Dicen que la música es el lenguaje universal de la humanidad y que tiene el poder de eliminar cualquier barrera. Diego Martucci lo comprobó en carne propia y esta es su historia.

Nacido en Anagni, Italia, en 1981, Diego empezó su carrera en la música desde niño cuando aprendió a tocar la guitarra, más delante se graduó en guitarra rock/blues y dando clases a una niña con unos amigos mexicanos muy queridos conoció a Domenico “Mimmo” Pasquini –amante de la cultura mexicana y fundador del Mariachi Romatitlán– quien casualmente buscaba en ese entones a alguien que tocara el guitarrón para integrarse al grupo.  

Diego no conocía ese instrumento, pero tomó el desafío y así terminó contagiándose de la pasión de Mimmo por nuestro país y la alegría de nuestra música. Su integración al Mariachi Romatitlán lo ha llevado desde 2013 a muchos rincones del planeta.

En Forbes México lo entrevistamos para conocer más detalles de su historia. Él mismo nos respondió las preguntas con un excelente español, pues su interés y amor por México lo hizo aprender nuestro idioma con el fin no solo de entender la letra de las canciones, sino también de estudiar el son jarocho y el huasteco, el huapango huasteco y la chilena.

Foto: Diego Martucci en Pisa, Italia. Cortesía

¿Qué es lo que más te gusta y disfrutas de la cultura mexicana además de tocar su música tradicional?

Hay un amplio abanico de facetas que me han hecho enamorar de la cultura mexicana. El aspecto etnográfico y, por supuesto, los pueblos indígenas han sido lo que más me han cautivado desde el principio. Mi aventura en la música tradicional empezó en 2013 y en el mismo año hice mi primer viaje a México, atravesé el hermoso Estado de Chiapas y justo allí fue donde me topé con un mundo que nunca hubiera imaginado.

Creo que para cualquier europeo colarse en estas realidades no nos puede dejar indiferente, el misticismo que se percibe es hechizador, como imborrable también es el recuerdo y las sensaciones que percibí en la iglesia de San Juan Chamula. Me di cuenta, pisando las agujas de pino que estaban sobre el piso, que había entrado en un mundo ultraterreno. Algo similar sentí durante mi último viaje a Oaxaca, el estado que mayormente me ha conquistado, se nota que allí las tradiciones están profundamente arraigadas, he tenido la dicha de vivir la ciudad durante la Guelaguetza y de veras es deslumbrante ver cómo en un solo estado exista tanta diversidad: los bailes; la vestimenta; las 16 etnias con sus propios idiomas. A mi juicio, las lenguas indígenas representan a su pueblo y contribuyen a la riqueza cultural de un país. La lengua genera lazos profundos, cuando los indígenas se expresan a través de su propia voz mencionan que entregan su alma, esa es la base de su identidad y cultura como pueblo.

En Oaxaca recorrí muchos pueblos alrededor de la capital y he apreciado la refinada artesanía, los alebrijes de San Martín Tilcajete, el barro negro de San Bartolo Coyotepec y los textiles de Teotitlán del Valle. Me fascina la manera ancestral de cocinar, el uso del metate, el molcajete, esos platos, esos manjares prehispánicos como el caldo de piedra, los chapulines, la barbacoa, el tejate, la lista sería inacabable.

En lo que atañe el arte cómo no citar Francisco Toledo, Rufino Tamayo y Rodolfo Morales hasta llegar a Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. Para finalizar cabe resaltar la idiosincrasia del mexicano, su manera de vivir con pasión, su entrega a los demás, su sentimiento. Son estos los rasgos que más me gustan de la cultura mexicana.

Cuéntanos la anécdota más divertida, extraña o interesante que te haya sucedido desde que tocas en el Mariachi Romatitlán

Ser mariachi me ha dado la oportunidad de vivir experiencias raras, las más extrañas me sucedieron cuando estuvimos de gira en los Países Árabes.

