Por: Isabel Studer

Hace un par de años, se veía lejana la adopción de vehículos cero emisiones. Hoy, esta transición llegó a América del Norte, debido a las diversas políticas del gobierno de Joe Biden. La Ley de Reducción de la Inflación y la Ley Bipartidista de Infraestructura incluyen una inversión pública de $245 mil millones para la producción de baterías, vehículos eléctricos (VEs) y estaciones de carga, además de estímulos para consumidores que compren estos vehículos.  Esta semana, la Agencia de Protección Ambiental anunció nuevas reglas que conducirán a que el 67% de los vehículos nuevos vendidos en Estados Unidos al 2032 sean eléctricos. Según un reporte comisionado por NRDC, una de las ONGs ambientalistas más grandes de Estados Unidos, la inversión privada detonada por estos incentivos asciende a $210 mil millones de dólares en la industria de VEs, comparado con $50 mil millones que se registraron antes de la llegada del Presidente Biden a la Casa Blanca. 

Este compromiso sin precedente con la electrificación del gobierno estadounidense está asociado a la obligación de reducir emisiones en el transporte, que es la fuente más importante de dichas emisiones en ese país. Pero también al imperativo de rectificar el rezago de EU frente a la revolución tecnológica de un sector estratégico, con implicaciones geopolíticas y geoeconómicas a nivel global. China produce la mitad de los vehículos en el mundo y más de la mitad de las baterías de litio. La Unión Europea le sigue con el 20 por ciento de las ventas de vehículos cero emisiones. En la carrera hacia la electrificación, estos países establecieron nuevos centros de producción e invirtieron tempranamente en el desarrollo de baterías eléctricas, la extracción de materiales esenciales y el diseño de modelos de negocio innovadores que les ha permitido ganar una ventaja significativa en el mercado global. Los márgenes de ganancia de los VEs de Tesla y el valor financiero de la empresa son mucho mayores que cualquier otro productor de vehículos ligeros en el mundo. 

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La vertiginosa transición hacia la adopción de vehículos cero emisiones va acompañada de una disrupción tecnológica igualmente acelerada. Cada semana se anuncian avances en el desempeño y el costo de las baterías de litio, el surgimiento de otro tipo de baterías como las de sodio, avances en la utilización de fuentes energéticas limpias como el hidrógeno, de nuevos métodos de reciclaje y economía circular en las cadenas de suministro y formas más eficientes para cargar los VEs o para extraer los minerales críticos, como el litio y el cobalto. Una proporción de las inversiones del gobierno Biden es para la investigación y el desarrollo tecnológico. Cabe recordar que la batería de litio fue inventada por estadounidenses, aunque hoy el mercado de esta tecnología sea dominado por China y Japón. El estudio del NRDC señala que los productores de vehículos planean invertir $54 mil millones de dólares en la construcción o la expansión de 37 plantas de baterías, con lo que EU tendría la capacidad de suplir dos terceras partes del mercado de VEs. No sorprendería que las inversiones en R&D permitan aumentar la eficiencia y los costos de las baterías en tan solo un par de años. 

La pregunta en esta vertiginosa transición hacia electrificación es si México continuará siendo uno de los productores y exportadores de vehículos más importantes del mundo. Siendo la industria automotriz mexicana parte de la industria de América del Norte que se integró con el TLCAN, la oportunidad es enorme. El anuncio de la inversión de Tesla en una megaplanta en nuestro país demuestra que la formidable infraestructura automotriz de México, como el séptimo productor y el cuarto exportador de vehículos en el mundo, tiene potencial para seguir siendo un actor relevante en este sector estratégico. Fabricantes como Ford, BMW, GM, Audi ya producen o estar por producir VEs en México para exportación. Toyota produce desde hace años vehículos híbridos. Dado que más del 90% de la producción en México se orienta a los mercados globales, y en particular, al estadounidense, es claro que los productores de vehículos responderán al aumento de la demanda por vehículos cero emisiones. La pregunta crucial es ¿qué pasará con el mercado interno? ¿Adoptará México como Chile y California metas para que el 100% de las ventas de vehículos nuevos al 2035 sean eléctricos? ¿Serán esos vehículos producidos por empresas que están establecidas en México o son mexicanas, como Zacua, que es el único fabricante mexicano de VEs, o los importaremos de China por ser más baratos al ser altamente subsidiados? ¿De no adoptarse medidas en México para que el consumidor mexicano pueda comprar VEs a precios abordables, importaremos los VEs de segunda mano en México que California desechará pronto o bien seguiremos importando los de combustión interna que se reemplacen en Estados Unidos con vehículos cero emisiones? 

Respuestas a estas preguntas serán presentadas por investigadores de la Universidad de California en la Cumbre California-México 2030, el próximo 19 y 20 de abril. La Cumbre, organizada por Alianza México, busca vincular a expertos de la Universidad de California y de varias universidades mexicanas, representantes del sector público y privado de California y México para transformar los retos de esta transición hacia la adopción de vehículos cero emisiones en oportunidades de colaboración. 

Contacto:

Isabel Studer, Directora de AlianzaMx de la Universidad de California

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México

 

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