursión en yate o velero hasta calas cercanas como Sa Calobra, famosa por ser uno de los escenarios de película.

“Mallorca es el paraíso, si puedes resistirlo”, le dijo Gertrude Stein al escritor británico Robert Graves (Yo Claudio). Meses después atracaba en la bahía de Palma con su familia para permanecer allí, en Deià, en el corazón de la Sierra de Tramuntana, muy próximo a una abrupta costa de acantilados que ofrecen unas espectaculares vistas del Mediterráneo.

Mallorca
Sierra de Tramuntana, Mallorca. Foto: Doloresz Dombi/Unsplash

Un lugar del todo propicio para dar rienda suelta a la fascinación, donde escribir y vivir, -como Graves-, hasta el fin de los días.

*Con información de EFE.

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