Las anécdotas serían muchísimas, sin embargo, lo que más me impactó fue la colaboración del Mariachi Romatitlán con los pilotos de la escudería Ferrari, conocerlos es el sueño de la mayoría de las personas aficionadas a ese deporte. Hicimos un video en el que el piloto mexicano Esteban Gutiérrez daba clases a Vettel y Raikkonen explicándoles algunas tradiciones mexicanas en cinco lecciones televisivas, aunque en realidad todo se transmitió en dos minutos. Esteban trataba de enseñarles palabras de uso coloquial, como “andar hecho la mocha”, fue muy divertido. También les dio una pequeña lección de gastronomía, cultura, tradición y música, justo en ese instante es donde aparecíamos nosotros tocando “Cielito Lindo”.

¿Cómo va la demanda de sus servicios en tiempos de Covid-19, hay más o menos en estos tiempos?

Lamentablemente, y como se puede imaginar, la demanda está padeciendo una fuerte caída, la gente razonablemente tiene miedo, por un lado porque hay que evitar reuniones y, por otro lado, a causa de la situación económica. Muchos tienen que ahorrar dinero, de ahí que el aspecto de la diversión se está dejando al margen hasta la fecha.

No obstante, hemos aprovechado este momento de baja para grabar en el estudio el “Huapango de Moncayo”, poema sinfónico inspirado en la música popular veracruzana y considerado como el segundo himno nacional.

También tuve el honor de participar como ponente en el II curso “El Mariachi en México” (Un patrimonio cultural, social y económico) organizado por la FUNDAp de Querétaro, donde expuse mi experiencia como italiano integrante de un mariachi. A raíz de este curso nació la idea de publicar un libro donde se recopilan las exposiciones de los ponentes, el libro se llama “El Mariachi de México”.

¿Cuál es el precio de una serenata del Mariachi Romatitlán?

Antes que nada es necesario precisar que las cosas aquí son diferentes respecto a lo que pasa en México y en todos los otros países de Latinoamérica donde el mariachi está fuertemente afianzado.  A nosotros nos contratan para hacer serenatas pero no nos pagan por canciones sino por horas, el precio depende de las circunstancias.

¿Qué tipo de clientes tienen, quiénes los contratan?

Los clientes que nos contratan son de diferentes nacionalidades y para cualquier tipo de evento, la mayoría son latinoamericanos, pero no faltan también italianos apasionados por México.

Hemos hecho actuaciones comerciales y cinematográficas, tocamos para el estreno de la película “Coco” en Milán y, a menudo, para los eventos organizados por la Embajada de México aquí en Italia, en particular durante las fiestas patrias y en el Día de Muertos; también nos convocan algunas Embajadas de México en Europa y fuera del viejo continente. En particular puedo destacar las giras hechas en Kuwait y en Qatar, donde satisfacer las ganas de un caballito de tequila era como encontrar agua en el desierto.

¿Cómo defines tu pasión por la música y, en concreto, qué sentimiento te despierta tocar música mexicana?

Además de ser mariachi soy un guitarrista rock/blues y me he dado cuenta, gracias a mi nueva trayectoria, que en el pasado me enfocaba sobre todo en el mero aspecto técnico, a lo mejor pensando demasiado en lo que me gustaba a mí y tal vez poco a los demás. Tocar el guitarrón en un mariachi en Italia me hizo comprender la importancia y el gusto de transmitir emociones que evocan recuerdos ligados a la tierra de origen de las personas que están ante mí, eso sin duda alguna me llena de satisfacción y de orgullo, incluyendo el hecho de ponerme el traje de charro lo cual es una gran responsabilidad, puesto que represento el símbolo musical de México y uno de los emblemas de la nación. En definitiva, convertirme en mariachi fue algo que va más allá del puro aspecto musical, significa llevar a muchas partes las tradiciones y la historia de un gran país: México.

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