Mediante tácticas de engaño que llevaron a Israel a creer en su deseo de evitar un conflicto armado, el grupo islamista Hamás logró evadir el sofisticado aparato de inteligencia israelí y llevó a cabo una operación meticulosamente planificada para el ataque, que involucró acciones terrestres, marítimas y aéreas, y representó un histórico revés militar para el Estado judío.

En un Estado con el Ejército más fuerte de Oriente Medio y con las tecnologías de control más avanzadas del mundo, ver a milicianos palestinos matar y capturar a soldados, tumbar la barrera de separación o sortear sensores de seguridad sin resistencia era una pesadilla hecha realidad que se debió a errores graves del aparato de Inteligencia o falta de efectivos militares.

A esto se sumó la rápida toma por parte de unos 1,000 milicianos, que se colaron a Israel incluso en parapente y lograron cruzar por unas 22 brechas que hicieron en la valla divisoria donde entraron también con camionetas, “algo más allá de lo imaginable, ni siquiera visto en las películas”, señala a EFE Mukhaimar Abu Saada, analista y profesor de ciencias políticas en la Universidad Al Azhar de Gaza.

El grupo islamista se preparó “en completo secreto” para esta operación “desde hace más de un año”, creó “un puesto que recreaba un asentamiento israelí donde podían entrenar” y, sobre todo, “consiguió engañar a los israelíes, transmitiendo el mensaje de que no estaba interesado en un conflicto” y que quería calma, según Mukhaimar Abu Saada.

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Hamás se desmarcó de los combates cuando la Yihad Islámica luchó sola en las dos últimas escaladas con Israel en agosto de 2022 y mayo de 2023, mientras planeaba esta ofensiva sin precedentes, de la que parte del liderazgo del grupo ni muchos milicianos no supieron hasta empezar este sábado a primera hora, cuando Israel aún dormía en pleno shabat, el día de descanso judío.

En poco tiempo, los milicianos atacaron y tomaron puestos clave como el paso fronterizo de Erez, donde hay también una base militar en la que mataron y capturaron a soldados y miembros del servicio de Inteligencia. A su vez, irrumpían en la principal base del Ejército israelí del área de Gaza, situada en la granja colectiva de Reim.

Ahí había el centro de cámaras y de gestión del complejo sistema tecnológico de sensores y vigilancia que rodea Gaza. “Lo atacaron con drones y luego entraron y mataron a las soldados a su cargo”, lo que supuso que quedara desactivado, dice a EFE Eran Lerman, analista de Seguridad y ex alto cargo en la Inteligencia Militar israelí.

Tras esto, la irrupción de milicianos palestinos -acompañada del disparo de cohetes desde Gaza incluso hacia Jerusalén o Tel Aviv- fue muy rápida. Avanzaron hacia comunidades israelíes cercanas y en poco rato controlaban unos 600 kilómetros cuadrados de territorio israelí, en torno a un 2% de la extensión del país.

Esto, en una de las zonas más vigiladas del planeta, donde Israel invirtió muchos recursos para aplicar una estructura de bloqueo por tierra, mar y aire sobre Gaza desde 2007, cuando Hamás tomó su poder, y que según grupos de derechos humanos creó “una prisión al aire libre” en una medida “de castigo colectivo”.

Más allá de los errores del aparato de Inteligencia y del Gobierno israelí, “donde hubo la falsa concepción de que Hamás buscaba una convivencia que sirvió de tapadera para el plan de su ala militar”, Lerman destaca que “hubo fallos de despliegue” de fuerzas militares, reducidas y que no supieron responder a la ofensiva sorpresa.

Harel Manshari, exmiembro del servicio de Inteligencia interior, Shin Bet, asegura que las tropas israelíes en el área “tenían sus poderes al mínimo” y había pocos soldados después de que muchos batallones fueran trasladados a Cisjordania, otra razón que debilitó la capacidad de respuesta del Ejército e hizo que los israelíes de las comunidades colindantes quedaran casi totalmente desprotegidos.

El resultado de ello son más de un centenar de secuestrados por las milicias que están cautivos en Gaza y un rastro de al menos 900 muertos, la cifra más alta de víctimas para Israel en un poco más de un día de toda su historia, pese a sus muchos conflictos vividos.

“El colapso de Israel, a quién le costará mucho tiempo rehabilitar su imagen de potencia militar es una victoria simbólica de Hamás”, que hasta ahora era considerado “una amenaza de segunda clase” para las autoridades israelíes, remarca Abu Saada.

“Pese a que haya guerra y destrucción” y que los muertos de Gaza por bombardeos israelíes sean más de 600, esto “es un claro triunfo” para Hamás, que gana puntos en la escena política palestina y como estandarte de resistencia a Israel en el mundo árabe, señaló Abu Saada.

Con información de EFE

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